Otro, otro más y lo peor es que no me esperaba este nombre, me siento un poco culpable por no acercarme cuando pude. Lo tuve ante mis ojos y se me escapó. Leo, este es el nombre que pone en la sección de noticias hoy. Otro desaparecido. Ya me parecía raro que se hubiera ido solo de la fiesta y que sus amigas siguieran allí. Solo han encontrado las botas del chico a unos metros de donde nos encontrábamos anoche. No da más detalles, normal, nunca nos van a informar a tiempo real de lo que descubren o de lo que pasa realmente. Vivimos a base de mentiras y esta es una de ellas, las redes sociales, las noticias, saben exactamente qué decir y cuándo. Pero el chico ha desaparecido, eso es verdad, o por lo menos quiero creérmelo.
Quiero salir en mi hora de descanso, tomar un café y no quiero tomarlo sola. Justo ahora mismo me encuentro enviándole un mensaje a Luca diciéndole solamente: "a las 12:15 en CupCC". Simple y conciso. Podría haber llamado a mi amiga, pero paso de que me envuelva otra vez en sus planes repentinos, a parte, Luca es más como yo, o me da esa sensación. Es verdad que no lo conozco mucho, no, no lo conozco, de él solo sé su nombre y que tiene un coche bastante alucinante, pero nada más. No es buena idea, lo sé, ahora mismo querrías darme dos cachetadas, y lo entiendo, pero las amistades comienzan así, sin conocerse.Me encuentro en la librería. ¿Sabes lo frustrante que es estar buscando por largos minutos un libro que el cliente te dice que sabe perfectamente que se llama así y en realidad no, es completamente distinto? No, no lo sabes porque seguramente no trabajes en una librería, o sí.
—Lo siento mucho, estaba convencido de que se llamaba así.
No lo sientes, solo me dices esas palabras para opacar mi pequeño enfado.
—No se preocupe, estoy acostumbrada. El libro estará aquí el próximo martes, a partir de ese día puede venir a recogerlo.
—Perfecto, muchas gracias.
Me siento agotada y solo acaba de empezar el día, no he parado de moverme desde que llegué. La puerta vuelve a sonar, madre mía, se han puesto todos de acuerdo para venir el mismo día y a la misma hora, pero cuando levanto la vista veo a cierta persona, persona que ya estarás harto de escuchar hablar, o no, tal vez estés deseando que aparezca de nuevo.
—Veo que ayer noche llegaste tarde a casa —dice señalando mis ojeras, esas ojeras que tengo desde siempre—. No me avisaste, espero que esa amiga tuya te acompañara.
—Sí, nos recogimos las dos juntas —mentira—. Y que sepas que las ojeras no son de no dormir, siempre las he tenido.
—Entonces debe ser por la luz que se te acentúan más —termina soltando una pequeña carcajada.
Yo sigo colocando los libros que me quedan, pero siento su mirada en mi espalda.
—¿Te vas a quedar aquí hasta la hora que te dije? —pregunto sabiendo perfectamente que no se moverá de donde se encuentra.
—No veo por qué no, quedan unos minutos, y así ya vamos los dos juntos directamente.
Ahora es cuando me viene la pregunta, ¿cómo ha sabido que estoy aquí, que es aquí donde trabajo?
—Oye, una pregunta, ¿cómo es posible que sepas que trabajo aquí? Que yo recuerde no te lo he dicho en ningún momento.
—Bueno, como comprenderás soy una persona normal que camina, sale de casa y también compra libros, es normal que te haya visto en algún momento aquí mientras miraba el escaparate.
Tiene sentido, otra vez olvido que soy una persona, una persona visible como las demás, una persona que ocupa un espacio en esta ciudad aunque intente lo contrario, una persona que es vista por otras como igual.
Estoy cambiando el escaparate, me gusta hacerlo a menudo, es una tarea divertida, el pensar cómo poner los libros para que se lleven el protagonismo, al igual que el elegirlos, cuál de ellos es el adecuado para tomar puesto en ese exacto lugar. Mientras tanto, Luca merodea por la librería admirando las estanterías giratorias, esas que la gente no deja de girar una y otra vez, es cierto que están para eso, pero me pone nerviosa el ruidoso que hacen, necesito arreglarlas. Luca mira su reloj y dirige su mirada hacia la puerta, señal que me indica que ya es la hora. Me muevo hasta donde tengo mi mochila y nos vamos. La cafetería no está muy lejos, la he elegido por eso, por su cercanía porque si hubiera elegido por calidad habría tenido que andar mucho más. No me había fijado, pero mientras que andamos noto que mi acompañante lleva unos pantalones vaqueros y una chaqueta ancha, pero con puños al final de las mangas. El otro día iba menos formal, no hablamos mientras caminamos, no nos dirigimos la palabra, solo observamos el poco paisaje que tenemos alrededor, una carretera tan abarrotada de coches como pájaros hay en este árbol de la esquina. Estamos a pocos pasos de la puerta, cuando comienza a llover, así que vamos corriendo hasta entrar con cuidado de no resbalar con un charco. Tengo por costumbre ponerme en la mesa que hace esquina con el ventanal, así estoy lo suficientemente cerca y lejos de la multitud, por lo que me coloco delante de él para guiarlo hasta esa mesa, mi mesa.
—Ahora que estamos aquí estaría bien preguntarte por qué me has invitado a venir, ¿ha ocurrido algo?
No me ha dado tiempo ni a terminar de colocarme bien en la silla, sí que tenía curiosidad. No había caído en que le podría resultar extraño que le haya dicho de quedar, puede haber malinterpretado mis palabras. No sé qué decirle exactamente, así que improviso.
—¿Has visto las noticias? Últimamente desaparecen muchos jóvenes de nuestro alrededor.
—¿Es por eso por lo que me has avisado? ¿Te da miedo?
No respondo, no sé qué decir. Parece entenderme, así que continúa hablando.
—Lo he visto, y van muy seguidos. Eso puede ser peligroso para los secuestradores, cuanto más se esperen en volver a mover ficha, mejor. Pero bueno, eso solo los perjudica a ellos.
Siento que esto último lo dice para calmarme porque piensa que me asusta la situación, aunque no es así.
—Por si estabas imaginando que me da miedo por lo que me pueda pasar, no es así. Puedes hablar con total sinceridad.
—Eso es lo que estoy haciendo. Pero en el caso de que te sientas vigilada o seguida por alguien, aquí estoy, solo hace falta un mensaje.
No sé por qué pero sus palabras me tranquilizan. ¿En qué momento me he puesto nerviosa? No lo sé, pero noto un cosquilleo en la palma de mis manos. El camarero se acerca y ambos pedimos. Cuando se aleja volvemos a retomar nuestra conversación.
—¿Esta noche vas a volver a salir? —me pregunta mirando la caja de servilletas que sostiene entre sus manos.
—Lo dudo, no suelo salir, ayer fue solo porque hacía tiempo que no la veía, a mi amiga, y me pareció buena idea pasar el rato.
—Lo decía porque vamos a juntarnos unos cuantos esta noche, por si te querías venir. Creo que les caerías muy bien.
Ahora mismo no sé qué decir, en realidad me quedaría en casa, pero esta propuesta no me parece una pérdida de tiempo. Aun así, prefiero esperarme a darle una respuesta.
—No lo sé, me lo tendría que pensar.
—Muy bien, pero no tardes demasiado no vaya a ser que nos den las uvas.
Ese tono cómico que tiene a veces me apasiona, hace que toda la estancia cambie en instantes. Consigue sacarme una sonrisa. Una vez que nos hemos tomado nuestros cafés salimos a la calle. Sigue lloviendo, así que se presta a llevarme a la librería en su coche. Ya he subido una vez, así que no le digo que no. Vuelve a poner esa canción, la canción que consigue sacarme unos pequeños movimientos de hombros mientras llegamos en coche, gesto que le roba una sonrisa a él también.Ya es hora de cerrar, por fin, y bajo la persiana con toda la fuerza que puedo, necesita de gran fuerza para que baje completamente, cosa de la que yo no presumo. Estoy llegando a casa cuando recuerdo que ayer no saqué la basura, por lo que subo rápidamente, agarro las bolsas y bajo. La calle no está desierta, sigue habiendo un poco de gente, aunque no demasiada. Por suerte los contenedores no me pillan muy lejos, solamente me queda doblar la esquina y dar unos pasos más. Estoy ya frente a los contenedores cuando una mano se ponga en mi espalda. Me sobresalto y arreo con una de las bolsas en la cara de quien me sostiene.
—No, pues lo que faltaba, ahora me toca ducharme otra vez. Menudo golpe, podría denunciarte, pero me gana el aprecio que te tengo.
No, es Luca, otra vez. Esta sí que me ha asustado, no me esperaba que alguien se acercara a mí a estas horas.
—¡Pero qué haces ahora! Menudo susto me has dado chaval.
—Pensaba que no te daba miedo la idea de que te secuestraran.
—No, o sí, pero estoy sacando la basura, ¿qué quieres?
Siento los nervios a cien, pero no sé si es por el susto o por su presencia.
—Me dirijia al sitio donde te he dicho esta mañana y como te he visto, venía a preguntarte si al final vas a venir, como no me has mandado ningún mensaje.
Se me había olvidado por completo, estaba tan ajetreada que no me había acordado.
—Lo siento, se me pasó. Pero creo que mejor otro día, necesito descansar y además, tus amigos pueden esperar a conocerme, no es que el mundo se acabe mañana.
—No, puede que no se acabe mañana, pero tal vez no vuelva a surgir esa oportunidad, no sabemos lo que nos depara el futuro.
—Es cierto, pero mi decisión está tomada.
Me encanta su forma de hablar, no todo el mundo es así.
Levanto la tapa del contenedor e introduzco la bolsa con la que le he golpeado. Vuelvo los pasos andados hasta mi casa mientras que él se aleja en dirección contraria. Me siento un poco arrepentida por no ir, pero es cierto que necesito descansar y mucho, últimamente me siento agotada aun sin haber hecho nada que conlleve esfuerzo, debo trabajar más mentalmente para conseguir sentirme completa creo. Una vez que estoy cerca me giro para verlo otra vez, pero ya está muy lejos, parece del tamaño de una hormiga. Ya no vuelvo a ver luz, una mano se posa sobre mi boca cuando voy a entrar, lo que me impide gritar, mientras, otra persona me acerca un pañuelo con un aroma extraño, ¿a lavanda? No lo sé, pero sí que noto presión en todo el cuerpo y cómo mis ojos se van cerrando. Aun así consigo ver a lo lejos a Luca correr hacia mí gritando y moviendo sus brazos, supongo que para pedir ayuda, pero no sabría describir nada más. Me faltan fuerzas y por más que intento arrearle un puñetazo a estas personas, no puedo, esas técnicas que poco antes pensaba que servirían no funcionan, no cuando te pillan por sorpresa, no cuando estás tan embobada como para prestar atención a lo que ocurre a tu alrededor, no cuando se trata de la realidad, una realidad que yo he intentado alejar de mí. Me doy rabia a mí misma por no haber tomado esto en cuenta mucho tiempo atrás, cuando pensaba que las demás personas eran idiotas al no defenderse, ahora lo entiendo todo.
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Traidora
Mystery / ThrillerUna vida simple y sencilla, evitando ser el centro de atención, así es Ápate, mas "traidora" será la palabra con la que la recordarán algunos. ¿Qué efecto tendrá en ella su secuestro?