EPÍLOGO

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Jaebeom caminó despacio por la jungla, amortiguando sus pasos con el lodo y olisqueando el aire constantemente para tratar de captar la mayor cantidad de aromas en la zona.

Debía estar atento, puesto que adentrarse al territorio de un adversario tan fuerte siempre implica sus riesgos.

Siguió avanzando entre la maleza, camuflándose con su entorno mientras se dirigía al pequeño arroyo más adelante, donde abundaban los peces.

El plan era simple: acercarse al arroyo, cazar un pez y largarse al diablo antes de ser detectado.

Pero entonces, lo sintió.

Su adversario no era muy sutil considerando que una rama había caído directamente sobre su cabeza desde el lugar donde el jaguar lo acechaba.

El sonido de las hojas moviéndose y las aves huyendo despavoridas le hizo mover sus orejas erráticamente. Y de un momento a otro, un rugido se escuchó y su atacante saltó encima de él desde las alturas.

Jaebeom se giró, rugiendo también, y se tiró de espaldas al piso para amortiguar la caída del pequeño cachorro que se lanzó encima de él en una muy poco sigilosa emboscada.

Hyunjin comenzó a morder viciosamente su brazo para lastimarlo y trató de rasguñar su rostro, pero Jaebeom era más rápido y no se lo permitía. Mordió suavemente el torso de su hijo en modo de juego, sin quedarse atrás en los "ataques".

—¡Ah! ¡Me hace cosquillas! ¡Basta! —chilló el pequeño jaguar cuando sintió la rugosa lengua de su padre lamer su estómago, mordisqueando las orejas de este para tratar de quitárselo.

Un gruñido resonó, dándole más cosquillas.

Apenas el Alfa aflojó su mordida sobre el torso del cachorro este salió corriendo, sin perder un segundo, perdiéndose de nuevo entre la espesura.

Jaebeom rio, atrapando los peces de un solo manotazo y colocándolos en una bolsa que llevaba en su espalda, hecha de fibra de plantas y decorada con abalorios.

Comenzó a volver hacia el nido, escuchando como su hijo correteaba a sus alrededores sin escrúpulos. De vez en cuando, el niño trataba de emboscarlo, mordisqueándole las piernas o saltando sobre sus hombros juguetonamente, desapareciendo otra vez antes de que su pudiera atraparlo.

Al pasar cerca del río, el niño se erizó completamente, mirando al agua atento. Se agazapó, escabulléndose entre los troncos y las piernas de su padre para pasar desapercibido.

En un instante, Yugyeom se alzó del agua, corriendo hasta el niño para tratar de atraparlo, pero su hijo fue más rápido y saltó hacia atrás, bufando a la serpiente que reía a carcajadas ante la cara de espanto del pequeño jaguar.

—¡Atrás, tío Gyeom!

—Wow, has mejorado chico

Jaebeom sonrió. El niño había mejorado sus reflejos, considerando que las primeras veces terminaba atrapado chillando entre las gentiles mandíbulas de la anaconda.

—Hey, ya vamos, tenemos que llevar la comida... Yugyeom, mándale saludos a Bambam, espero verlo pronto —dijo sonriéndole.

Sabía que la pequeña serpiente tenía a su amigo cómo quería, y no era de extrañar que lo hubiera mandado a buscar alimento para sus crías.

—Ah... la verdad yo no espero verlo tan pronto... No sabes lo que es criar a 20 criaturas escurridizas —se lamentó cómo un niño, para luego despedirse de ambos.



***



No pasó mucho tiempo hasta que llegaron a la gigantesca pared de piedra en la cascada. Jaebeom, con un solo y veloz movimiento, atrapó a Hyunjin, quien trataba de camuflarse en una rama cercana.

El jaguar trepó hábilmente el tronco antes de que el cachorro pudiera reaccionar y lo tomó del pescuezo, riéndose al ver los asustados ojos verdes de su hijo ante la velocidad de su padre.

Se retorció en su agarre, protestando.

—¡Puedo subir sólo! —se quejó, liberándose y corriendo hasta la pared de piedra.

Pero era imposible que un niño de su tamaño pudiera lograr tal hazaña, considerando que incluso a Jaebeom, un Alfa adulto y en forma, le generaba un desafío.

Transformándose, se acercó y mordió la nuca de su hijo suavemente, tomándolo del exceso de piel y sintiendo como su pequeño cuerpo se tornaba completamente laxo. Utilizando la fuerza de sus piernas trepó la inmensa pared, aprovechándose de las pequeñas ranuras que él mismo había escarbado para hacerlo más fácil.

Una vez en la cornisa de la entrada de la cueva soltó a su hijo, viendo su figura desaparecer en la oscuridad mientras iba corriendo despavorido con su madre.

Pronto, le gruñó, siguiéndolo hasta la estancia donde se hallaba su Omega.

Jinyoung levantó la vista al sentirlo llegar, acomodando mejor al pequeño cachorro que se amamantaba fervientemente de su pecho. Se hallaba sentado en medio del nido que Jaebeom había construido para él, mucho más grande y cómodo que el anterior.

Hyunjin corrió hasta donde estaba, lloriqueando mientras trataba de convencerlo de que también le diera de amamantar.

—¿No estás un poco grande para eso, mocoso? —gruñó Jaebeom ante la actitud de su hijo.

El niño era completamente capaz de comer carne con ellos, no necesitando más de la dulce leche de su madre, pero desde que la pequeña Yeji había nacido hace unos meses, los celos se habían apoderado del hermano mayor.

Jaebeom se acercó a su Omega, entrando al nido y rodeándose del aroma a frutos maduros y leche. Los cachorros tenían un olor demasiado particular, suave e inocente que, en conjunto con el dulzor y la frescura del petricor de su pareja, olía a familia.

Lamió el rostro de Jinyoung, quien le correspondió, dándole mimos de una cálida bienvenida.

—¿Cómo estuvo la caza? —preguntó, aceptando las muestras de afecto de su pareja y ronroneando complacido.

Jaebeom lo besó, acariciando su rostro suavemente, y luego procedió a dejar un beso en la frente de la inquieta Yeji, que protestaba al ver a su padre acaparar la atención de su madre.

—¡Atrapé un pez! —Hyunjin clamó orgulloso, rebuscando en el bolso de su padre el pequeño pez que había logrado cazar él mismo.

Bueno... si cazar se podía considerar que Jaebeom había dejado acorralado al pez con sus brazos para que su hijo saltara y lo lograra atrapar luego de unos minutos.

Jinyoung rió complacido, atrapando al pequeño jaguar para comenzar a acicalarlo a pesar de sus protestas. Luego de un minuto Hyunjin se quedó quieto, sus verdes ojos comenzando a cerrarse por el sopor.

Yeji en algún punto, también se había dormido, quedando acurrucada entre algunas pieles del nido mientras roncaba complacida.

Jaebeom sonrió, observando a su familia. Y una vez más se acercó a su Omega para besarlo, acariciando su pequeño estómago que delataba un nuevo cachorro a punto de llegar a sus vidas.

Adentrarse en ese peligroso territorio había sido la mejor decisión de su vida. 













Andaba en otras cosas, pero al fin pude actualizar ;;

Espero les gustara esta historia. Nos vemos en corto 😎

Pretty Savage [Bnior/JJP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora