CAPITULO 19: FINAL

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Un año mas tarde en Italia.

-       ¿Hace cuánto que no hablas con él?– Mery me mira a la vez que da un lametón al helado de vainilla que tiene delante de sus narices. Está a punto de derramarse entero sobre su blusa amarilla. Hace muchísimo calor.

La toscana italiana que tenemos delante es absolutamente preciosa y por nada del mundo voy  dejar que Mery meta otro tipo de pensamiento en mi cabeza que no sea el de beber vino y comer helados por las villas italianas del sur de este magnífico país. Sí, estamos locas, nos hemos venido las dos a vivir aquí y no pretendemos dar marcha atrás. Mery ha encontrado trabajo de modelo y yo de chef, ¡todo es perfecto!

-       Once meses, dos semanas y cuatro días– respondo sin pensarlo apenas. Me pongo mis gafas glamurosas de sol y arranco mi moto. ¡Sí! Ahora monto en vespa, estoy hecha una auténtica chica italiana desde luego.
-       Olivia....

Mery se monta detrás de mi motillo y se coloca su casco rosa chicle en la cabeza.

–      ¿qué pasa? No es que cuente los días ni nada... simplemente respondo con exactitud, ¿qué hay de malo en eso?
–      La exactitud no es algo malo, pero sí lo es que no lo hayas superado.
–      Ha pasado mucho tiempo. Alejandro habrá rehecho su vida y ahora tendrán un hermanito más al que cuidar y querer... y yo ahora tengo un trabajo de chef ¡en Italia! Lo he superado créeme. – aseguro arrancando mi vespa roja. Es absolutamente genial conducir por las carreteras de la toscana, hay grandes arboles a los laterales y un olor a lavanda increíble.

Mery mantiene la boca cerrada durante todo el trayecto. Desde que hemos aterrizado en este hermoso país no había tocado el tema de los hermanos Ventura ni un solo día ¿por qué ahora?

Cuando llegamos a nuestro piso, el cual tenemos alquilado en un precioso pueblo de Nápoles, ya ha anochecido. Las calles están repletas de turistas y sobre todo parejas de enamorados, algo que me hace retorcerme de dolor por dentro por algún motivo. Aunque la cocina y mi trabajo han llenado ese vacío que me dejó el drama tras aquella fatídica y última noche en Villa Ventura hay algo que sigue sin encajar del todo dentro de mí.

Cuando el padre de Alejandro me atacó, algo en mi interior murió para siempre. Quizás fuese parte de mi inocencia o quizás fuese mi estabilidad emocional, porque desde entonces no confío en nadie más que no sea Mery y por suerte en Paolo, Rita y Sugar, mis compañeros del curro, con los que he congeniado genial desde que aterricé. A pesar de todo lo vivido con Marco y Alejandro, al final tomé la decisión correcta de marcharme de allí para siempre, el no tener dinero no podía hacerme creer que merecía aquel tipo de trabajo, sabía que podía aspirar a mucho más y por eso logré encontrar este puesto en Puzzouli.

Aparco la vespa en el garaje y Mery y yo decidimos que la noche aún es joven por lo que pasamos por nuestro bar favorito antes de irnos a dormir. Es un bar coqueto, lleno de italianos guapos y con un karaoke en el medio en el cual solo se cantan canciones antiguas italianas que Mery y yo somos incapaces de pronunciar aún pero nos partimos de risa cada vez que algún otro extranjero lo intenta. Cuando llevamos un par de cervezas, se nos acercan un par de muchachos altos esbeltos y bien corpulentos. Aunque no son mi tipo ninguno de los dos sí que me apetece pasármelo bien así que con descaro me presento en italiano y les invito a sentarse con nosotras.

La noche pasa volando y de pronto los cuatro estamos completamente borrachos y el bar a punto de cerrar. El dueño insiste en que si no nos vamos nos echará a patadas así que sin pensarlo nos levantamos dando tumbos y salimos por la puertecita del local, es tan pequeña que por poco me doy un golpe en la frente. Aunque el alcohol impide que vea el escalón que tengo delante de mi y me estampo contra el suelo. Mery y los dos italianos macizos se parten de risa pero me ayudan a levantarme del suelo. Sin embargo, empiezo a ver todo doble, de pronto, veo dos Merys, dos farolas donde antes solo había una, dos lunas, y dos.... Dos.... Dos ¡¿Alejandros?!

En mi cabeza hay un run run que persiste debido al golpe, y seguramente esté provocando que vea alucinaciones. Me agarro a los dos italianos para no caerme de nuevo pero la sonrisa de los dos Alejandros, los cuales empiezo a enfocar hasta que se convierten en uno solo, hace que vuelva a tener los pies sobre la tierra por unos instantes. Guau. Esta guapísimo. Tiene la tez algo morena y los ojos más azules que nunca. ¿pero qué narices está haciendo aquí?

–      ¿Se puede saber que haces en Italia? – pregunto tambaleante. Mi voz es de borracha absoluta y mi seriedad ha quedado atrás hace mucho rato.
–      Hola a ti también Olivia.– me regala de nuevo otra de sus sonrisas e incluso se ríe. No me lo puedo creer. Miro a Mery incrédula intentando averiguar qué narices está pasando aquí, pero cuando ella me devuelve la mirada sé perfectamente que esto es un complot. Mery le ha debido decir dónde estábamos. La miro furiosa durante unos segundos pero acto seguido intento concentrarme de nuevo en no desplomarme por segunda vez. Ya bastante ridículo estoy haciendo.
–      Aleja-jandro-dro Ven-tu tu -ra ra – consigo pronunciar su nombre de la forma más vergonzosa posible y me arrepiento de las últimas cuatro cervezas que nos hemos tomado.
–      Dios mío Olivia, no recuerdo que fueses tan mala bebedora. Espera... ¿o sí?
–      Cállate maldita sea! ¿cómo te atreves a aparecer por aquí despu- pues de un -un-un año?!
–      No he parado de pensar en ti- confiesa.
Su seriedad me alarma y me desarma al mismo tiempo y en ese momento noto como los dos italianos me sueltan y dan unos pasos hacia Mery. Ahora es ella quien se engancha a ellos y les susurra algo al oído. Los dos se ríen nerviosos.
–      Creo que nosotros tres nos vamos a dormir– dice Mery yéndose en dirección a nuestro piso. Creo que va a tener la noche más loca de toda su vida, pero me alegro por ella. Ahora Olivia, concéntrate debes estar firme y segura y parecer menos alcoholizada de lo que ya estoy.
Cuando se alejan, Alejandro da dos pasos hacia a mí y yo me quedo muda.

–      Te había olvidado...– susurro. El miedo que siento hace que mi cabeza vuelva en sí.
–      Si eso es cierto, dime que me vaya. Dime que nunca has sentido nada por mí y desapareceré de tu vida para siempre.
¿cómo me puede pedir esto? ¿cómo puede ser que Alejandro Ventura esté aquí, en el pueblecito en el que vivo idílicamente sin preocupaciones ni chicos que me rompan el corazón?

Pero no puedo mentirle. No puedo hacerlo, porque mentirle me terminaría por destrozar del todo. Haría que la herida que tengo abierta desde que le vi por última vez no cerrase nunca y doliese para siempre.

–      Si te digo que he sentido algo por ti ¿qué harás? – Pregunto apartándole un mechón de la frente. Acto seguido una ráfaga de viento veraniego hace que su perfume entre en mis fosas nasales y suspire.
–      Haría lo que tú me pidieses. Viviría contigo aquí, buscaría trabajo y comenzaría una nueva vida.
–      ¿Harías todo eso? – me quedo alucinada porque el Alejandro que estoy viendo ahora no se parece en nada al Alejandro con el que conviví durante meses, este es una versión mucho mas madura y tierna pero igual de sexy y arrolladoramente guapo que siempre.
–      Sí, porque tú has sido lo único que ha merecido la pena en mi vida. Sería un idiota si te dejase marchar una segunda vez.
Sus ojos me miran y yo les miro con pasión. Tengo ganas de llorar pero de felicidad. Siento como el circulo que era incapaz de cerrarse por fin se cierra. Siento que el vacio que había en mi interior empieza a llenarse de verdad.

–      Pues ven aquí y bésame, no quiero que vuelvas a dejarme ir. No quiero que te marches de mi vida nunca más Alejandro.
–      No lo haré te lo prometo.

Y nos fundimos en el beso más bonito, eterno y apasionado que os podáis imaginar.

FIN 💖🫶🏻🤧

UN COCKTAIL PARA LA ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora