◐ 𝓣𝓱𝓻𝓮𝓮 𝓕𝓪𝓬𝓮𝓼 ◑ [+18] ᵀᵃᵉᴷᵒᵒᵏ

Capítulo 64

‼️* Este capítulo contiene escenas violentas*‼️

Deambula por las oscuras calles de la ciudad dejándose llevar por los pasos inconscientes que dan sus piernas.

No tiene un destino a dónde ir, a dónde dirigir cada una de las débiles pisadas que dan sus pies sobre el duro asfalto.

No deja de recrear en su mente esa imagen que le atormenta.

Las marcas de sus dedos sobre su fina piel, cómo perdió el control sobre sí mismo haciéndole daño a la persona que más ama en este mundo, a la única que ha permanecido a su lado lo suficiente como para ver todas sus sombras y, aun así, después de haberle mostrado todo su infierno, hasta el interior, Taehyung parecía dispuesto a seguir junto a él.

No puede permitirlo, no puede consentir que ese monstruo que vive dentro de él vuelva a adueñarse de sus actos, de sus impulsos, que vuelva a dominarle, no puede dejar que vuelva a herirle.

Una cosa es que le haga daño a él mismo, que termine de devorar la mínima parte de Jeon Jungkook que queda en su interior, tan pequeña que, prácticamente, no la siente latir y, si lo hace, es muy débilmente, pero algo muy distinto es que acabe consumiendo a Taehyung también, no, eso sí que no puede suceder.

No deja de acudir a su cabeza la fuerza con que las lágrimas resbalaban por su rostro, cómo su perfecta belleza era crispada por el pesar, dolor, nuevamente, causado por él.

Sabe que al marcharse va a hacerle daño, otra vez.

<<Otra vez, otra vez, otra vez>>, repite su mente como un eco que no deja de torturarle.

Pero cree que, si queda junto a él, el dolor que puede causarle será mucho más grande, infinitamente peor.

Ya no confía en sí mismo, no puede fiarse de sus propias reacciones, no puede estar seguro de que vaya a ser capaz de controlar sus impulsos estando con él.

Ya ha perdido el control una vez, ha estado a punto de hacer algo totalmente irremediable, aunque ¿no es ya algo irreparable lo que ha hecho? Al menos, para él lo es.

Sería incapaz de tocarle de nuevo, tan solo volver a mirarle a la cara se le antoja algo muy difícil, no pudiendo evitar volver a ver sus ojos opacados por el miedo, tendido en esa cama bajo él, ensombrecidos por la oscuridad que él mismo desprendía y que llegaba a eclipsar su brillo natural casi por completo.

<<Eres un monstruo>>, le dice una y otra vez una voz dentro de su cabeza y, esta vez, sabe con total certeza que tiene razón.

Nota el cambio de terreno bajo sus pies, ya no pisa el duro asfalto ni las aceras de la ciudad, ahora camina sobre pequeñas piedrecitas salpicadas a lo largo de un sendero de tierra, tan húmeda y sombría como se encuentra su corazón.