Capítulo 6: Mentiras

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Mentiras. Eso es lo que mi cabeza lleva años formulando, solo mentiras. Mentiras para auto convencerme de que el placer realmente no existe, de que el placer solo puede encontrarse a través de las paginas de un buen libro o viendo una película repleta de escenas intimas y comprometidas. De esas que aparecen justo cuando tus padres están al lado en el sofá y haces como que no miras la televisión pero en el fondo sientes mucha curiosidad por saber cómo cuándo y por qué ha pasado lo que ha pasado. Ya me entendéis. Pero no. Esas mentiras estaban hechas de cristal y Alejandro Ventura las ha roto sin a penas derramar una gota de sudor.

Su olor, su pelo, y sus ojos me han hecho sucumbir a sus encantos por segunda vez en lo que llevamos de semana. Y ahora mi camisa y mi chaleco de pingüino han acabado arrugados en el suelo y mi pelo se ha vuelto lo mas parecido a un nido de pájaros en celo. Y estoy segura de que he perdido todo mi encanto.

– Tienes que irte. –su semblante se torna serio mientras se anuda de nuevo la pajarita. Ni siquiera me dirige la mirada.

Mi corazón se resiente dolorido ante esa afirmación tan rotunda. Aunque ¿qué esperaba? ¿Que me llevase en brazos a su habitación y rodease la cama con pétalos de rosa?

Soy lo más parecido a cenicienta, solo que no acabaré con el príncipe y lo más seguro es que si esto fuera mi cuento acabaría convertida en calabaza.

En ese instante escuchamos dos pares de tacones de aguja andar hacia nosotros. ¡Mierda! Me apresuro a ponerme de nuevo toda la ropa que ha volado de mi cuerpo al suelo y me quedo agachada durante unos segundos. La conversación entre dos mujeres se escucha cada vez más cercana a nosotros. Y ahora soy yo la que se tapa así misma la boca.

– Alejandro es una persona difícil pero debes tener paciencia Camila. – dice una voz que reconozco. Victoria Capell y por lo que deduzco Camila, la prometida de Alejandro, está con ella. Y se dirigen hacia nuestro pasillo.

Madre y prometida. Prometida y madre. Estoy muerta.

Tengo que salir de aquí o mi tortura será mucho peor que echarme a los leones. Me colgarán boca abajo de un árbol y dejarán que los invitados me apaleen. Me convertiré en la piñata de la fiesta. Solo que no creo que saquen muchos caramelos de mi interior. Mas bien algún que otro cacahuete de los bolsillos traseros que he robado del bar.

– ­Sabes que vuestra unión traerá muchos beneficios a nuestras familias. La empresa familiar Ventura volverá a flote y tu padre dispondrá de los contactos que necesita para sus negocios. Mi marido Nicolás se los facilitará en cuanto os hayáis casado.

– Me prometisteis que Alejandro me amaría, ¡y no ha hecho más que evitarme! No pienso seguir con esto mucho más. Debe cambiar, debéis obligarlo a cambiar... Pero... ¿Qué es ese olor? Parece que huele a puro... ¿Hay alguien aquí?– pregunta Camila. Victoria y ella se detienen en seco.

Miro con los ojos como platos a Alejandro. Él me hace un gesto para que guarde silencio y agita sus brazos en una cruz para que no haga ningún movimiento. Pero sé cómo acabaría esto si nos viesen aquí juntos. Así que salgo de mi escondite.

Alejandro tira de mi manga pero me deshago de su mano y le echo una ultima mirada. Una mirada que quiere pedirle perdón pero a la vez intenta que no me asesine después por haberlo hecho.

Esto va a ser peor que el hundimiento del Titanic.

– ­Eh sí, perdonad, he venido aquí a fumarme un cigarrillo. – digo tosiendo falsamente.

– ¿Y tú eres...? – pregunta Camila con un tono de indiferencia que me pone los pelos de punta. Lleva un vestido amarillo pollo y un colgante de piedras preciosas en el cuello que prácticamente me deslumbra.

UN COCKTAIL PARA LA ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora