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Al día siguiente iba a ser mi primer día, ahora si oficial. Me pidieron que llegara unas horas antes de que abrieran las puertas al público ya que iba a haber una clase y debía preparar los patines.
Le puse alarma a mi auto y me baje con mi bolso en mis hombros.
No era divertido levantarse temprano un sábado.
Tuve la gran fortuna de que mis hermanos me levantaran, lo digo sarcásticamente ya que me quitaron mis sabanas y me jalaron de los pies provocando que besara el suelo de mi habitación.
Esa fue su venganza por lo que les hice hace unas semanas atrás.
Quería que ellos me pasarán a dejar a la pista pero me dieron una respuesta negativa dándome como consuelo una cena y más les valía que estuviera deliciosa.
Llegue a las puertas de la pista y salude a Woojin, realmente se veía cansado, le deseaba suerte ya que no tardaba en llegar la chica molesta que lo acosa todo el tiempo. Aposaba todo lo que tenía en el banco, cosa que es bastante, a que no iba a pasar la semana de prueba.
Logan a diferencia de mi, trabajaba de lunes a viernes y solamente descansaba los fines de semana, lo contrario a mí ya que solo me turnaba con un compañero y solo iba los días que él no podía.
Me dirigí a los lockers y me percate de algo que no había visto, había varios lockers que se veían diferentes y simples, entre ellos el mío. Lo diferente eran los candados.
Me tome toda la libertad del mundo en ver los candados uno por uno.
Hasta que me tope con uno, la mayoría tienen dibujos o están pintados y solo uno tenía escrito unas iniciales.
SH.
Tenía una bonita letra.
Para verlo mejor lo tome entre mis manos, era un candado caro, todos en mi familia teníamos de esos en la casa.
—¿Ahora tocas cosas de los demás?—. Dijo una voz a mis espaldas.
Maldije internamente, pero aun así no solté el candado.
Me di media vuelta para ver de quien era la voz y era ese chico pálido.
—No sabía que podíamos decorar el candado—.Le dije y el solamente miro mis manos y yo solté lentamente el candado.
—Es solo un candado y es tuyo, puedes hacer lo que quieras con el.
—¿Pero no es parte del presupuesto de la pista?
—Con tal de que no pintes los lockers, todo está bien.
En ningún momento me miro a los ojos, solamente me respondía viendo al candado y por fin decidió abrirlo.
Ahí se quedó nuestra plática.
Por mi parte fui a mi locker y coloque mis cosas.
De fondo se escuchaban los ruidos de la maquinas, así que tome mi candado y me fui a sentar.
Por fin le pude dar las gracias a Lee que nos obligaba a todos a traer plumones con nosotros con la excusa de que algún día los íbamos a necesitar y claro que no era por el que siempre perdía sus cosas por todas partes.
Como el candado que me toco era negro elegí el plumón blanco y escribí una E con un dibujo de un conejito por la parte de atrás.
Luego fui a dejarlo en el locker.
Por estar concentrada en lo mío no note que el chico pálido se había recostado en unos de los sillones que teníamos en esa parte de la pista y a decir verdad si estaban muy cómodos.
Me levante de donde estaba y fui a lugar de trabajo.
Primero saque los papeles que debía de darles a los padres de los niños para que firmaran y de ahí sacar la talla de patín de los niños que iban a venir hoy a clases.
De a poco fui sacando los pares de zapatos junto a un papel para distinguir de quien era cada uno.
Ya que tenía todo listo y no tardaban en abrir las puertas me percaté de que el chico pálido no lo veía por ninguna parte.
Salí de mi lugar para buscarlo y lo encontré en el mismo lugar donde lo deje la última vez, seguía acostado con un brazo sobre su cara.
Solté una pequeña risa.
Debía de despertarlo cuanto antes.
Me puse a su altura y me di mi tiempo para verlo más de cerca, no podía negar que era realmente lindo.
Con mi dedo índice le toque su mejilla.
—Oye, bello durmiente.
El solo se quejó y aparto mi dedo pero no lo soltó.
Pero aún tenía mi otro dedo de mi otra mano y volví a hacer lo mismo.
—Despierta—. Le dije ahora más fuerte.
Si no me hacía caso lo iba a tirar de donde estaba.
El lentamente abrió los ojos y me preguntó la hora, hasta que le dije me soltó y se levantó para dirigirse a ponerse sus patines.
Por mi parte también me levante y fui a mi puesto, minutos después llegaron los padres con sus hijos e hice que firmaran los papeles, luego dejaron a sus hijos solos ya que la señora Thompson no dejaba que se quedaran porque si no los niños se distraían.
Cuando fui con los niños con sus patines en brazos los encontré sentados y mirando curiosos por todo el lugar. Me encargue de ponerles sus patines cosa que fue fácil ya que todos tenían gafetes con sus nombres.
Mientras hacía todo esto el chico pálido estaba recargado en la puerta y cuando estuvieron listos por fin decidió hablar.
Era divertido ver a los niños con sus pingüinos de plástico y avanzar poco a poco, vi la paciencia que tenía el chico con ellos.
Se veía desde lejos que le encantaba ese trabajo.
Desde donde estaba podría decir que lo había visto en alguna parte pero no sabía en donde.
En un momento de la clase puso a los niños en una fila y parecía que el fuera su padre ya que lo seguían con pequeños pasos.
Una sonrisa apareció en mi rostro.
El resto del día me dedique a limpiar mi lugar y colocar de vuelta los patines.
El tiempo pasó volando y no note cuando termino mi turno.
Deje de prestar atención a la pista cuando llego una gran familia y medique a ellos ya que no sabían su talla de zapato.
Cuando se fueron ellos llego mi compañero y le di ánimos ya que a esa hora llegaban más personas.
Fui por mis cosas y me despedí de Woojin. Vi que el chico pálido también había terminado su turno y sin querer iba detrás de él.
Genial.
Va a pensar que lo estoy siguiendo, como si me leyera la mente me volteó a ver.
Pero por suerte ya había llegado a mi auto y le señale mis llaves.
Entre y baje las ventanas, el chico se me quedo mirando hasta que salí del estacionamiento.
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Snowflake
Teen FictionAhí estaba, el reflector sobre ella como si fuera la protagonista. Entonces alzo su mirada al techo con una gran sonrisa y sentí que todo en mi interior se revolvía.