Bienvenidos sean al paraíso, un lugar donde se vive en armonía, donde todo era paz y divinidad, hasta que el falso Rey cayo y con él todas sus mentiras y atrocidades.
¿Que pensarías si te dijera que toda tu vida a sido una mentira? , que es todo...
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Recogiendo sus rizos rebeldes en una coleta alta Astrea se miro a si misma en el espejo de su tocador y suspiro.
-Un día mas, cerca de la liberación.- Repitió su mantra mas recurrente en voz alta para comenzar el día.
Asintió para si misma y luego de un par de segundos, se dispuso a recoger sus cosas para comenzar con la rutina diaria que adopto desde que las cosas comenzaron a ir mal.
Se vistio con su atuendo correspondiente, un vestido hasta las rodillas tan blanco como la misma nieve y tan ligero al contacto con la piel como la espuma del mar, acompañado de sus botas café de cuero para entrenamiento, termino colocando sobre su hombro su carcaj favorito, ese que era color rojo y tenia el bordado en color dorado, tomo su arco mas firme y salió de su habitación, con un sentimiento tremendo de confianza y decidida a afrontar todo lo que se le cruzara por el frente.
Mismo sentimiento que se esfumo en cuanto bajo las escaleas, se encamino hacia la sala del consejo de guerra y se encontro con su hermano en una discusion poco productiva.
-¡Te he dicho que no puedes entrar ahí!.- Rory suspiro y se froto el rostro con desesperacion, por tercera vez en aquella luminosa mañana de otoño.
-Y yo te he preguntado el por que no, pero tu solo balbuceas y no me das ninguna razon valida.- Arremetió Asariel contra el en un tono antipatico y con visible fastidio en su rostro.
Astrea suspiro y luego de darse animos a si misma, se encamino hacia la discusión que ocurria en el pasillo.
-Buenos días a todos, se puede saber ¿Qué es lo ocurre aquí desde tan temprano?.- Hablo entrando al pasillo para intentar solucionar el desacuerdo.
Todos los presentes voltearon a verla y todo rastro de mal humor pareció desaparecer en sus rostros.
-¡Buenos dias Astryyyy!- Respondio con entuciasmo Rory mientras corria en su dureccion y dejaba a Asariel con la discusión al aire.
El cuerpo de su hermano se estrello contra ella y simplemente le dejo ser, había aprendido, desde hace algunos años que pelear con el no resultaba, así que se rindió y solo le sonrió con tranquilidad mientras le regresaba el abrazo.
Un suave -Buenos días pequeña.- Resonó por la habitación, siendo pronunciado por casi todos los presentes.
Con excepción de Asariel, quien solo la miraba con seriedad y seguía con visible molestia frente a la puerta del despacho del creador.
Sus miradas se encontraron, el azul y verde se conectaron, comenzando la batalla por la dominación y victoria, despertando esa senzacion de electricidad recorriendo sus cuerpos en una cascada imparable. A ella se le corto el aliento, a el se le erizo la piel y ambos suspiraron con algo de decepción cuando la voz de Viriato rezono interrumpiendolo todo.
-Bueno basta ya, hay que continuar con la mision y estar aquí estancados en discuciones sin sentido no nos llevara a nada, avancemos.- Solto con tranquilidad y enfoco la mirada en Asariel para cerciorarse de que habia comprendido el mensaje.
