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Una suave melodía se escuchaba desde aquella pequeña cocina que era producida por los finos labios de él blanquecino alfa, quien preparaba un delicioso aperitivo para el cachorro que esperaba impaciente desde la sala – ¡tío yungi! – llamo el menor al correr hacía donde estaba el rubio hombre que lo esperaba con una linda sonrisa -- ¡tengo hambe! – el alfa asintió y vio como sobaba su pancita con desesperación, pero su expresión cambió cuando vio las deliciosas galletas de chocolate y la leche de fresa, en ese momento su ojitos brillaron al mismo tiempo que miraba a su mayor, esté solo volvió a asentir.

- Es todo tuyo, tae tae – el cachorro de apenas 4 años tomo el platito de las galletas para después salir corriendo hacia el comedor y esperar que su tío llegue con la leche de fresa, ya que él estaba chiquito y temía que se regara al traerlo – come todo, sí. Yo estaré un rato en mi habitación. – el niño asintió con una sonrisa y vio a su mayor desaparecer en el posadillo.

Después que el cachorro terminara de comer, se levantó de su asiento y llevó los trates al lavadero para así poder ir a ver un ratito sus caricaturas preferidas hasta que sea tiempo de tomar una siesta. Cuando termino, un pequeño bostezo salió de su boquita al estirar sus brazos con pereza y se levanta del sillón para dirigirse a la habitación del alfa, pero en ese momento un sonido llamó su atención, así que con curiosidad se dirige hacia él y lo toma en manos para ahora acelerar sus pasados – tío yungi...--

El menor asoma la cabeza al momento de susurrar el nombre de su mayor, quien estaba sentado en su escritorio con la laptop prendida al mismo tiempo que escribía en ella – ¿Qué ocurre, cachorro? – el niño entra y estira sus bracitos para entrégale el celular, esté solo le sonríe asintiendo al saber lo que pasaba – bien, anda ve a dormir un poco – le regalo un besito en su mejilla para después arroparlo en las sábanas negras de su cama y así salir de la habitación a contestar la llamada – Madre...-- habló escuchar la voz chillona de la mujer tras el teléfono.

- Mi niño hermoso. Extrañaba tanto escuchar tu voz – aquello hizo sonrojar al muchacho al mismo tiempo que suelta un quejido ante lo cursi que puede ser su progenitora – Y dime, ¿Ahora si puede hablar con mi yerno? – aquella pregunta tenso el cuerpo del alfa que sintió su corazón detenerse y sus labios temblaron al no saber qué responder – Yoongi... ¿Está o no? – el pálido salió de sus pensamientos y con voz nerviosa decidí responder.

- Eh... él no está madre, salió a hacer algunas compras... si, eso – el silencio que dejó la mujer puso nervioso al alfa que impaciente espera saber si la excusa volvió a servir como lo hacía en todas las llamadas que recibía de ella – madre...

La risita de la mayor ocasionó que el corazón del alfa volviera a latir – vaya, sí que ese muchacho es escurridizo. Pero no hay problema. – con tartamudeo el blanquecino afirmó aquello – Dile de mi parte que el próximo mes iré a visitarlos, y no quiero excusas para no conocerlo – sin más, la llamada fue corta. Yoongi dejó caer el celular al piso, ante lo que había escuchado y al saber que estaba en graves problemas.

Desde hace 4 años se había mudado a Seúl para independizarse y conseguir un buen trabajo, además que en ese tiempo las insistentes llamadas de su madre preguntándole si ya había conseguido pareja eran realmente desesperante para el alfa, quien al principio le decía que aún no había encontrado a la persona correcta. Pero desde el año pasado le había comenzado a contar unas cuantas mentiras que ocasionaron que su problema sea a un mayor, diciéndole que ya tenía pareja y que estaban comprometidos.

--Estoy en problemas...

--Estoy en problemas

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