Capítulo V

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Pasaron algunos días y la rutina era la misma. Pero los dragones sabían que no era sano para el Omega permanecer tanto tiempo con ellos, así que con ayuda de Chiyo y a espaldas del pecoso, concordaron que al día siguiente debían sacarlo.

Siete días después desde que el peliverde llegó a ese mundo la veterana curandera se preparaba en esa noche para el día siguiente. Sabía que el pecoso no confiaría y sería difícil para el, en todo ese tiempo aún temblaba y chillaba asustado cada que se acercaba. No duda que con los Alfas sería peor.

Con la salida del sol del octavo día los guarida le habrían paso a la mujer de canas, quien llevaba en esta ocasión un caballo diferente.

Izuku por su lado despertaba de su sueño algo adolorido. Los días transcurrían y con ellos sus esperanzas. Había conversado con la mayor un par de veces en busca de saber dónde se encontraba, y puede asegurar que ese mundo es uno totalmente diferente al de dónde provino.

Los países que el bien conocían eran reinos en ese mundo, las grandes máquinas y artefactos de avanzada tecnología era desconocidos en esa realidad de fantasía, dónde la magia reina y los dragones vuelan.

El pecoso estiró su cuerpo en espera de la anciana, que unos pocos minutos después llegó con su usual cargamento. Trayendo un carrito repleto de comidas y delicias.

Luego de un desayuno lleno de proteínas y nutrientes que el Omega necesitaba, procedieron a darle un baño y tratamiento a sus heridas.

Los golpes que el pecoso portaba en su mejilla izquierda y párpado derecho sanaron por completo, al igual que los rasguños y golpes en sus hombros y brazos. Sin embargo, los colores fríos y oscuros aún adornaban la espalda y el resto del cuerpo del Omega.

Cuando las vendas rodearon la palida piel llena de ungüento y moretones, Chiyo procedió a vestir al pecoso con un vestido de su talla.

- No quiero usar vestido - se quejo el pecoso, frunciendo el seño y cruzando sus brazos.

- Joven - llamo la anciana - por favor, ya no cuanto con kimonos de tu talla, y no puedo mandar al costurero hacer uno nuevo para cada día - explicó la mayor, aún ganándose una mirada seria del contrario - por favor.

Para Izuku era un poco difícil aceptar usar vestido, incluso en su mundo los Omegas vestían tales ropas, sin embargo, el no tiene buenos recuerdos usando uno.

No tiene buenos recuerdos de nada.

*Debería ser ilegal que esos fenómenos usen vestidos, arruinan la moda con solo intentarlo*

Izuku suspiró, mordiendo su labio inferior de pura ansiedad, no quería, de verdad que no.

- Tranquilo - consoló la contraria, tomando su mano derecha y a cobijandola entre las suyas propias, sonriendo tranquila.

El pecoso la vio, vió el atuendo y no pudo evitar que sus ojos se humedecieran, el vestido era bonito, parecía tener una falda larga de color negro y con pliegues formando un borde ancho, con un corset del mismo color junto a pequeños detalles dorados; la blusa es, en cambio de color blanco descubierta en los hombros con pequeños volantes en el borde, tenía mangas larga y transparentes con los mismos volantes en las muñecas.

Era muy bonito y no quería arruinarlo, no quería arruinar tan bonito traje con su cuerpo sucio y lleno de heridas.

- Vamos - demandó la mayor.

Izuku no tuvo el valor para negarse, siguió las instrucciones de la anciana mujer y permitió que lo vistiera. Chiyo ajusto el corset y peino con gentileza los cabellos verdes, limpio adecuadamente los pies descalzos del menor y le puso un par de zapatos con bajo tacón. El pecoso admiró el bonito vestido y quiso llorar de impotencia, tomo en sus manos el borde del vestido y giro frente a la contraria.

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⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

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