V

93 15 7
                                    

...

—¡Siempre haces lo mismo! —Gritó el español. La voz de Silithur estaba enfadada.

Amilcar quedó boquiabierto, con indignación. Pero él no se iba a quedar atrás.

—¿Qué mierda te pasa, pelotudo? —alzó la voz, acercándose a pasos fuertes hacia el moreno.

—¡Me dejas para lo último! ¡Nunca puedes tomarme en cuenta! —su mirada se cristalizó, volviendo pálido a quien tenía en frente.

No supo cómo reaccionar ante esas palabras. Le estaban diciendo una verdad, la realidad que más le dolía; ser un egoísta. Pero también no entendía el porqué le gritaban eso en su cara, cuando esta vez, supo que no hizo nada.

Intentó responder, inclusive contraatacar, sin embargo, su garganta se secó. Lo odiaba.

—Ah, ¿ahora te quedas callado cuando hace unos putos días estabas hablando la peor mierda de mí? —volvió a resonar la voz enojada de Sili en la casa con paredes claras y muebles viejos, ni olvidar la cama para perro.

Un disparo mental atravesó el cráneo de Amilcar.

—¿Yo, hablando mal de vos? ¡Pero mirá vos! ¡Habló el chabón que fue y se acostó con 9 minas mientras yo, —su cara se le acercó, buscando una intimidación —, hacía la cena de mierda para un aniversario! —un dedo se apoyó en el pecho de su acompañante, empujándolo suavemente.

—¿De qué mierda hablas, Amilcar? ¿Piensas que yo no te amo? ¡Luché por ti años, meses, días, horas y noches! ¿y en verdad piensas que voy a acostarme con mujeres que ni conozco? —Silithur hablaba como si le hubieran clavado mil dagas en su pecho.

—Ah, no, no, no —sonrió con incredulidad. —No me vengas ahora con tus porquerías manipuladoras, porque yo ya no voy a caer en eso, Silithur.

Algo, o alguien, controlaba la mente de Amilcar. No se daba cuenta de lo que decía, aún así, lo hacía bien.

La intensidad, la tensión y la incomodidad del momento llenaban el lugar. Se sentía horrible, como si estuvieran pisando el infierno que ellos mismos crearon con sus dichos y acciones.

Amilcar sintió una cachetada, pero no fue real. Al contrario, lo hizo despertar y volver a donde pertenecía, Piolaword.

Su pecho subía y bajaba. Todo fue una montaña rusa de emociones, donde cada vez que bajaba, perdía una parte de sí mismo.

Se sentía perdido, recordaba cómo era la sensación de haber estado ahí. Aún resonaba la voz cruda y enfadada de Silithur en su cabeza, con quien hace unos días recordaba o imaginaba una vida hermosa a su lado.

Se sentó en la cama, tan vacío de lo normal. Ni un viento lograba afectar su alma inmuta.

Así empezó el día de Amilcar, sin palabras, sin sentimientos más que confusión y perdición. Sin embargo, su vida seguía sonando como «Raindrops Keep Falling on My Head»

El joven se hizo un mate, siguiendo pensando en qué es lo que estaba pasando. Se sentó en la mesa solitaria, con el termo y el matero. ¿Cómo llegaron a esa discusión? ¿Por qué estaban en un lugar completamente diferente? ¿Por qué se peleaban por... una situación de pareja?

La única parte de él pensaba en cada uno de los gestos del español... pero no con cariño, sino con desprecio. Era como si le hubieran clavado una inyección de sentimientos negativos hacia alguien que solía ver de manera perfecta.

—¿Qué pasa? ¿Estás confundido? —Una voz burlona resonó por toda la casa del argentino. Tenía una manera de hablar bastante particular, con demasiada confianza. Este le arrebató el mate y tomó un sorbo. Llevaba puesto un traje negro normal, lentes de sol y una galera.

Memory | Amilcar & SilithurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora