Sueño

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(Narradora)

Mientras Yuu husmeaba en la casa, seguido del inquieto perrito, Viktor tomo un baño, buscaba relajarse tras una semana demandante, el Omega curioso entro a esa habitación que lo bombardeo con ese delicioso y masculino aroma de preticor y menta, era la habitación del alfa, muy indiscreto se acercó de puntas al sanitario en dónde a través del vapor veía salir al majestuoso espécimen ruso en su desnudo esplendor...

-Wow cielo, mira nada más bombón, estás exquisito, por los dioses, ¿Como sería una noche con tu amigo?.

Yuu divagaba en su lujuriosa inspección hasta que de nueva cuenta ese aroma de frutos rojos se intensificaba, pero no de una forma que indicará la casta de un sujeto, sino de uno incitante, embriagador y atractivo.

Viktor intentaba distraer su mente pero un problema entre sus piernas no hacía más que crecer... Era un mástil que se erguia descaradamente y no es que tuviera ánimos para buscar amante, es más, ni siquiera recordaba la última vez que se había masturbado, sin embargo, ahí estaba, recostado en su cama deslizando su suave mano de forma vigorosa sobre ese grueso y palpitante miembro, su mirada lucía nublada, no necesitaba estimulación visual alguna, solo bastaba los seductores frutos rojos que lo habían envuelto.

Para Yuu era una vista sumamente erótica, aún en películas porno no había imaginado sentirse tan caliente como la escena tan sexy que presenciaba, su pulcro doctor se tocaba sin descaro mientras su vientre y torso se elevaban erráticos, sus fuertes muslos se tensaban, no se dió cuenta cuando se sentó a su lado e imitó lo que el ruso hacia en su propio cuerpo.

No paro hasta que el otro lo hizo, Yuu por su parte no estaba incómodo, claro nadie notaría que se había excitado y masturbado con la escena, finalmente era "un fantasma" pero por otro lado Viktor si bien se sentía liberado y relajado tenía un poco de vergüenza por si mismo y extrañeza por su nuevo comportamiento.

Después de asearse por segunda vez, Viktor cayó dormido.

Cuando abrió los ojos, no era su cama lo que tenía bajo de el, sino cesped muy verde, a lo lejos veía como incómodo un pequeño andaba de un lado a otro, Viktor avanzo lo suficiente para ver qué se trataba de Ivanna y Frederick Nikiforov, sus padres, un alfa imponente de ojos azules como el cielo y una bella mujer de ojos esmeralda con una larga cabellera plateada y frente a ellos un hombre un poco más bajo de cabello castaño pero de igual forma, brioso y orgulloso, mientras aquel impaciente joven hablaba con otra mujer igual de cabello castaño mientras le señalaba un camino.

El pequeño corrió y Viktor tras el, confirmo que era el pues lo delató su menudo y blanco cuerpo además de esa coleta que controlaba su rebelde cabellera, se notaba perdido, fue hasta que escucho una risa cantarína y jubilosa, camino cerca a dónde lo guío el sonido y vio que su versión más joven corría dirigiendose hacía un pequeño niño regordete de talvez 4 o 5 años que celebraba que podía sostenerse sobre sus patines en el hielo.

Viktor tenía curiosidad por saber del pequeño, cuando se disponía a correr, un molesto sonido lo regreso a su solitaria habitación.

YuusparínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora