Angyal & Vampyr (yaoi)

Capitulo IV: Florecer del amor

My angyal,

Cada noche durante tanto tiempo el único consuelo de este corazón es saber que solo mi soledad y la luna azul guardan los secretos que atesora mi alma entre la oscuridad de la noche, sola la inmortalidad de este amor que no se marchita y llora tu ausencia.

El tiempo y sus duras cadenas te han apartado de mí. Tú, que con tu amor y pasión, has despertado cada parte de este ser que soy.

Tu que con cada "te amo" destruyes la oscuridad que me rodea y me muestras un mundo donde este amor no es prohibido.

Tú eres mío y yo soy tuyo.

Te estaré esperando,

David Koszka.

Por enésima vez leí la última carta que había recibido de David días atrás, doble con cuidado el papel y lo guarde dentro de la hermosa caja de madera donde se encontraba guardado el precioso broche que me había regalado.

En mis labios se formó una sonrisa de felicidad reflejada en mi rostro.

Me encontraba de camino a su residencia en el más fino carruaje, el cual había sido enviado de su parte. Salir de casa fue un tanto difícil, mis hermanas lloraban rogándome que las llevara conmigo y mi madre no quería que estuviera ni un día lejos de casa, después de todo, nunca había viajado sin mi familia y mucho menos solo. En cambio, mi padre, me despidió con todo el afecto de un padre a su hijo.

Mientras pensaba en mi vampyr contemple el familiar panorama que siempre veía cuando viajábamos a casa de la hermana de mi madre, Emily de Cunningham.

En eso pensé en Thomas y en la discusión que tuvimos, me sentía un poco culpable por tratarlo de aquella forma pero su manera de actuar fue verdaderamente imprudente y errónea. Uno de los dos debía dar el primer paso para la reconciliación, conociéndolo, él sería el primero pero yo no se lo dejaría tan fácil.

Estaba tan distraído en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que el carruaje se había detenido.

- Sir Andrei - llamo un hombre de mediana edad una vez mis pies tocaron tierra - Durante su estancia estaré a su servicio - se inclinó levemente, su aura dictaba formalidad.

Frente a mí se elevaba una estructura gótica de unos cinco pisos con arcos apuntados, altos ventanales con vidrieras y una fachada fascinante. Al cruzar la puerta lo que mis ojos veían era como si hubiera entrado a otro mundo, por dentro se encontraban todo tipo de lujos, los esbeltos pilares tenían grabados húngaros.

Al alzar la vista hacia el techo interior se podía apreciar la actividad artística en ella: numerosos ángeles cada uno con un instrumento musical y variadas expresiones angelicales, entre ellos se encontraban ángeles caídos con alas negras.

La iluminación constaba solo de la luz de las velas, cada ventanal se ocultaba tras grandes cortinas.

- ¿Dónde se encuentra David? - pregunte emocionado.

- El amo se encuentra indispuesto en estos momentos.

- Oh... - murmuré con decepción.

- El amo David le invita a cenar en el jardín para compensar su falta de presencia.

- ¿En serio? - sin querer alce la voz.

- Le llevare a su habitación - subimos la gran escalera que daba al segundo piso y recorrimos un pasillos con numerosas habitaciones - Tendrá acceso a todas las habitaciones, a la biblioteca, jardines, comedor y cocina.