Capítulo 18: Un postre amargo

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La cena no está yendo como debería. Alejandro acaba de decirme que no puede tener hijos, y lo peor de todo, que el hijo que espera Camila no es suyo. Algo me dice, tras escuchar a escondidas la conversación de Miranda con la cocinera, que ese hijo es ni mas ni menos que del padre de Alejandro y Marco, es decir, un futuro hermano para ellos. No hay nada que me de más asco que pensar en ello, pero trago saliva y miro a Alejandro a los ojos sin pestañear. El espera que haga algo o reaccione pero sencillamente me recoloco, cojo la bandeja con bebidas y salgo de la cocina dejándolo en el sitio. Sin más.

Atravieso un pasillo cargado de cuadros en las paredes y me escondo en un despacho durante unos segundos. Me dejo caer en el suelo y poso la bandeja cargada de copas a mi lado. Tardo unos segundos en calmar mi respiración cuando me doy cuenta de que no estoy sola.

– Disculpe, ¿se puede saber qué hace usted en mi despacho?

Por un momento no identifico de donde sale la voz, pero la reconozco perfectamente. Es Francisco Ventura, el padre de Alejandro y Marco.

– Perdóname señor, creí estar sola en la sala. –me recompongo rápidamente y me pongo recta mientras veo como aparece de detrás de unas estanterías llenas de libros.

– No se preocupe, la verdad es que necesitaba una copa ¿deja que coja una de su bandeja?

– Si..si señor. Por supuesto. – tartamudeo asintiendo como una estúpida.

Cuando Francisco Ventura se acerca a mí, me doy cuenta de que tiene los ojos rojos y la camisa mal abotonada. No parece estar muy fresco ni tampoco preparado para la cena de esta noche. Algo me dice que esta no es la primera copa que se lleva a la boca esta tarde.

– ¿Eres Olivia, verdad? La camarera que tiene a mis dos hijos completamente enamorados.

Me quedo callada pensando en lo que este señor acaba de afirmar. Mi respiración se agita y no puedo mover las piernas. ¿en qué momento he permitido que surja esta conversación de la nada? La lengua se me duerme y por poco se me olvida respirar.

– No tienes que afirmarlo ni negarlo. Pero conozco a mis hijos lo suficiente como para saber cuándo están colados por una mujer. Una lástima que no puedas estar con ninguno de los dos... aunque quizás tu y yo podamos....

– ¡¿Cómo ha dicho?! – le corto en seco antes de que pueda terminar la frase. Me aparto de su mirada y doy un par de pasos hacia atrás. En dirección a la puerta.

- He dicho que aunque no puedas tener a mis hijos quizás pueda ofrecerte algo que sea de tu agrado. Al fin y al cabo somos la misma genética, si te gustan los dos ¿por qué no yo?.

En seguida veo que ha sido un error huir de Alejandro para toparme con su asqueroso padre. Me sudan las manos y la bandeja que sostengo se me resbala sin previo aviso. En ese instante cruzo una mirada con Francisco, y puedo intuir perfectamente lo que va a hacer. Aprovecha mi desliz con la bandeja para abalanzarse sobre mí y estamparme contra la pared. Comienzo a gritar desesperada pero pronto tapar mi boca con una de sus manos mientras todo su cuerpo me aprisiona contra la puerta y me deja sin respiración. Mi cabeza está completamente en blanco, presa del pánico y para nada preparada para lo que va a suceder.

Intento zafarme de él pero su complexión es idéntica a la de sus hijos. Una torre dura y fuerte inamovible, ni siquiera la edad parece haberlo pasado factura. Le intento pegar un rodillazo pero soy tan pequeña comparado con él que a penas surte efecto. Cuando su mano comienza a retirarme la camisa que llevo puesta empiezo a hiperventilar, a sentir que no hay escapatoria y siento que a penas podré sostenerme en pie mucho mas tiempo. Derrotada por sus movimientos precisos bajo mi camisa, un fuerte golpe en la cabeza y en la espalda me abalanza sobre el y caemos sobre el suelo de mármol. La puerta sobre la que estaba presionándome y reteniéndome se ha abierto y veo una luz y una figura. Pero eso es todo porque tras intentar recomponerme por miedo a que vuelvan a atacarme me desmayo.

...

– ¿Olivia? – escucho mi nombre pero mis sentidos se tambalean. – ¡OLIVIA!

¿Pero quién grita con tanta intensidad? ¡por favor intento dormir!

Durante unos segundos me doy cuenta de que lo que tengo de bajo no es mi cama si no un suelo frio y lleno de cristales. Cristales que han dejado las copas que cargaba y que derramé cuando mi mano comenzó a sudar demasiado. En ese instante abro los ojos y me incorporo tan abruptamente que mi frente choca con la de otra persona.

- ¡JODER! – Exclamo tocándome la frente. Me la masajeo durante unos segundos y después me apresuro a abrir los ojos. Por favor que no sea Francisco por favor que se haya marchado de aquí.

- Olivia mírame, dime como estás. Mi hermano y yo pasábamos por el pasillo cuando escuchamos como se rompían cristales en el despacho de mi padre y ....– Marco Ventura me mira con sus grandes ojos y me agarra de la nuca para que me mantenga firme. No puedo sostenerme ni sostenerle a él la mirada.

Mis ojos recorren la sala y no ven a Francisco por ninguna parte. Pero sí me topo con Alejandro quien desde todo lo alto que es me observa desde la entrada. Mi mirada va desde los ojos de Marco a los de Alejandro sin dar crédito de lo que acaba de suceder. ¿lo sabrán? ¿sabrán que su padre ha intentado....?

– Creo que te debemos una disculpa.– dice Alejandro como si me hubiese leído el pensamiento. Pero poco puede hacer una disculpa tras haber estado a punto de ser violada.

– No merece la pena. Ni siquiera te molestes en intentarlo.– le digo mientras me zafo de la mano de Marco. Desde luego que este no ha hecho nada para cabrearme pero su hermano y su padre sí. Y ya no aguanto más estos giros abruptos y dramáticos. – Olvidaros de mí, ya no soy vuestra camarera, ni vuestro entretenimiento. Creo que ha quedado claro como actuáis los Ventura, veis cualquier minimia ocasión para aprovecharos de la camarera indefensa.

– Eso no es cier...

– ¿Qué ha pasado aquí? – la voz estridente de Camila interrumpe la conversación con Alejandro y me saca de mis casillas.

– Que Francisco Ventura se ha propasado conmigo y ha salido corriendo como un gallito asustado.

Cuando suelto esas palabras que desde luego Camila no se esperaba, esta hace unos aspavientos con los brazos y sale de la sala con los ojos llorosos, lo que me confirma su relación secreta con Francisco. Alejandro que también empieza a entender lo que está pasando dice:

- No lo puedo creer.

- ¿El qué? – pregunta Marco. Al pobre nadie le está explicando nada y no parece estar muy atento a las señales rojas que hay por todas partes en esta maldita casa.

- Que tu padre es un salido, que casi me viola y que ha dejado embarazada a la novia de tu hermano. – explico con total naturalidad. Ya nada puede frenarme los pies. Como bien se ha dicho siempre: "para un día que me queda en el convento me cago dentro"

Alejandro cierra los ojos y respira profundamente. Por algún motivo me parece que esa respiración es de alivio. Como si alguien por fin hubiese dicho en voz alta lo que tanto le costaba a él ver. Es una realidad. Lo que acaba de ocurrir es imperdonable y lo de Camila con Francisco no tiene vuelta atrás.

– ¿CÓMO? – exclama Marco. Sospecho que se sorprende por lo segundo, dado que el hecho de que me haya asaltado ni mas ni menos que su propio padre era algo previsible por su actitud.

– Lo que escuchas hermano. En cuanto Camila me contó que estaba de un par de semanas supe que era imposible que fuese mio, y además, Miranda no hace mas que hablar de lo mismo. Les ha visto meterse en las habitaciones para invitados varias veces.

Alejandro lo explica como quien explica que se va mañana a hacer senderismo. Es posible que esto sea su via de escape y que por primera vez en su vida pueda tener la excusa perfecta para escapar de la perfecta villa Ventura. 

UN COCKTAIL PARA LA ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora