Capítulo 8

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CHRISTOPHER (P.D.V)

- Christopher, ¿qué es lo que tienes ahí? -Preguntó Ardan desde la puerta.

Me giré hacia él con el arma entre las manos.

- ¿Puedo jugar con ella?

- ¡Suelta eso! -Gritó acercándose a mi.

- ¿Pero por qué? -Grité- yo quiero jugar. Nunca me dejas jugar con nada.

- ¡Dame eso! -Gritó agarrándola, pero yo la agarré también- ¡Christopher, deja de jugar, esto es muy peligroso!

- Yo quiero ser tan importante como papá, ¿por qué no puedo jugar con esto? -Grité aun sin soltar el arma.

- ¡Christopher! -Gritó mamá desde la puerta- ¡suelta eso inmediatamente!

No le hice caso y sin saber como, un disparo resonó por toda la habitación, seguido del grito de mamá.

El arma cayó al suelo mientras miraba fijamente a los ojos de Ardan, los cuales estaban muy abiertos. De repente cayó hacia atrás, y mamá volvió a gritar.

Abrí los ojos y me coloqué derecho en un momento mirando hacia todos lados. Había vuelto a soñar, por quinta vez desde que estaba encerrado, con el día en que había matado a mi hermano.

Las lágrimas impregnaban mis mejillas y tenía la respiración acelerada. Otra vez. Como cada vez que tenía ese maldito sueño o más bien, ese maldito recuerdo.

Ese día había sido la última vez que había visto a mi familia. Cuando mi madre cogió el teléfono para llamar a una ambulancia yo salí corriendo de mi casa completamente asustado. En mi cabeza solo se repetía la imagen de mi hermano Ardan cayendo hacia atrás.

FLASHBACK

Me escondí tras el tobogán del parque al que siempre iba con mamá y me acosté en el suelo a llorar. ¿Qué le había pasado a Ardan?¿por qué había tanta sangre?¿estaría muerto?

- ¿Te encuentras bien?

Levanté la cabeza asustado y me encontré con una mujer pelirroja de unos grandes ojos azules mirándome fijamente.

- Eh, pequeño ¿por qué lloras? -Preguntó metiéndose conmigo tras el tobogan.

- Creo que le he hecho daño a mi hermano -Dije entre hipidos. No podía parar de llorar, estaba muy asustado.

- ¿Y por qué estás aquí y no estás con él? él querría verte allí, ¿no crees?

Comencé a llorar aún más fuerte.

- Creo que está muerto.

No sabía como es que aquella mujer me estaba entendiendo, no podía parar de llorar.

- Dudo mucho que un chico de ¿cuántos años tienes?

- Diez.

- Dudo mucho que un chico de diez años haya matado a su hermano.. ¿quieres que te lleve a buscarlo y lo comprobámos? posiblemente él quiere estar contigo ahora. Seguramente está muy asustado por lo que tú puedes estar pensando.

La mujer se levantó y me tendió la mano.

- ¿Vamos?

FIN DEL FLASHBACK

Ese día fue la última vez que volví a ver a mi familia.

Natasha había entrado en mi vida justo el día en el que toda ella se estaba desmoronando, me había secuestrado con uno de los engaños más frecuentes para secuestrar niños, subirme a un jodido coche. Y encima, por voluntad propia, por lo que nadie pudo sospechar nada.

Ese día mi familia había perdido a dos hijos: a Ardan, y a mi. Pero probablemente a ellos eso no les importaba, ¿quién echaría de menos al chico que había matado a su hermano? nadie. Nadie me echaría de menos.

Había luchado con uñas y dientes para intentar safarme de Natasha cuando vi sus verdaderas intenciones. Incluso, había seguido luchando cuando me vi dentro de aquel maldito edificio junto todos aquellos niños. Luego, había parado de luchar. Natasha me había hecho ver que no era fuerte, que era un jodido niño pequeño que había matado a su hermano y al que nadie echaría de menos. Me había hecho ver, mediante torturas, que estaba solo en el mundo, y aun más, me había hecho ver que jamás escaparía de aquel sitio. Y más tarde, me había hecho ver que jamás permitiría que nadie me amase. De eso se había encargado muy bien.Me había hecho hacerle daño a Helena, a la única persona que se había preocupado por mi en mucho tiempo.

Las luces de la celda en la que estaba se encendieron. Bueno, no era precisamente una celda, era una habitación completamente blanca sin ni una jodida ventana y con una única puerta, completamente gris para que no viese nada de lo que pasaba allí fuera. Es más, estaba insonorizada, para que lo único que oyese fuese mi propia respiración. Natasha estaba intentando que me volviese loco. No sabía cuanto llevaba allí dentro, nisiquiera sabía si los demás seguían vivos. Lo único que sabía es que Natasha estaba consiguiendo lo que quería, dentro de poco o me termianaba de volver loco, o encontraría la forma de matarme a mi mismo. Pero volviendo al punto, si, esto era una celda.

Se oyó el ruido del desbloqueo de la puerta y luego esta se abrió. Lo cual fue raro, únicamente me pasaban la comida por un panel que había en la pared.

Seguí sentado en la cama, mirándo fijamente a esa jodida puerta que se abría poco a poco. Un puto juego de Natasha, esperando que mi corazón cabalgase deslocado esperando que me asustase la muerte. Pero no, eso era lo menos que me asustaba a mi. Había llevado a tantas personas a la muerte que sabía que en cualquier momento todo el jodido karma vendría de vuelta, y la muerte me llevaría no rápidamente como muchos esperan, a mi la muerte me llevaría lenta y dolorosamente. El karma es así de perra, pero claro, eso es lo que me merezco.

Me había perdido en mis pensamientos, por lo que el ruido de la puerta al cerrarse me cogió completamente desprevenido y me asusté. Llevaba tiempo acostumbrado a oír solamente ruidos leves.

Miré fijamente a la persona que tenía delante y no me llevó ni un minuto reconocerla a pesar de las profundas ojeras que tenía y el pelo completamente enredado y un poco largo.

Helena.

Me levanté lo más rápido que pude y me acerqué a ella.

- Oh dios mio -Susurré agarrándola de la cara para seguidamente estrecharla contra mi y abrazarla fuertemente. Mi voz salió ronca por la falta de uso. Y se suponía que debía mantener las distancias con ella pues Natasha me había metido aquí por seguir teniéndo sentimientos por ella. Pero este abrazo iba más allá de eso, este abrazo iba porque llevaba muchísimo tiempo sin ver a una persona y sin tener contacto con alguien más a parte de mi mismo.

- ¿Qué haces aquí?¿te encuentras bien?¿y los demás, siguen vivos?

Jamás había apreciado mucho el hablar pues porque simplemente es algo que haces a diario, pero cuando llevas tanto tiempo sin hacerlo.. es increíble la forma en la que se siente el volver a usar tus cuerdas vocales para algo más que gritar por el dolor de las torturas.

- ¿Helena? -Pregunté mirándola a los ojos. Pero ella no me miraba a mi- ¿te encuentras bien?

Su puñetazo no lo vi venir, y caí al suelo rápidamente y al momento, Helena estaba encima de mi pegándome puñetazos.

- ¡Para, Helena!¡Helena, para, joder!

No podía hacerle daño, no a ella. Además, nisiquiera tenía fuerzas para intentar quitarmela de encima. ¿Qué cojones hacía?¿seguía allí dejándome pegar?¿por qué cojones me estaba pegando?

Se puso en pie rápidamente, y cuando yo iba a hacer lo mismo, con la vista jodidamente nublada debido a los golpes, una patada en el estómago me volvió a enviar al piso y luego vinieron más patadas, en todas las partes de mi cuerpo, incluso en la cabeza.

- Puto karma -Conseguí susurrar antes de que la negrura me tragase por completo.


Los Romanov #2: TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora