Prólogo

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"Nacer para sobrevivir, sobrevivir para morir y morir para vivir".

Era extraño pensar como esa era la frase que vino a mi para colocar en el prólogo mientras escribía el título del libro, algo que llevaba postergando ya un buen tiempo, y que ni mi voluntad, deseo, anhelo o cualquiera de los sentimientos que impulsan al ser humano a actuar habían logrado hacer que me encaminara a la acción de sentarme (o quizás acostarme) y letra por letra, palabra por palabra, párrafo por párrafo y pág... Bueno, ustedes lo entienden, referente a construir una obra. con todas esas explosiones e invasiones de ideas que en mi mente hallaban puerto. Aunque la gente pueda sorprenderme diariamente (cosa que no ha sucedido estos días, contradictoriamente) siento que sería difícil o al menos muy relativo el sentido que pueda atribuirsele a la frase de más arriba... Plantea una contradicción el decir que "para vivir hay que morir" en el sentido literal de la palabra, más la muerte también se vuelve un concepto relativo en estos días, y la forma en que la plantean muchos positivistas, realistas y personas con carácter negativo; No se necesita estar vivo para morir. La ilusiones, los sentimientos, los sueños y demás mueren, incluso cuando no respiraban y de carácter físico carecían.

A veces me entregaba al orgullo y arrogancia, pensando que solo escribiría cuando estuviese listo, cuando ya estuviese preparado y hubiera leído 100 libros sobre hacer libros y otros 100 para corregir libros y quizás unos 50 sobre cómo inspirarme para escribir. Así hubiera derrochado mi tiempo, perdiendolo en falta de acción, ausencia de emoción y ninguna presencia de moción. Otras veces me sentía pesimista, pensando que debía crear todo un mundo diferente del que ya me encontraba, con rasgos y características de alta fineza y detalles nada superficiales, que Dios se encontraba en los detalles y por ende, la perfección sobre lo que buscaba. Pasaba el tiempo, leía una que otra obra e incluso, los libros más aclamados por la crítica y más reconocidos por grandes lectores, llegaban a tener una pequeña falla de continuidad o una mesa redonda se volvía cuadrada cinco páginas más adelante.

Para que pudiera nacer alguien que escribiese, tuvo que morir alguien que pensaba en escribir; Un sacrificio del pensamiento de acción por una acción real.

Aunque claro, en este momento que voy parafraseando todo, obviamente estoy vivo una vez más. Quizás mañana muera un poquito, una pizca, una gota de mi alma se derrame, pero supongo que lo importante ahí sería... Llenar mi alma cuántas veces sea necesaria hasta encontrar un balance, hasta encontrar paz.

Hablando un poco el ambiente en el que se desarrolla toda la trama y lo demás del libro, fuí de lo menos específico para dejar interpretaciones al lector de, aunque claramente, aquellos escenarios que no tienen cabida en la "vida real" del relato, son un poco imaginativos y puede que confusos para imaginar, más, mientras se conserve la intención de una idea, la respuesta no es incorrecta, solo diferente a la que, yo como escritor, traté de plasmar a mi forma.

Es curioso la cantidad de cosas que pasaron desde que comencé la primera página, pues aunque no me sentía pesimista al respecto, ya había intentado hacer algo por el estilo unos pocos años atras cuando apenas tenía trece a catorce años y me sentía algo impotente por mi capacidad para hacer cientos de cosas. Pensé que podría adelantar todas esas habilidades que no se adquieren sino hasta después de los veinte, lo cual fue y sigue siendo gracioso que alguna vez haya pensado eso pues, conocí personas que me triplicaban la edad que no necesitaron nada de eso en su vida y que al parecer, todavía siguen sin esa necesidad.

Es cierto; aprendí una que otra vaina (como dicen en mi pueblo), pero la vida me enseñó la mayor de las lecciones en este último año en el cual, se encargó feroz, agresiva y dramáticamente de ilustrarme sobre cómo son importar cuánto lo crea o lo piense, aún no aprendo lo suficiente para continuar viviendo, pero irónicamente, necesito seguir viviendo para seguir aprendiendo. Digamos que fue mi manera de aprender a vivir: vivir aprendiendo.

No mentiré, la honestidad la llevo por ley (aunque a veces me pase de cínico). Nadie me desmotivó mientras escribía todo esto, al contrario y daría mis agradecimientos aquí pero hay otra página destinada para eso. Nadie me puso el pie, nisiquiera yo mismo, que diligentemente hacía una cantidad de páginas por los pocos meses que estuve trabajando en esto de forma simultánea con el montón de otros hobbies y actividades domésticas que practicaba en casa. Quizás lo más cercano a qué alguien me frenará era cuando ya era de madrugada y me llegaba un mensaje espontáneo de una amiga diciendo "¿No ve la hora o que? Descanse, idiota"; algo cruel pero con buenas intenciones y yo continuaba de terco, levantándome temprano, ocupando cada segundo del día en algo.

18 segundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora