「 02 」

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La criatura se movió lentamente, sus poderosas piernas oscuras hundiéndose suavemente en el lodo y amortiguando todo sonido.

Jaebeom, aunque jamás lo admitiría, sintió el terror trepar fríamente por su cuerpo al darse cuenta de lo vulnerable que había estado todo el tiempo ante aquel majestuoso maestro del camuflaje. Lo seguro era que, si no hubiera querido ser detectado, él jamás lo podría haber notado entre la espesura de la selva.

El cambiaformas de su edad se dejó ver, mostrando a un hombre hermoso con piel ligeramente morena que se complementa con sus orejas y cola azabache. Notando, de igual manera, la extravagancia de sus ojos verdes, los más verdes que había visto en su condenada vida.

Tan verdes, que competían con la viva y palpitante jungla en la que se camuflaba. Y estos se hallaban fijos en él, con determinación y sin una pizca de miedo.

Lentamente, también se transformó, y al mismo tiempo, un aroma a feromonas territoriales golpeó su nariz.

No pudo detener el movimiento de su cola, meneándose complacida detrás suyo.

—Omega... —ronroneó, reconociendo al felino en frente suyo.

Demonios, había olido otros Omegas a lo largo de su vida, con sus almizcles dulces en la época de celo, llamándolo para el apareamiento.

Jamás se había sentido atraído a ellos, pero quizás era el pungente borde agresivo y territorial de ese Omega lo que le parecía tan exquisito.

Con la mirada fija, ninguno movió un músculo mientras se analizaban mutuamente.

Podía ver como la larga cola negra se meneaba detrás del otro hombre, y como sus orejas se movían atentamente. Jamás pensó que odiaría un simple pedazo de cuero tanto como odiaba la prenda que cubría la modestidad del contrario.

Un gruñido proveniente del Omega le hizo erizarse, reconociendo el desafío.

La fiera mostraba sus afilados colmillos, su adorable nariz frunciéndose y sus pobladas cejas curvándose en una mirada amenazante.

Jaebeom también gruñó, sus labios alzándose para dejar ver sus fuertes colmillos de Alfa, sin dejarse intimidar por la agresión del Omega.

Era extraño, sin embargo, que dicho Omega estuviera amenazándolo en vez de rodar sobre su espalda y mostrarle su estómago en sumisión. Era época de apareamiento, cualquier otro de sus pares estaría ronroneando complacido ante un Alfa de su calibre, presentándose listo y sumiso.

Los Omegas solían volverse completamente territoriales y agresivos cuando poseían cachorros, sin embargo, no había ningún aroma a crías mezclado. Es más, su boca comenzaba a salivar porque ese maldito Omega olía como un jodido bocadillo.

Listo para ser montado y llenado de bebés.

Y que sus padres lo golpearan si él mismo no quería preñarlo de cachorros.

—¿Este es tu territorio? —optó por preguntar, sin bajar la guardia.

Se irguió un poco, tratando de agrandar su postura y demostrar dominancia. El hombre no pareció apreciar eso, y en contra a lo que otro Omega en época de celo hubiera hecho, siguió gruñendo y mostrando sus dientes con agresión.

Jaebeom sonrió de lado. No podía decir que esa actitud le molestaba.

—Muestras bastante tus garras para ser un Omega

—Te costó bastante distinguir una marca de territorio para ser un Alfa

Frunció el ceño ante la ofensa ¿Quién diablos se creía este tipo como para hablarle así?

Pretty Savage [Bnior/JJP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora