I want you to stay even though you don't want me
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Las cortinas de la habitación estaban descorridas y la luz de la calle se filtraba a través del visillo, otorgándole una luminosidad baja a la estancia. Hermione decidió que le gustaba, pero quería más.
Deseaba ver con claridad el rostro que él pondría cuando estuvieran entrelazados juntos, moviéndose a la par. No quería perderse nada de esos ojos oscuros carcomidos por el deseo mientras su boca borboteara palabras y frases en su idioma natal que ella no lograba entender pero que se sentían tan íntimas, como si fueran murmuradas solo para ella.
Así que cuando él la dejó de pie a un lado de la cama, llevó la mano a su moño desordenado y recuperó su varita, utilizada a modo de palillo chino. Sonrió ante sus cejas levantadas y murmuró un encanto rápido, encendiendo la lámpara sobre la mesa de noche.
—Quiero que me veas —explicó, estirándose para dejar la varita sobre la mesa—. Y también quiero verte.
La sonrisa que recibió a cambio le indicó que su deseo era bienvenido.
Confiada, apoyó las manos en su pecho, empujándolo y haciéndolo retroceder hasta sentarse sobre la cama mientras ella se quedaba de pie entre sus rodillas.
Disfrutó del guiño torcido que él le regaló mientras obedecía, acomodándose mejor en la cama, más que dispuesto a ver qué era lo que ella ofrecería.
Hermione paseó las manos sobre su cabello oscuro, rascando apenas el cuero cabelludo; deslizó los dedos por la línea de su mandíbula en una caricia perezosa mientras memorizaba sus rasgos.
Su dedo índice subió para trazar la curvatura de su nariz torcida, rasgo que supuso se debería a los gajes del deporte. Sus ojos oscuros le sostuvieron la mirada mientras ella exploraba.
No, de ninguna manera él cabría en el concepto de lindo. No tenía la expresión infantil de los ojos azules de Ron combinados con su mohín inocente, o los rasgos obviamente guapos de Cormac. Tampoco tenía el aire intelectual de Peter, el chico muggle con el cuál había mantenido unas cuántas citas pasadas.
Pero era atractivo de una manera que solo podía clasificarse como varonil. Y quizás ella estaba siendo cliché al respecto, pero la combinación de hombre viril, moreno, robusto y extranjero se daba bastante bien en él.
Le recordó las novelas románticas a las que sus tías eran tan aficionadas, donde la protagonista caía rendida por un ejemplar bastante estereotipado de hombre y acababa descubriendo que era un dios en la cama.
Se rio para sí misma.
Estaba dispuesta a saltarse todo el lío romántico innecesario de la historia y pasar directamente a averiguar lo último. Porque a juzgar por ese masaje las expectativas eran altas.
Los tirantes de su vestido habían regresado a sus hombros y las copas sueltas tapaban sus senos de manera vaga, dejando notar a través de la seda sus pezones endurecidos.
Se mordió el labio cuando él levantó las manos para posarlas sobre sus caderas en una caricia simple, sin obligarla a nada. Sintió su piel calentarse bajo su toque.
El mareo regresó cuando él se inclinó para besar su estómago sobre la tela una vez más, y no supo si se debía al licor o solo era la respuesta natural de su cuerpo. De todos modos, retrocedió un paso.
Le sonrió a su ceño contraído mientras se soltaba del agarre en sus caderas y daba media vuelta, decidida a iniciar su investigación.
El escote de su vestido se hundía hasta la parte media baja de la espalda, ofreciendo una vista elegante y sensual de su piel desnuda. Recordó haber estado un poco escandalizada cuando Lavender le enseñó el modelo, objetando que era demasiado revelador para una fiesta, pero la bruja había insistido en que era perfecto para ella.
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Una noche y algo más || Krumione ||
FanfictionHermione no está interesada en la fiesta plagada de celebridades deportivas a la que Ginny la arrastró: no encaja con ellos. Pero su situación cambia cuando encuentra alguien con quién hablar y, tal vez, conseguir un poco más. O esa historia fuera...