La tarde del lunes fue de lo más normal del mundo. Luego de la escuela fui directo a mi casa. Como no tenía ninguna actividad programada me pasé la tarde estudiando y navegando por internet. Cené unas milanesas con papas que me cociné (imaginarán que ninguno de mis padres come comida humana) y luego solo me tiré en mi cama a pensar un poco.
Mis pensamientos iban de un lado a otro, sin un rumbo fijo. Primero recordé a mis difuntos abuelos vampiros, los cuales murieron en el 1898 en medio de la quinta guerra mágica. Sólo los llegué a conocer por los pocos relatos que mi madre me contaba de ellos, pero los veía en mi cabeza como si hubiese vivido largos años con ellos.
Cuando quité a mis abuelos de mi cabeza, comencé a imaginar a una chica. No parecía ser mucho mas chica que yo. Sólo dos o tres años menos. Parecia medir unos veinte centímetros menos que yo y tenia un cuerpo promedio. Pelo cortado por loa hombros y teñido de rojo. Pero no cualquier rojo, era un rojo fuerte, brillante como las llamas, y aunque la estaba imaginando parecía cegarme.
Asi pasé horas y horas creando a esta joven muchacha. Cuando miré el reloj-despertador de mi mesada ya eran pasada las 1:30. Me dispusé a dormir y me di cuenta de algo, estaba enamorado de ella. No se cómo me di cuenta de eso. Ni siquiera sé de donde la saqué, ¿Por qué comencé a imaginarla? ¿La estaba imaginando? ¿O recordando? ¿La conocía yo? ¿Realmente existe?
Todas estas preguntas me bombardearon por unos instantes en los cuales no pude atinar a mover ni un dedo. Pero fueron solo unos pocos minutos. Luego me acomodé y mi cabeza se perdió en un manto de oscuridad, donde por momentos ella aparecia y con su bello pelo ilumibaba esa negrura.
· ~ · ~ · ~ ·
Al día siguiente, apenas comencé a levantarme de mi cama ella apareció. La imaginé recorriendo mi cuarto, ayudandome a armar la mochila y hasta desayunando con migo. Por suerte para mí, mi padre ya estaba camino al trabajo a esa hora y mi madre había salido a cazar la noche anterior y aún no regresaba, así que pude desayunar tranquilo, contamplando esa resplandeciente cabellera y sus ojos que -ahora que notaba- eran marrón claro, como el dulce de leche. Ella no hablaba, ni una maldita palabra salía de sus labios que traía pintados del mismo rojo que su pelo. Solo se sentaba ahí y me observaba.
Cuando me dí cuenta que se me hacía tarde salí corriendo, agarré la bicicleta y cerré la puerta de la casa. Mochila al hombro, pies en los pedales y manos en el volante. Era una como una bala disparada por el apuro. El viento sonaba en mis oídos y mi pelo volaba como si quisiera quedarse jugando con él.
Llegué al colegio y cuando dejé la bicicleta la ví, detras mío estaba. Entraba al colegio. Pero no era la chica de mi imaginación. Esta era real. No la estaba pensando. Todos la veían. Su pelo me deslumbró igual que había hecho toda la mañana. Pero esta vez se sintió diferente, porque era real. Ella era real.

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El monstruo sin destino
FantasyÉsta es la historia de Christoff, un chico que no es común. Aunque suele pasar desapersibido, es hijo de una vampiresa y un hombre lobo. Cuando su vida empieza a no tener sentido, Christoff encuentra al amor de su vida en la escuela.