Día 2 ♦ Familia sobreprotectora♦

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Después de un sinfín de días de trabajo consiguió la oportunidad de obtener unas largas vacaciones, las cuales eran precisamente para conocer a la familia de su pareja oficial. Todo Londres se había enterado de eso a través de las propias palabras de Aemond dichas en una nueva exhibición de arte en colaboración con otras personas y con su novio. Cosa que a Lucerys también le tomó de sorpresa y no pudo evitar sollozar de felicidad al ver cómo las personas parecían estar de acuerdo, total, el gusto por alguien del mismo sexo no era un tabú desde hace algunas décadas.

Lucerys había insistido en qué debía conocer a su familia cuando también la extrañaba y quería verlos. Aemond siempre fue vulnerable con los caprichos de su amado, en múltiples ocasiones por la manera de convencer a través de métodos que son complacientes.

Entonces, ambos estaban preparados para viajar en lo que recientemente se había exportado al país, en esos artefactos llamados aviones. Lucerys demostraba su inquietante emoción de volver a abordar, aunque le provocaba preocupación que no fuese Daemon quien lo volara para sentirse con total seguridad.

Debía rezarle a los siete para que pudiese llegar sano y salvo a Suiza para ver a su familia. Lo único que quisiera es terminar como huevo estrellado en algún lugar en vez de morir a causa de una verga, más exacto con la de Aemond.

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El frío era más del que lograba recordar, pero no tuvo problemas para adaptarse mientras que Aemond temblaba a pesar de hacerse el fuerte.

Rhaenyra fue quien los recibió y colocó una expresión atónita en su rostro, más no dijo nada, sino que los dejó ingresar; a Lucerys con un gran abrazo y un beso en la frente con unas cuantas palabras cariñosas diciéndole lo mucho que lo extrañó y el chico también devolvió algunas; con Aemond fue un saludo de manera casual

Siendo tarde Rhaenyra los invitó a sentarse mientras les llevaba una taza de chocolate caliente, también lo que Daemon y sus primas regresaban de haber ido al centro de la ciudad a comprar lo necesario para ellas y para la cena.

Aemond se levantó del sofá para recibir la taza que su suegra le extendía, poco después Lucerys salió de la cocina con una charola de galletas que encontró por ahí.

Justo cuando la charola quedaba a la mitad de lo que contenía, un joven más alto que Lucerys bajaba de las escaleras y al mirar tres personas sentadas como señoras chismeando en compañía de un té, solo que era chocolate caliente. Poco después notó que su charola comenzaba a quedarse con migajas.

—¿Qué mierda...?

Los tres individuos voltearon a mirarlo.

—Cómo siempre, tus galletas con las mejores, Jace —halagó Lucerys y de inmediato consumió otra galleta acompañada de una ligera sonrisa.

Jacerys no podía molestarse con su hermano, aunque quisiera, quería esperar a que todos estuvieran en casa para que las disfrutaran, pero si Lucerys (quien más se había atrevido a robar de sus preparaciones) estaba contento era motivo suficiente para dejarlo pasar.

—Tú... —murmuró Jacerys mientras se acercaba con un gesto en su rostro de querer asesinar a alguien y al momento de estar a pocos centímetros de distancia con Lucerys, este se abalanzó para darle un fuerte abrazo. Era su hermano después de todo y lo extrañaba.

Extrañaba esos días en que se escabullía por la cocina y probaba sus platillos (principalmente postres). Era de mucha utilidad, aunque de momentos se enojaba, Lucerys era el único que se atrevía a probarlo y le decía que tal el sabor o que le faltaba, lo cual le hizo mejorar a tal punto en que con el paso del tiempo abrió una pastelería.

Lucemond Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora