Andy Barber

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°| ADVERTENCIA: posible consumo de bebidas, infidelidad, smut, one shot descriptivo y explícito |°

Aparcaste tu Mercedes Benz E Class fuera de tu gran casa. Saliste del auto con tu cartera baguette negra en la mano, sacaste las llaves de la puerta principal y subiste los escalones que daban a esta.

El sonido de tus tacones era lo único que podías escuchar aparte de la brisa que mecia los árboles.

Antes de entrar apretaste el botón de “cerrar” de tus llaves del auto y cuando lo hiciste produjo un sonido en el auto que avisaba que ya estaba completamente asegurado. Metiste la llave en el cerrojo y diste las vueltas necesarias para abrir.

Una vez dentro, cerraste de nuevo, tus tacones hicieron un eco en la casa, el piso estaba pulido y brilloso, caminaste hacía el sofá más grande de la sala de estar, dejando tu cartera de lado y te sentaste. Te agachaste un poco para poder alcanzar la hebilla de tu tacón y lo quitaste haciendo lo mismo con el otro, liberando tus pies.

—Hola.

Te sobresaltaste al oír una voz grave y fuerte, esa voz la conocías muy bien, más de lo que desearías. Rodaste los ojos al verlo y suspiraste cansada.
—¿Qué haces aquí? —preguntaste —. ¿Cómo entraste?

—¿Se te olvida que conozco a Lina? —fue la respuesta de Andy.

—Tal parece que voy a tener que desconfiar de Lina ahora en adelante.

Lo miraste. Estaba vestido con su típica camisa blanca y sus pantalones elegantes, seguramente su saco estaba en algún lado de tu casa. Las mangas de su camisa estaban dobladas dejando ver sus fuertes brazos, los cuales estaban cruzados.

—¿Qué se le ofrece, señor Barber? —dijiste en un tono burlesco y sonreíste con sarcasmo.

—Sólo quería estar contigo.

Te levantaste del sofá y caminaste para llegar a la cocina, la cuál estaba un poco retirada de la sala. Sentiste a Andy caminar detrás de ti.Soltaste una carcajada amarga y al llegar a la cocina, te pusiste de puntillas para abrir un gabinete.

Andy miró tus muslos y tu trasero. Carajo, ese vestido que llevabas si que era hermoso... Y corto. Era negro de satin, con la espalda descubierta y de tirantes, no llegaba más allá de tus muslos y tu cabello estaba recogido en una pinza. Tomaste una copa y serviste el vino hasta la mitad.

—Eso no fue lo que querías hace una semana —dijiste fría. Suspiró profundo, tratando de calmar su enojo y frustración. Tomaste un trago de vino mientras lo mirabas.

—Ya Laurie no me interesa, no me importa en lo más mínimo, sólo me importas tú —dijo, acercándose a ti y quitando la copa de tu mano para dejarla en la isla de la cocina.

—¡Oye! Estaba bebiéndola. —reclamaste.

—Deja de hacer berrinche. Escúchame... —tomó tus hombros, mientras tratabas de apartarlo pero fue inútil.

—¡No me interesa lo que me quieras decir! ¡Déjame en paz, fuiste muy claro la última vez que nos vimos, Barber! —gritaste, cuando por fin pudiste liberarte de su agarre. Resoplaste, quitando la pinza de tu cabello y dejando que cayera sobre tus hombros.—Dijiste que no querías estar conmigo porque amabas a Laurie y no querías romper a tu familia "perfecta" —dijiste, haciendo comillas con tus dedos—. Ya vete, Andy, en serio estoy harta de ti y de tus mentiras.

—¡Lo que te dije fue una mentira, ¿si?! —gritó — ¡No sé porque te dije tantas cosas y tantas mentiras! ¡Lo único que quiero es estar contigo porque te amo!

—¡Deja de estar mintiendo! ¡Busca a otra estúpida que te crea porque yo ya no lo hago!

—¡Nos amamos, T/N! ¡Deja de mentirme tu también porque sabes que es así!

El silencio se hizo presente y Andy caminó hacía ti despacio. Puso una mano sobre tu cintura y te acercó a él, buscó tu mirada pero sólo mirabas a otro lado.

Besó tu mejilla y fue haciendo un camino de besos hasta tu cuello al ver que no te negaste y pusiste tus manos sobre sus hombros. Bajó una mano hasta tu espalda desnuda y te besó con necesidad, correspondiste al beso y tomaste su cabello, despeinándolo.

Andy tomó tus piernas enredándolas en su cintura y te apoyó contra la encimera. Sentiste su lengua colarse por tu cavidad bucal y recorrerla, suspiraste al sentir el roce de su bulto contra tus bragas de encaje.

Pasaste una mano por su pecho vestido hasta llegar a la hebilla de su cinturón y desabrocharlo.

Lo acariciaste por encima y sentiste sus manos acariciar tu trasero antes de quitar tus bragas. Gemiste al sentir sus dedos rozando directamente con tu núcleo mojado.

Pronto Andy entró en ti con fuerza, echaste la cabeza hacia atrás gimoteando y meciendo tus caderas indicándole a Andy que se moviera. Andy gruñó al sentirte tan apretada y tus paredes mojadas lo ayudaban a deslizarse y provocaba un sonido obsceno.

Tomaste su mandíbula y besaste cuello, dejando algunas marcas. Desabrochaste su camisa y acariciaste su pecho, Andy bajó los tirantes de tu vestido y besó tus pechos, aumentando aún más sus embestidas, provocando que pusieras los ojos blancos de placer y arquearas los dedos de tus pies, apretándolo más a ti para que se enterrara más profundo.

—Mierda... —suspiró en tu cuello, se separó un poco de ti para verte. Mordiendo tu labio tratando de callar tus escandalosos gemidos, tu piel aperlada por el sudor y tus mejillas sonrojadas.

Andy se sentía en el paraíso contigo así. Ese desastre tan hermoso provocado por él. Lo tomaste de las mejillas al sentir el nudo formarse en tu vientre, las embestidas de Andy se volvieron más frenéticas y sabías que él también ya estaba a punto de venirse.

Unas embestidas más y Andy tomó tus caderas con más fuerza, enterrándose más profundo y llenándote con su semilla caliente, al mismo tiempo que tú climax llegaba y tus fluidos se unían con los de él. Ambos trataban de recuperar el aliento, Andy tomó tus mejillas y dejó un beso en tu frente sudorosa.

—Te adoro, cariño —susurró agitado—. Lo hiciste bien. Te amo...

Dejaste un beso en su hombro y lo abrazaste pegando su pecho desnudo con el tuyo y Andy siguió susurrando cosas dulces y tiernas mientras acariciaba tu espalda.

Salió de ti lentamente, pero gemiste al sentir su ausencia, suspiraste cansada. Andy subió los tirantes de tu vestido mientras te miraba fijamente a los ojos. Te sonrió y le devolviste la sonrisa.

—¿Ahora me vas a decir que no me soportas y no me amas?

—Cállate.

Rió para luego abrazarte dejando un beso en tu cabello.

—Tambien te amo, Barber —susurraste y él sonrió aún más.

—Ya lo sé.

Le diste un golpe en el hombro y se rieron.

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•ⓄⓃⒺ ⓈⒽⓄⓉⓈ• 𝕄𝕦𝕝𝕥𝕚𝕗𝕒𝕞𝕗𝕠𝕞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora