EIGHT. ミ melina

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Antonella

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Antonella.

Me desperté tanteando con la mano la mesita de luz buscando mi celular. Una vez que lo agarré y lo encendí viendo la hora, me levanté en seguida para comenzar mi día, porque ya era algo tarde.

Cuando salí del baño me sequé el pelo con la toalla que tenía antes encima y fruncí el ceño escuchando ruidos en el pasillo y en la habitación de al lado, que qué justo que ahí estaba Melina. Me asusté porque quizás pasaba algo ahí adentro, así que rápido me terminé de cambiar y sin peinarme salí de la habitación. Al abrir la puerta los gritos se hicieron más fuertes y me apuré llegando a la otra habitación para entrar viendo todo el panorama. Vi a Melina arriba de su cama y encima de otra persona mientras Paulo estaba parado a un lado de brazos cruzados, volví a mirar a la rubia que saltaba enojaba y me di cuenta lo que estaba pasando.

Melina estaba ahogando a Enzo con la almohada. Y me di cuenta que era él por los tatuajes, además de la exageración moviendo los brazos y piernas hacia todos lados tratando de sacarse de encima a la rubia.

─ ¿Pero qué pasa? ─ pregunté entrando a la habitación y todo se puso en silencio.

Desde donde estaba escuché el suspiro de Paulo mientras Melina se quedaba quita mirándome, hasta Enzo se había quedado quieto.

─ ¿Anto? ¡Anto! ─ gritó Enzo abajo de la almohada cuando me reconoció y volvió a patalear ─ ¡Sacame a esta psicópata de mierda!

─ ¿Que hiciste Enzo?

─ ¿¡Por qué yo!? ¡No tenes que asumir que yo hice algo cuando es Melina la enferma mental! ─ volvió a gritar y después tosió ─ Creo que puedo morir ya.

Me puse a un lado de Paulo viendo cómo Melina dejaba de mover la almohada pero se la apretaba con más fuerza en la cara al morocho. Miré al chico de ojos claros a mi lado preguntándole con la mirada qué carajos estaba pasando.

─ Lo mismo de siempre, siempre se pelean.

─ ¿Pero no es un poco... extremo esto? ─ pregunté viendo extrañada su forma de jugar o bueno si se le podía decir juego.

Paulo chisto.

─ Cosa de todos los días, se la aguantan. Los dos se hicieron cosas de peores.

Volvimos a ver la situación e hice una mueca viendo a Enzo levantar los brazos para agarrar a Melina de los hombros y empujarla. La rubia cayó de costado a la cama y Enzo usó eso para patearla del estómago tirándola al piso y se sacó rápido la almohada dejando ver su rostro fruncido y colorado.

─ Ay ─ se quejó unos segundos después de caer el piso Melina.

─ Jodete por psicópata.

─ Cállate idiota esto no hubiera pasado si no me estuvieras jodiendo como siempre. Te recuerdo que sé más técnicas de tortura que vos ─ la rubia se levantó mientras Enzo se sentaba en la cama recuperando el aire.

✓ HECHIZAME, enzo fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora