Capítulo 4: La Entrevista

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–      ¿Cariño estás bien?

Mi madre pone una mano sobre mi hombro y yo asiento, la regalo media sonrisa y ella me la devuelve.

Me he mudado a su piso y he vuelto a ocupar mi antigua e infantil habitación. Y por supuesto la cocina. La he conquistado e invadido con todos mis nuevos  artefactos culinarios, todo regalos de familiares que asistieron a la ya muy popular no boda: existen videos en instagram que confirman mi humillación. Es demasiado dramático hasta para mi. Ella ya sabe lo de la entrevista. Se lo conté todo  en cuanto leí el email. Pero estoy histérica.  ¿Barman? ¿En serio? ¿En Villa Ventura? Si alguien tiene mi muñeco de vudú que pare de clavarle agujas por favor.

–       Cocinar me ayuda a relajarme. Ya lo sabes. ¿Pasta al pesto? – pregunto sacando el tenedor de la cazuela y ofreciéndola un poco.

–      Huele muy bien cielo pero aún no tengo hambre, son las ocho de la mañana.

–      Puedo dejártelo guardado para después. También he hecho tarta de zanahoria con mascarpone casero, está en la nevera.

Mi madre pone una cara que no se descifrar. No sé si esta cansada de verme cocinar frenéticamente o si se está planteando que he perdido la cabeza por completo. O ambas cosas.

–      Olivia, tienes que relajarte. No te sientas culpable. Nadie podía saber que ese chico era gay.

–      No es eso por lo que estoy preocupada.

–      ¿Entonces qué es?

–      Quiero ser chef mamá, quiero recuperar mi vida, y el único trabajo que me ofrecen es para preparar margaritas, asquerosos mojitos y poner sombrillitas de colores a los vasos. Claramente, no estoy bien

–      Hija, tienes veintidós años y una vida por delante. Deja que el destino te lleve por donde quiera llevarte. Ya volverás a las cocinas. Quizás aun no estabas lo suficiente preparada.

Y esas ultimas palabras me duelen más que el tener que pensar que casi toda esta comida que estoy preparando acabará en la basura.

En realidad mi subconsciente sabe que eso no es lo peor de todo, sino trabajar para los Ventura ¡ni si quiera recuerdo  haber echado el curriculum para este trabajo! De verdad que no se en qué momento se me pudo pasar por la cabeza, alguien me drogaría estoy segura. Porque ni estando cuerda volvería a ver voluntariamente a un miembro de esa familia. En serio ¿Cómo narices han acabado contactándome?

...

Hoy es viernes, y pronto tendré que decidir si ir o no ir a esa estúpida entrevista.

Busco en google donde se encuentra la villa porque los muy arrogantes no lo dejaron claro en el email, se piensan que todo el mundo sabe de su existencia ¿o qué?

Para mi sorpresa no está tan lejos como me imaginaba, podré ir en coche desde aquí. Si me decido a ir, claro está.

–      ¡Hola caracola! ¡Ya está aquí tu mejor amiga para salvarte de la depresión absoluta!

Me doy la vuelta y me encuentro a Mery con un spray aromático que me lanza a la cara y lo mueve en círculos hasta que se queda satisfecha. Probablemente ha vaciado todo su contenido sobre mis ojos. Y ahora me escuecen. Y mucho.

–      ¿Cómo has entrado? – digo tosiendo, e intento no ahogarme. Huele demasiado a Vainilla. No llevo muy bien los olores tan dulces.

–      Tu madre me dio una copia de llaves de esta casa el otro día. No tiene claro si intentarás tirarte por una ventana o encenderás el gas y harás explotar la casa. Contigo dentro claro– miro a mi madre asesinándola con los ojos y ella desaparece rápido por la puerta de la cocina.

UN COCKTAIL PARA LA ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora