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「Hi?」
Hanae iluminó con su linterna el establecimiento vacío, su compañero se alejo de ella para revisar la farmacia que estaba un poco más lejos. Empujó unas cosas, no esperaba encontrar nada, ya que por el aspecto del lugar, lo habían saqueado anteriormente.
Era de esperarse, ella recién había llegado hace tres días, pero según supo por Akino, quien llevaba ahí cinco. Todos habían llegado a ese lugar en días y horas diferentes. Aunque el tampoco sabía nada sobre este “mundo” en el que ahora habitaban.
Matsumoto y ella habían coincidido en su primer juego de tréboles. Para salir con vida unieron sus fuerzas y desde entonces viajaban juntos. Aunque hace un día conoció a un dúo bastante particular que los invito a unirse a ellos.
Paso vagamente por un pasillo moviendo su linterna de aquí y allá. Pero de inmediato regresó cuando noto algo de reojo.
Su rostro lúgubre se iluminó, junto a la goma de mascar se encontraban sus chocolates favoritos, festejo en silencio, fue hasta la caja registradora para tomar unas bolsas de plástico, acomodo su linterna para no quedarse a ciegas.
Regreso al pasillo metiendo los chocolates en la bolsa junto a unos ramen instantáneos, quedándose uno de los chocolates en su mano.
Satisfecha decidió salir del local victoriosa cómo si hubiera capturado a la mejor presa. Intento abrir el paquete sin darse cuenta de la repentina aparición de alguien más.
—¿Hola?— Hanae grito asustada al oir una voz extraña en la oscuridad del centro comercial.
Al estar distraída no pudo detenerse y terminó chocando contra el desconocido. Bueno, dado a qué había chocado con algo físico podía descartar que se trataba de un fantasma.
Hanae se quejó adolorida y esto empeoró dándose cuenta de que su chocolate también termino desparramado por el suelo.
—Mi chocolate— lloriquea Hanae.
—¿Estás llorando por un chocolate?— elevó una ceja sin comprender.
—¡¿Sabes lo difícil que es encontrar este chocolate!?— bufo la azabache molesta por el tono burlón del extraño—. ¡Es como un milagro!
Si no estuviera cansada, ya lo hubiera golpeado.
—¿No te vas a levantar?— pregunta el.
Hanae apunto su linterna directamente a la cara del extraño. Tenía ambas manos en sus bolsillos de la chamarra, cabello hasta los hombros teñido de gris con las raíces oscuras.
Era lindo si se lo preguntaban, eso hizo que su enojo se suavizará.
