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—¿Hola? —es lo que escucho tras despegar el teléfono de mi oreja. Sorprendida y con esperanza, le doy la espalda a Alanis y vuelvo a acercar el teléfono.

—¿Papá?

Sin embargo, toda alegría y sentimiento de esperanza se caen tres metros bajo tierra cuando noto que no dice "¿Hola?" Sino: ¡Hola! Soy Melany, asistente. Si desea comunicarse con el señor Galiagert, deje su mensaje después del sonido para hacérselo llegar. Y seguido, se escucha un pip.

Cuelgo la llamada inmediatamente.

No me ha contestado.

Apago el celular sintiendo como mi rostro se calienta y lágrimas amenazan con formarse en mis ojos. Aún dandole la espalda a la directora, digo intentando no mostrar vulnerabilidad: —Usted sabía que no contestaría.

—Debía de mostrarte, Arlet —dice con un tono fingido de algo parecido a "madre preocupada" —tu padre...te ha abandonado, y sé que si yo te lo decía, no me hubieras creído. Debes aprender a dejar ir, cielo.

Noto como mis manos tiemblan levemente. Volteo hacia ella observando fijamente a sus ojos —¿Por qué no esperó a que cumpliera dieciocho si es así? Podía haberme ido de casa en ese entonces, ¿Por qué me abandonaría siendo que estuvo conmigo desde siempre?

—No es algo que te pueda responder, Arlet. —recuesta su espalda contra el sillón —Solo él podrá hacerlo.

Siento mi respiración levemente agitada, mis ojos arden pero intento no verme débil ante Alanis, no deseo que lo primero que vea de mí sea un lloriqueo.

Muerdo el interior de mi mejilla —¿Es todo?

—Debes alegrarte de que tu padre no te dejó en cualquier lugar, éste lugar te va a encantar, ya verás. —dice con una sonrisa. —te lo prometo.

Sin agregar más, decido poner fin a ésta conversación marchándome de aquel lugar. Cierro la puerta al salir y allí, por fin sola, decido sacar un suspiro tembloroso y con ello, lágrimas cayendo lentamente sobre mi mejilla.

Ni siquiera una decepción amorosa, el fin de una relación de dos años, una infidelidad, o una traición por parte de tus amistades se compara con el dolor de sentir que no tienes familia, que tu mundo se centre en una persona a quién llames padre, y de la nada, desaparezca.

O hace que desaparezcas.

Me enderezo para comenzar a caminar por el solitario pasillo permitiéndome ser débil por unos momentos, mantengo la cabeza baja, pensativa con todo lo que había sucedido.

—¿En serio estás llorando? —una voz masculina hace que levante la cabeza casi dando un respingo.

Me seco las lágrimas con los dedos de forma rápida para seguido, mirarlo.

—Zeus.

Él se encuentra de pié a unos metros de mí, con un cigarro en mano, inhalando de ella con una sonrisa burlona recostando su espalda contra la pared —Veo que has hecho la tarea, Galiagert. —comenta refiriéndose a que me sé su nombre.

—Digo lo mismo. —digo y retrocedo unos pasos, desconfiada.

Lleva puesto un gorro de lana cubriendo su cabellera rapada, una de sus manos se encuentra dentro del bolsillo de su pantalón negro. Sus ojos oscuros me observan con cautela y gracia, su postura y más la poca luz del pasillo solitario, lo hace ver intimidante.

Él suelta una pequeña risa, ¿Qué le da gracia? —No me jodas, Arlet. ¿Ahora resulta que te causo miedo?

—Prefiero estar alejada.

GUILT - CULPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora