CINCO

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Buscarlo o no buscarlo. Esa era la cuestión.

Era difícil acercarme a él. ¡Era difícil hablarle! Y ahora me veía guiado ciegamente por las estupideces que mí cerebro creaba. ¿Acaso podría gustarle? ¿Por qué no le digo directamente que lo amo y que lo secuestraría para casarnos? No crean lo que digo, es joda. ¡Pero es tan difícil! Desearía ser tan expresivo para poder gritarle desde donde estoy: vos y yo nos vamos a casar. ¡Pero no! No.

No, sí nos vamos a casar, están invitados.

Bien, solo si llego a hablarle. Es que, ah, ¿ese sentimiento cuando le vas a hablar a alguien que te gusta? Multiplicado por mil porque ya lo o la besaste y fue tan, pero tan incómodo.

—No seas llorón y hablale— el empujón de Lionel me saca de mis pensamientos.

—No lo apurés, si lo hace así puede salir algo mal— dice Fabián, sentado detrás de nosotros. Lo miramos, porque, ¿qué peor podría pasar que me diga que no le gusto? —Si va presionado, es probable hasta que le pida casamiento.

Sí es un plan futuro, solo estaría adelantando la fecha.

Al parecer Lionel se tomó en cuenta lo que su novio no novio le dijo, y deja de empujarme para que me acerque a la mesa de Rodri, tan solo caminando unos veinte pasos. Está tan cerca, pero tan lejos.

—No quiero, si le digo... Pará un segundo, ¿y que carajos le voy a decir?

Lionel estaba sobrepuesto, pensando en lo que yo le pregunté. También Fabián. Pero, o sea, planeamos que me acercara a hablarle. Cada movimiento, paso, gesto y sonrisa. Pero no el tema. Eso no. Se nos olvidó la fórmula para resolver el problema más simple del mundo.

—Eh... Decile que te gusta—  Lionel quiere facilitar las cosas.

¡La concha puta! No puedo decirle eso. ¿Se imaginan lo que pasaría? Me gustas. Y me va a responder: Te odio. Porque él, bueno, no sé. ¡Seguramente me odia!

—Muy inteligente— le digo a Lionel. Lo miro y sonrío con fuerza. —Decile a Fabián que te gusta.

—Callate.

Parecía ser fácil, pero no.

¿Cómo expresarle a alguien que cuando lo ves se te mueve el piso, y sentís que el cielo se cae o que te elevás y que el corazón se te sale del pecho? Y si. Decírselo sin que suene algo tan cliché y cursi, y esas cosas. ¡Yo sentía eso! Sentía que me hundía en el color de sus orbes, y que él era esa alegría (aunque le dijera que era molesto) de mis almuerzos.

Y si me decía que no, mí corazón iba a estar tan roto como una jarra al suelo.

—¿Querés decirle que te gusta, Ivi?— pregunta Fabián.

Sí. No. No sé. ¿Quizá? Solo tenía un poquito de nervios por el rechazo que estaba en buena posición de probabilidad. Aunque aquél «dedal» me daba buena espina

—Sí.

—Entonces concuerdo con Lionel.

Bien, bien, bien. Fabián tampoco está ayudando. Sí, entiendo que para algunos esto pueda ser algo fácil. Pero para mí, no. Menos cuando Rodrigo Carrera evade el tema desde la última vez que hablamos.

Una idea se me viene terriblemente, y me siento impulsado a decir que, el que no arriesga no gana.

Pero el miedo me consume.

—¿Llego y le digo que me gusta y salgo corriendo?

Pero Fabián, y Lionel, me miran como si tuviera algún dibujo en la cara. Ya sé, suelo decir boludeces cuando estoy nervioso.

Maldito enamoramiento.

Maldito Rodrigo re lindo y re tierno.

¡Maldito sistema retrógrada!

Joda.

—No, andá y preguntale si pueden hablar en privado. Y se lo decís tranquilo.

—Bueno.

Entonces, camino. Siento esa presión que mí pecho no parece desear soportar, y mí cabeza duele por los nervios. Pienso una y otra y otra vez lo que podría decir, sintiendo cómo Fabián y Lionel me ven desde atrás. Rodrigo está sentado siendo perfecto como siempre. Y yo, mierda, siento mis manos transpirar.

En cuanto llego, él me dirige la mirada y me sonríe.

¿Qué?

La puta madre, estoy re nervioso.

—Rodri, eh, vos, sí, eh, vos, eh...— me siento jugar con mis manos, él alza la ceja y siento que ya no aguanto. —¡Me gustás!

Después salí corriendo del lugar, sintiendo las risas de Lionel atrás.

𝐂𝐀𝐋𝐋𝐀𝐓𝐄 » rodrivan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora