Capítulo III

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El sol estaba en su punto más alto y bañaba con sus rayos toda la tierra.

Más se sentía intensificar en los reyes y soldados del reino que era custodiado por dragones.

Katsuki y sus padres se hallaban frente a la hermosa e imponente criatura que los tenía alarmados en una paradoja de desconocida procedencia.

- Colmillo - llamo tranquilo el Rey Masaru - ¿Has venido a decirme lo que sucede al fin?

El dragón asintió.

- Hay algo de lo que debe enterarse Mi Rey - empieza a decir.

- Por favor, quita mis dudas y hablame de lo que has descubierto - pide tranquilo.

- Es de suma importancia Rey mío, y debe cumplirse inmediatamente - sigue diciendo.

- ¿Que provoca tanta urgencia? - pregunta confundido.

- Necesito una buena porción de comida humana - dice, dejando perplejo a los miembros de la realeza - comida que abunde en proteínas y vitaminas mi señor, de preferencia, cuánto antes sea entregada, mejor - termina diciendo.

¿Acaban de escuchar bien?

¿Para que los grande dragones pedían comida humana?

- ¿Necesitas algo más? - pregunta sarcástico el joven príncipe.

El dragón lo considero, y no tardando asintió.

- Ahora que lo menciona mi joven príncipe, admito que si se requiere con urgencia los servicios de alguien más - dice, provocando que Katsuki enfurezca su mirada.

¡Era sarcasmo! ¿Que los dragones no lo conocían o qué?

- ¿Que pides? - preguntó con poca paciencia la Reina Mitsuki.

- Requerimos los servicios de su fiel curandera, la Sra. Chiyo - concluye.

Las alarmas en quienes portaban corona se dispararon a morir.

Uno enfadado mientras los otros estaban indignados.

Y quién era consumido por la furia no tardó en mostrar su opinión.

- ¿A quien albergan en el corazón de la montaña? - preguntó el alfa castaño, serio y de mal humor.

Y su pregunta nadie respondió.

- Dragones - musito furioso - están cumpliendo desacato - dijo, provocando un gruñido en Colmillo - me veré en la obligación de usar el cetro de poder - culminó, provocando está vez, que no solo Colmillo rugiera en amenaza.

Rayko salió de la entrada y rugió junto a Colmillo.

Los reyes y soldados se vieron en la obligación de retroceder pues los rugidos no fue lo único empleado.

Pronto llamas de rojo y naranja bañaron las cabezas de todos ellos.

Retrocedieron unos veinte metros asta que las llamas de ambos dragones no alcanzaban, pues a pesar de escupir su flameante aliento no se movieron de su puesto.

Sin embargo, pronto de las cuevas más altas empezaron a salir varios dragones, todos ellos mayores y de fiel confianza a su líder.

El séquito dragón estaba reunido en las entradas custodiandola y amenazando a su propia gente, entre ellos, a sus reyes.

- No amenace, Mí Rey - respondió furico el mismo Rayko - incumpla la sagrada regla y se verá envuelto en mis más ardientes flamas - Masaru empuñó fuerte sus manos - cumpla con los requisitos exigidos, o abstenga se a las consecuencias - concluyó.

Tesoro Perdido e Invaluable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora