2. Gardenias.

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— ¿Mejor? — Matt dejó una humeante taza de té entre sus manos, calentada en el microondas y con dos sobres de supermercado. La verdadera pesadilla de los británicos, pero estaba bien para él.

— Estoy bien, ya te lo dije — rodó los ojos. Odiaba que lo trataran como enfermo, aunque quizás debería acostumbrarse, pues, en lo que sea que quedara de tiempo, seguramente no sería ni el primero ni el último en tratarlo así.

Igualmente, aceptó el té y galletas que Murdock le ofrecía en su departamento, también lo dejó hablar de cosas sin sentido, el porqué lo había ayudado y preparado un té aun cuando le había dicho que estaba bien e incluso estaba balbuceando sobre formas en las que podrían atrapar al hombre que había estado investigando. Aunque normalmente se quejaría por estar escuchándolo por tanto tiempo, no el día de hoy. No era por estar exactamente agradecido, mucho menos era que estuviera interesado, solo estaba cansado por la falta de sueño.

Murdock pareció notar su falta de atención y dejó que su voz decayera hasta desaparecer. No había un plan para atraparlo, tampoco creía que importara ahora. Habían desperdiciado su oportunidad.

— Hubo un tiempo en el que vomitaba rosas — dijo nuevamente, un poco más bajo, como si estuviera confesándole un secreto y eso sin duda llamó su atención — en la universidad. Foggy estuvo a punto de internarme.

— ¿Tan mal estabas? — no podía imaginar al temido diablo de Hell's Kitchen tan enfermo de amor que terminara en el hospital.

— Fiebre, vomito de flores, pétalos. Todo de la noche a la mañana — dejó salir un silbido mientras se apoyaba en la silla, el otro solo asintió — Elektra realmente no se interesó en ello e incluso me recalcó lo mucho que odiaba las rosas, pero no era lo más importante. Estaba muriendo.

— ¿Cómo sobreviviste a eso?

— Creo que lo hablamos o algo así — dejó salir un suspiro y una sonrisa triste — funcionó.

No conocía la historia completa, pero si algo podía notar es que realmente hubo amor en algún momento, así que finalmente no había sido solo una mentira para evitar que él muriera.

Parecía justo compartir su historia, probablemente el otro lo entendería. Así que se puso cómodo y le dio otro trago al agua caliente. Rojo ya sabía demasiadas cosas personales, sobre su familia, ¿qué era una cosa más sobre su pasado?

— Todo pasó muy rápido con María — dijo recordando inevitablemente sus cabellos castaños y sus ojos brillantes. Todo fue muy rápido y muy intenso, podía recordarlo claramente — pero al inicio, cuando yo aún no sabía lo que ella sentía, empecé a toser pétalos azules — aún recuerda estar con María en un parque después de tomar malteadas y comenzar a sentir esa picazón en el fondo de su garganta antes de girarse y escupir partes de la flor a su espalda. Ella no se dio cuenta, afortunadamente, pero él estaba avergonzado y preocupado — no pasó más allá de eso.

— Vaya suerte — Murdock bufó, y en eso tiene razón, no sufrió de fiebre ni de una casi hospitalización.

— Creo que no será el mismo caso. Al menos Elektra está viva — dijo sin notar el rostro dolido y triste del pelirrojo.

— Es complicado — dijo firme, dándole un trago a su propio té, haciendo una mueca después — tengo cervezas.

No contestó, pero pronto se encontraba bebiendo junto al diablo de Hell's Kitchen en la sala de estar iluminada por las luces rojas e intensas de la ciudad. En otro momento le hubiera parecido irónico e incluso se hubiera burlado por ello, sin embargo, no hoy. Podía dejar de pelear por un momento, además, ¿qué era lo peor que podía pasar? Que Murdock lo metiera de nuevo a la cárcel, pero ya habían pasado esa etapa hacía mucho tiempo, trabajan juntos más seguido de lo que le gustaría admitir y en los últimos meses incluso podría llamarlo un equipo.

Another Love [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora