5. Tulipanes.

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— Matt — le golpeó el hombro ligeramente ganándose un balbuceo que sonaba a algo parecido a "cinco minutos más" pero no podía estar seguro — Matthew.

— No me llames así — no pudo evitar resoplar una risa. Al menos ya sabía cómo llamar su atención.

— Es tu nombre.

— No me gusta — no iba a discutir sobre eso. Dejó la taza de té en el mueble a su lado y la medicina que había comprado la noche anterior junto a esta.

— Deberías tomarte tu medicina.

— No quiero — el pelirrojo subió más las cobijas hasta el cuello mientras se acurrucaba más en la cama y le daba la espalda. Frank solo podía pensar en que era un idiota.

— Te estás comportando como un niño.

— Estoy enfermo. Tengo derecho.

— Los dos lo estamos. Así que párate ya — quitó las cobijas con un movimiento rápido, ganándose un jadeo sorprendido y que el otro intentara acercarse a agarrar de nuevo las sábanas.

— Déjame dormir.

— No tienes cinco años, joder.

— Ni siquiera sabes mi edad.

— Sé que no eres un niño. Levántate — ni tuvo otra opción más que sentarse en la cama y Frank tuvo que recargar el dorso de su mano en su frente para saber si la fiebre había regresado.

Hasta el momento el pelirrojo había sido capaz de levantarse y darse un baño, incluso pudo obligarlo a comer algo, pero lamentablemente su temperatura se estaba elevando de nuevo. Pero eso ya lo había notado cuando deshizo nuevamente su cama y se metió en ellas para seguir durmiendo.

— La medicina no va a hacer nada — habló resignado pero mucho más cooperativo que antes.

— Tómatela — Matt no se movió para tomar el jarabe de la mesita de noche. Tampoco estaba dirigiendo sus atención hacia él, en cambio tenía los brazos cruzados y fingía estar molesto con el rostro hacia un lado, por lo que no tuvo otra opción más que rodar los ojos y servir el jarabe en una cuchara y dirigirla a los labios del adulto, quién tampoco pudo hacer más que abrir la boca — no era tan difícil, ¿cierto?

El timbre sonó, provocando un pequeño salto en él. Sus sentidos ya estaban sufriendo por las consecuencias de las altas temperaturas por lo que ahora se encontraba desconcentrado de su alrededor. Eso era una mala señal. Aún así le amenazó para que se quedara en cama mientras él iba a atender la visita inesperada.

— ¿Cómo me encontraste? — preguntó Frank al abrir la puerta y encontrar a Curtis al otro lado, con un maletín y el ceño fruncido, mirándolo de alguna manera en la que parecía decepcionado y molesto al mismo tiempo, probablemente por el arma que ya había notado que le había estado apuntando detrás de la madera.

— Micro me envió.

— ¿Cómo supo la dirección? — ni siquiera se molestó en cerrar la puerta detrás de él, pues ya podía saber que el otro lo estaría escuchando todo.

— Dijo algo de un rastreador en tu ropa — suspiró, debió haberlo supuesto, aunque no tuvo tanto tiempo para pensar más que en el bienestar de Rojo en cuanto llegó.

Another Love [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora