Cuando me acerque a la puerta con la esperanza de que estuviese abierta me lleve una enorme decepción al notar que estaba cerrada, así que me acerque a una de las grandes ventanas para ver si podía escapar por ahí, pero de nuevo mi decepción fue grande al ver que estaba en el cuarto piso, y mira que normalmente me sentía un superhéroe, pero hasta yo sabía que saltar desde tan alto haría que me muriese.
Intente buscar algo dentro de la habitación que me ayudase a abrir la maldita puerta, pero la luz de la vela era tan baja y el cuarto tan oscuro que apenas y podía ver algo, estaba perdida, tendría que permanecer aquí por quien sabe cuánto más tiempo.
Mi cabeza pensaba tantas cosas tan rápido que me dolía.
No sabia que hacer, estaba tan desesperada, por una parte, el supuesto rey de este lugar quería matarme, no sabia en donde estaba, ni con quien, no sabía si volvería a mi casa, no tenía ni la más mínima idea de si había alguien cuerdo al menos a un kilometro a la redonda, porque sí, me parecía que había sido raptada por una especie de locos, no parecían locos, pero decían locuras.
¿Qué cosas podrían hacerme? ¿Serían capaces de torturarme?
¡Pero claro que sí! Las personas que raptan otras personas están mal de la cabeza, por todos los cielos ¿Qué debía hacer?
No sabia como era el lugar en donde estaba, ni siquiera había visto por donde había entrado, ni que tan lejos me encontraba de la ciudad y aunque pudiese creer que mi mejor opción era encontrar un celular, el mirar mi habitación me hacía pensar que era casi imposible que hubiese uno cerca de aquí.
La cerradura de la puerta comenzó a moverse, como...como si alguien quisiera abrirla, y temí lo peor, haciendo que apagase la vela y me ocultara bajo la oscuridad de la habitación.
De pronto la puerta se abrió y mi cuerpo se relajo al ver como Eben entraba con un traje diferente y algo de ropa que parecía ser para mí.
-¿Qué haces niña?- Pregunto, esperando una respuesta que jamás llego, porque ni siquiera yo sabía lo que hacía- No importa, toma esto, debes cambiarte, saldremos de viaje y a donde vamos no puedes usar ropa como esa- Señalo mi cuerpo, juzgando cruelmente mi ropa, a mi la verdad me parecía adecuada, es decir, tenia una sudadera, un pans y unos tenis ¿Qué se suponía que debía de usar un rehén?
Me extendió la ropa y me señalo una puerta que hasta ahora no había notado, parecía ser un baño, así que me metí con la vela que Eben me había entregado de nuevo.
No sabia como describir la tela del pantalón que me había dado, jamás había visto algo así, parecía cuero, pero se sentía como si me pusiera una licra, me quedaba muy bien, se sentía como si ni siquiera estuviese usando algo, como una segunda piel, era de color negro y tenia una blusa igual de ajustada del mismo color. Todo tan ajustado y negro, me gustaba, en realidad se parecía mucho a la ropa que solía usar, así que una vez termine salí de la habitación. Eben me esperaba sentado con las manos entrelazadas sobre la cama, de nuevo, me pareció muy gracioso que sus pies no tocasen nunca el piso, en la oscuridad incluso parecía un niño.
-¡Excelente!- Habló y después dio un salto de la cama- Te queda de maravilla la ropa
-Muchas gracias- Respondí, de nuevo pareciéndome un disparate la manera en la que me trataban dadas las circunstancias.
-Ahora bien, tenemos que darnos prisa, tenemos que volver a la academia antes del amanecer
-¿A dónde vamos?
-Oh ya lo veras, estoy seguro de que te encantara- Avanzo hacia mí y me tendió una venda de color negro- Lamento mucho pedirte esto Isa, pero es por la seguridad de todos, tienes que usar esta venda para salir de tu habitación