~°Once Minutos°~ Kookmin*°~

Capítulo 4

Del diario de jimin, el día que conoció al suizo:

Todo me dice que estoy a punto de tomar una mala decisión, pero los errores son una manera de actuar. ¿Qué quiere el mundo de mi?, ¿Qué no corra riegos?, ¿Qué vuelva al lugar de dónde vine, sin el coraje de decirle "si" a la vida?

Ya actúe equivocadamente cuando tenía once años y un niño vino a pedirme un lápiz prestado; desde entonces, entendí que a veces no existe una segunda oportunidad, es mejor aceptar los regalos que el mundo ofrece. Claro que es arriesgado, ¿Pero ese riesgo es mayor que un accidente en un autobús que tardo 48 horas en traerme hasta aquí? Si tuviera que ser fiel a alguien o a algo, en primer lugar tengo que ser fiel a mi mismo. Si busco el amor verdadero, antes necesito casarme de los amores mediocres que encontré.
La poca experiencia de vida que tengo me enseñó que nadie es dueño de nada, todo es una ilusión, y eso va de los vienes materiales a los vienes espirituales. Quien ya perdío algo que consideraba garantizado (algo que ya pasó tantas veces), termina por aprender que nada le pertenece.

Y, si nada me pertenece, tampoco necesito gastar mi tiempo cuidando de las cosas que no son mías; mejor vivir como si hoy fuera el primero (o el último) día de mi vida.

Al día siguiente, por intermedio de mailson, el intérprete/ agente de seguridad que ahora se presentaba cómo si representante, dijo que aceptaba la invitación, siempre que tuviera un documento proporcionado por el consulado suizo. El extranjero, que parecía acoatumbrado a este tipo de exigencias, afirmo que aquel también era su dese, ya que, para trabajar en su tierra, una extranjera debua probar que tenía una ocupación que ninguna nativa pudiera ejercer. No seria difícil conseguir eso, ya que las suizas no tenían gran aptitud para la samba. Fueron juntos al centro de la ciudad.
El agente de seguridad/ intérprete/ representante exigió un adelanto en efectivo en cuanto firmarán el contrato, y se quedó con el treinta por ciento de los quinientos dólares recibidos.

_Es una semana de adelantó. Una semana ¿Entiendes? ¡Ganarás quinientos dólares por semana, limpios, porque yo solo recibo comisión sobre el primer pago!

Hasta ese momento, los viajes, la idea de irse lejos, todo parecía un sueño-- y soñar es mucho más cómodo, siempre que no seamos obligados a hacer lo que planeamos. Así no pasamos por riesgos, frustraciones, momentos difíciles, y cuando no hacemos viejos siempre podremos culpar a otros _ nuestro país, de preferencia, o nuestro marido, o nuestros hijos_ por no haber realizado aquello que deseábamos.

¡De repente, ahí estaba la oportunidad que tanto esperaba, pero que rogaba que nunca llegará! ¿Cómo enfrentar los desafíos y peligros de una vida que no conocía? ¿Cómo abandonar todo aquello a lo que estaba acostumbrado? ¿Porque la virgen decidió ir tan lejos?

Jimin se consoló con el hecho de que podía cambiar de idea en cualquier momento, aquello no pasaba de ser un travesura irresponsable - algo distinto que contar cuando volviera a su tierra.
Al final de cuentas, vivía a más de mil quinientos kilómetros de ahí, ahora tenía 350 dólares en la cartera, y si mañana decidiera hacer la maletas y huir, ellos jamás podrían saber dónde se había escondido.
La tarde que fueron al consulado, el resolvió pasear solo por la orilla del mar, mirando a los niños, a los jugadores de voleibol, a los mendigos, los borrachos, los vendedores de artesanías, a los que corrían, y hacían ejercicio para ahuyentar la vejez, a los turistas extranjeros, las madres con sus hijos, los jubilados haciendo cartas al final del malecón.

¿Y ahora?

Miró hacia el otro lado del mar: sus lecciones de geografía afirmaban que siguiera en linea recta llegaría a África, con sus leones y sus selvas llenas de gorilas. En cambio, si caminará un poco hacia el norte, terminaría poniendo los pies en el reino encantado de Europa, donde existían la torre Eiffel, la Disneyland europea y la torre inclinada de pisa. ¿Que podía perder? Cómo no cualquier coreano, aprendió a bailar samba antes de decir "mamá" ; podía regresar si no le gustaba, y ya había aprendido que las oportunidades se hicieron para ser aprovechadas.