Si me quedaba al cachorro, estaba segura de que por mucho que quisiese jamás iba a poder darle todo el tiempo que requiere, apenas tenía tiempo para mi con el trabajo y la universidad, así que la decisión sería dura.
La vida de ese cachorro dependía de mi. No me gustaban las decisiones, pero tenía que hacerlo. Decidí colgar carteles por toda la zona para ver si alguien lo reclamaba, aunque, durante toda la semana en la que los carteles estuvieron colgados deseaba que no, porque ya amaba a ese cachorro, al que apodé "Whoky".
Nadie lo reclamó, pero yo no me podía quedar con él. Aún no tenia amigos o vecinos que se pudieran quedar con Whoky. Bueno, estaba Josh.... pero....a lo mejor eso significaba una carga para él, y no quería ponerlo en un compromiso. Era la única solución que veía factible así que a la mañana siguiente se lo pregunté. Él dijo que se lo quedaría sin ningún problema porque decía que ya hacía meses que estaba buscando un cachorro pero que no encontraba el indicado.
-¡Que casualidad! Es genial que te lo puedas quedar, se que lo cuidarás genial.
-Bueno, lo cierto es que yo no creo en las casualidades.
Bien, yo tampoco creía en las casualidades, era solo una expresión.
Fueron pasando los meses y yo ya me estaba acostumbrando a todo aquello y le iba pillando el truco a los apuntes, aprobaba la carrera y el trabajo me daba lo necesario como para vivir medianamente bien. Además Whoky y Josh parecían un solo ser, se entendían el uno al otro y cualquiera diría que habían estado juntos desde siempre. Marina, había conseguido adaptarse por completo al horario de la universidad y el trabajo, y había conocido a un chico que, según ella eran solo amigos, pero eso no se lo creía nadie. Algunos de los pocos fines de semana en que todos teníamos unas horas libres, quedábamos todos (Marina, Josh, Matt, el "amigo" de Marina, Whoky y Jennifer, la hermana de Matt) y organizábamos una barbacoa en el campo, pasábamos el día en las maravillosas playas de California o simplemente jugábamos a juegos de mesa, porque hiciésemos lo que hiciésemos, juntos siempre nos divertíamos.
Aquella vida me encantaba.