Definí "pelotudo".
Sé que escribiste mí nombre. En mí defensa, Rodrigo Carrera hace que mis nervios colapsen. No me pregunto el por qué; una cara como esa, una forma de ser tan linda, y esa boca que hablaba y hablaba. Perdón. Sé que en realidad era más racional (hasta considerando mí forma de ser), que solo tengo que ser maduro.
Se me hizo imposible y peor aún fue cuando salí corriendo —literal— del lugar. Lionel y Fabián me siguieron el paso con unas risas que parecían querer darle alegría a media escuela. Mientras Fabián se veía entre preocupado y risueño, Lionel se esmeraba en expresar que fue lo peor que vio en sus años de vida.
Para eso, suficientemente lejos del lugar donde pasó la tragedia, yo me encontraba riendo preocupado. Quería verle el lado positivo a hacer el ridículo frente al amor de mí vida (exagero, sí); el problema era que no había un puto lado positivo. Solo reía para ocultar la vergüenza.
P e l o t u d o.
—¿Qué?— Fabián cuestiona preocupado, pero con una sonrisa. —¡Era en serio lo de salir corriendo!
Pero lo miro con las manos en las rodillas, viendo el pasto que se retrae debajo de mis zapatillas.
—¡Perdón, intenté hacerlo pero me ganaron los nervios!— los miro a los dos y suelto una carcajada, esta vez sincera. —No creo que esto haya salido bien.
—Fue hermoso— menciona Lionel.
Hermoso no sería la palabra con la que describiría esto. Posiblemente el resto de mí vida, y con otras personas, cuente esta anécdota. O la recuerde con Rodrigo Carrera. No sé, ¡todo es posible! Solo que, es frustrante. Ahora verle la cara va a ser el triple de difícil. Mierda, si él quería preguntar, terminaría diciendo "booh" y me iría como si fuera un fantasma.
Las maneras de reaccionar son diferentes. Mientras unos mantienen una sonrisa, otros los cachetes rojos, los demás no dicen nada o son inexpresivos, y miles de actitudes más, las mías se referían a hacer el ridículo. Cosa que era exasperante, porque mí actitud fuera de la vergüenza o el nerviosismo se destilaba a ser relativamente serio.
—¿Hermoso?— cuestiona Fabián. Lionel asiente y se gana dos muecas de interrogación. —¿Creés que a Rodrigo le guste él?
Por primera vez quiero que alguien mienta.
Fue tan estúpido que esperaba que Lionel solo mirara con algo de empatía y mencionara un «no sé». Preparado para la decepción en: 3... 2... 1...
—Y sí— Lionel sonríe. Lo miro raro y abro la boca para hablar, pero la cierro. —No me mirés así, Iván. Sos un chico lindo, y re amigable. Solo que muy... Lo que sea que haya sido eso.
—¿Gracias? Creo.
Tengo la ligera idea de que Lionel me puede estar mintiendo. La descarto, porque él no miente, menos con esa manera tan descarada de decir hasta lo que no interesa o es relevante. Pero, no lo sé, es imposible que ellos, o que alguno, o que alguien en este mundo piense que yo pueda gustarle a Rodrigo.
Las cosas son difíciles.
Él parecía odiarme antes, aunque se sentara conmigo. Y la otra parte, le gustó el dedal pero nunca hablamos de eso, ni siquiera se repitió o algo. No nos acercamos más, y además se sentó con otra persona. Dolor, dolor, dolor. ¡Amo el dolor! Pero, cierta parte de mí imaginaba que todo era cierto, y que podía gustarle al chico.
Les voy a dar una introducción de como me dí cuenta de que él me gustaba. Era una mañana calurosa, de diciembre, quizá de los últimos días, y Rodrigo se sentó en mí mesa. Me acuerdo que le pregunté el por qué de estar sentado en «mí» mesa y respondió que "quería hacerme compañía". Volviendo a clases, se me hizo costumbre, hablaba de todo y me culpaba de todo, como la vez en la que lo besé. Dos meses después, estaba tan acostumbrado a él que se me hizo imposible odiar lo que me contara. Cuando lo vi hablar con otro chico, ¡Dios! Sólo podía pensar en que yo era a quien tenía que contarle sus problemas.
Después de eso, supe que me gustaba y todo lo demás es historia.
Podemos caer en cuenta que mí marco se desvarió cuando este nene entró como una cachetada fría, de esas que en vez de arder, queman. Y por eso, cierta parte recóndita de mí lo odiaba. Porque me hacía sentir nervioso siendo aún así yo tan reservado con algunas cosas. Sin embargo, odiarlo, no era odiarlo, era más bien estar resentido porque me hizo ser un estúpido.
Definí Iván:..
Sé que pusiste que soy lindo, pero la respuesta correcta es pelotudo. No, no en el sentido de estar abriendo mis pensamientos más profundos sobre alguien.
—Y ahora... ¿Qué hago?
—Tenemos que esperar— Fabián me sonríe, me da tanta seguridad. —Él tiene que venir a hablar, creo... Y sino, ¡le hablás vos de nuevo!
Asiento moviendo la cabeza de arriba hacia abajo, y miro a Lionel quién se recurra de a poco de aquella risa que explotó sus pulmones.
—¿Que le hable de nuevo? ¿Vos no viste lo que hizo, Fabi?
Lo miro con ojos enojados, ¡por lo menos yo lo intento!
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𝐂𝐀𝐋𝐋𝐀𝐓𝐄 » rodrivan.
Fanfiction"Siempre estás hablando, y hablando, y, la puta madre, callate" ¡Adaptación! Créditos pertenecientes a: hxLover