10

8.2K 618 22
                                    

Noey y Aurassaya

Aurassaya observó a la pequeña pelinegro abrir sus ojitos gatunos, quedándose quieta algunos segundos o tal vez pensando en la trastada que haría el día de hoy, pero se sorprendió mucho cuando su pequeña cachorra le buscó con la mirada, gateando hasta ella se acostó a su lado pasando su naricita por el pecho de su mamá. Suspiró al darse cuenta que seguiría durmiendo, justo como su novia, que mantenía sus ojos cerrados a su lado.

—Noey... —Susurró alzando su manita para tocar la mejilla de la pálida, unos segundos más tarde sonrió como una boba enamorada cuando la mayor abrió solo un ojo para verle pero la poca luz que había en la habitación le impedía enfocar a la menor— Tienes que ir a trabajar... —Murmuró muy a su pesar porque no quería realmente que su novia se fuera a trabajar, ella la quería en casa todo el día y noche pero era obligatorio pues tres niñas en casa no se sacan adelante solas.

—Cinco minutos más... —Convenció con la voz ronca moviéndose hasta abrazarle aún con su pequeña cachorrita en su pecho, se podía decir que Natalie era la única de las tres que pasaba más tiempo con sus madres y era la más mimada también.

Pero además de Natalie habían dos niñas más que también buscaban atención de sus madres en todo momento, así que la primera en asomar la cabecita por la puerta fue Lisa, intentando ver con la poca luz de la habitación a alguna de sus progenitoras.

Sus pasitos resonaron por llevar los pies descalzos, lo que hizo Aurassaya rápidamente alzada su cabeza en busca de su cachorra de seis años, no hizo falta mucho tiempo pues la pelinegra ya había escalada el colchón y se había acomodado al lado de Noey.

Como tantas veces Freen había dicho, un día de esos necesitarían una casa más grande dada la petición de la pareja de mas hijas en la relación así que en estos meses estaban en temas de mudanza.

Unos tres motos más fueron suficientes para Aurassaya, teniendo a Noey cerca le fue más fácil despertarla, dando besitos por su rostro hasta que sonrió enternecida ante la sesión de cariñitos mañanera que le dedicaba su Omega.

—¿Lisa? —Cuestionó bajito Noey afianzando el abrazo en su pareja, sintiendo a la mayor de las niñas moverse hasta acostarse encima suyo— Buenos días... —Murmuró con una sonrisa separándose de las menores para tomar a la pequeña pelinegra entre sus brazos y abrazarla a ella, escuchando su risa a primera hora de la mañana, era lo que más le encantaba de tener una familia grande.

—Natalie... —Susurró la menor dando besitos en la cabecita de su niña para despertarle, ella era la que más molestaba estos días porque no paraba de correr en la casa nueva, al ser más grande y con una habitación más amplia, no podía esconder su felicidad al saber que tendrá habitación propia y no tendrá que dormir entre sus madres.

En un principio no era tan malo tener a la pequeña cachorra en la habitación pues tenía su cuna y podía dormir bien allí dentro. Además, les daba la oportunidad a los mayores a poder darse amor carnal algunas noches... pero se acabó cuando Natalie aprendió a bajar de la cuna -cabe destacar que la primera vez dio de una en el suelo y fueron a urgencias- y al no tener mas habitaciones disponibles, la solución fue que durmiera con ellos.

El nuevo problema era que Natalie se mueve mucho y es capaz de sacarle una costilla a cualquiera de las dos.

—Madre, ¿hoy nos ayudarás a pasar cajas? —Preguntó ilusionada la niña de cinco años en el pecho de la azabache, la pregunta no era porque quería pasar tiempo con ella, era lanzada para que Aurassaya no le regañara a la hora de pasar sentado sin hacer nada.

—Hoy tengo que trabajar, pequeña... —Respondió despacio acomodando sus negros cabellos, si Natalie se parecía a ella, Lisa era la copia de Aurassaya.

Anticonceptivos¹ [𝕴] | Freenbecky ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora