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Mientras aguardaba en la sala de consulta para ver a su médico, Jisung no podía dejar de pensar en Minho. Se sentía tan... frustrado. La noche anterior había sido increíble y nunca en toda su vida había sentido una conexión tan fuerte como la que sentía con él.

Le había hablado de cosas de las que no había hablado con nadie, y aunque había estado seguro de que al despertarse por la mañana Minho ya no estaría allí, al abrir los ojos había visto con asombro que seguía allí, a su lado, profundamente dormido.

Como un idiota casi había estado a punto de creer que aquello podía significar que algo había cambiado, pero entonces le había dicho que iba al médico, él había saltado como un resorte y Jisung había comprendido que habían regresado a la casilla de salida.

Debería haber puesto fin a aquello en ese mismo momento, cuando todavía podían quedar como amigos, pero no se sentía preparado todavía para marcharse. Quería pasar todo el tiempo que aún le quedaba con él.

En ese momento salió el médico a decirle que pasara. Unos minutos después el ginecólogo había terminado de examinarlo y decirle que estaba todo bien.

Sin embargo cuando Jisung salía del hospital y se dirigía al lugar en donde había dejado estacionado su coche, tuvo la extraña sensación de que había alguien observándolo.

Se detuvo y miro a ambos lados de la calle, pero nadie parecía estar mirándolo ni veía a nadie sospechoso. Probablemente Minho le estaba pegando sus paranoias, pensó. Decidido a no preocuparse siguió caminando, pero cuando acabo de hacer algunas compras y estaba guardando las cosas en el coche, en el aparcamiento del centro comercial, volvió a tener la sensación de estar siendo observado.

Se subió al coche, pero aunque miro por el retrovisor varias veces durante todo el trayecto de regreso, no vio que ningún vehículo lo estuviera siguiendo.

Cuando llego a la casa pasó por la cocina y vio a la señora Lisa encaramada en una de las banquetas escribiendo lo que parecía una lista de la compra.

— ¿Necesita que lo ayude con eso? — Le pregunto la mujer señalando las bolsas que llevaba.

Jisung no acababa de acostumbrarse a que de repente el ama de llaves se mostrara tan buena con él.

— ¿Quién es usted y que ha hecho con la señora Lisa? — Le pregunto mirándola con los ojos entornados.

La mujer puso los ojos en blanco y resoplo.

— ¿Necesita que lo ayude, o no?

— No, gracias, puedo con ellas. ¿Sabe si Minho está en su despacho?

— Creo que está arriba, en su habitación.

— Gracias.

Jisung se dirigió hacía las escaleras cuando vio algo extraño. Alguien había descorrido las cortinas y había luz por toda la casa. Era la primera vez que las veía así y la casa parecía otra.

Fue de habitación en habitación y acabo de nuevo en la cocina.

— ¿Se ha perdido? — Le pregunto la señora Lisa, mirándolo extrañada.

— No, eso solo que... todas las cortinas están descorridas.

La mujer le dirigió una mirada interrogante.

— ¿Y?

¿Acaso una explicación de todos aquellos cambios repentinos era mucho pedir?

— No, mejor olvídelo.

Salió de nuevo de la cocina y subió al piso de arriba cargado con las bolsas de lo que había comprado. Al llegar a la habitación de Minho llamo a la puerta, y cuando vio que no contestaba pensó que quizá estuviera hablando por teléfono con alguien, y pensó en irse a su cuarto a esperar que acabara, pero al último decidió volver a llamar.

ᴇᴍʙᴀʀᴀᴢᴀᴅᴏ ᴅᴇ ᴜɴ ᴍɪʟʟᴏɴᴀʀɪᴏ || ᴍɪɴꜱᴜɴɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora