Jimin salió de ahí decidido a investigar sobre haciendas. Cómo tenía la tarde libre, resolvió pasear un poco y termino notando, en la parte alta de la ciudad, una pequeña placa amarilla con un sol y una inscripción: "camino de Santiago". ¿Que era eso? Cómo había un bar al otro lado de la calle, y como había aprendido a preguntar todo lo que no sabía, decidió entrar e informarse.
_No tengo idea_ dijo la joven detrás de la barra.
Era un lugar elegante, el café costaba tres veces más de lo normal. Pero, ya que tenía dinero, y ya que estaba ahí, pidió un café y decidió dedicar las próximas horas a aprender todo sobre administración de haciendas. Abrió el libro con entusiasmo, pero no logro concentrarse en la lectura: era aburridisímo. Sería mucho más interesante conversar con alguno de los feligreses con respecto al tema; ellos siempre sabían la mejor forma de administrar el dinero. Pago el café, se levantó, agradeció a la chica que le sirvió, dejo una buena propina ( había creado una superstición al respecto: si diera mucho, recibiría también mucho), camino en dirrección a la puerta y, sin darse cuenta de la importación de aquel momento, escucho la frase que cambiaría para siempre sus planes, su futuro, su hacienda, su idea de felicidad, su alma de doncel, su actitud de hombre, su lugar en el mundo.
_Espera un poco.
Miró sorprendido a un lado. Aquel era un bar respetable, no era el Copabana, donde los hombres tienen derecho a decir eso, aunque las mujeres pueden responder: "voy a salir, y tú no me lo impedirás".
Se preparaba para ignorar el comentario, pero su curiosidad fue más fuerte y se voltio hacia la voz. Lo que vio fue una escena extraña: un hombre de aproximadamente treinta años (¿O deberia pensar "muchacho de aproximadamente treinta años"? Su mundo había envejecido muy rápido), de cabellos largos, arrodillado en el suelo, con pinceles esparcidos a su alrededor, dibujando a un señor sentado en una silla, con una copa de anís a su lado. No los había notado cuando entró._No te vayas todavía. Estoy terminando este retrato, y me gustaría pintarte también.
_No estoy interesado_ jimin respondió; y, al responder, creo el lazo que faltaba en el universo.
_Tienes luz. Déjame por lo menos hacer un esbozo.¿Que era un esbozo? ¿Que era "luz"? No dejaba de ser un hombre vanidoso, ¡Imagina que alguien que parecía serio te haga tu retrato! Comenzó a delirar : ¿Y si fuera un pintor famoso? ¡Sería inmortalizado para siempre en un lienzo! ¡Expuesto en París o en salvador de Bahía! ¡Un mito!
Por otro lado, ¿Que hacía ese hombre, con todo aquel desorden a su alrededor, en un bar tan caro y posiblemente bien frecuentado?
Adivinando su pensamiento, la chica que atendía a los clientes le dijo bajito:
_Es un artista muy conocido.
Su intuición no le había fallado. Jimin procuro controlarse y mantener la sangre fría.
_Viene aqui de vez en cuando y siempre trae a un cliente importante. Dice que le gusta el ambiente, que se siente inspirado. Esta haciendo un cuadro con las personas que representan a la ciudad, fue un encargo de la prefectura.Jimin miro al hombre que estaba siendo retractado. De nuevo, la mesera le leyó el pensamiento.
_Es un químico que hizo un descubrimiento revolucionario. Ganó e premio Nobel.
_No te vayas todavía _repitio el pintor_. En cinco minutos termino. Pide lo que quieras y que lo anoten en mi cuenta.Cómo hipnotizado por la orden, él se sentó en el bar, pidió un cóctel de anís (cómo no acostumbraba a beber, lo único que se le ocurrió fue imitar al tal premio Nobel) y se quedó mirando al hombre trabajar. "No represento a la ciudad, por eso él se debe estar interesando en otra cosa. Pero no es mi tipo", pensó automáticamente, repitiendo lo que siempre se repetía a así mismo desde que comenzará a trabajar en el Copabana; era su tabla de salvación y su renuncia voluntaria a las trampas del corazón.
Teniendo eso bien claro, nada le costaba esperar un poco; tal vez la chica de la barra tuviera razón, y aquel hombre podría abrir las puertas de un mundo que no conocía, pero en el cual siempre había soñado: al final de cuentas, ¿No tenía pensado seguir la carrera de modelo?
Se quedó observando la agilidad y rapidez con la que el concluía su trabajo; por lo visto era una pintura muy grande, pero estaba completamente doblada, y él no podía ver los otros rostros ahí retratados. ¿Y si ahora tuviera una nueva oportunidad? El hombre (decidió que era hombre y no muchacho) no parecia que era el tipo que hace aquella proposición tan solo para pasar una noche con él.
Cinco minutos después, conforme prometiera, el había terminado su trabajo, mientras jimin se concentraba en Corea, en su futuro brillante y en la absoluta falta de interés que tenía de conocer nuevas personas _ que pudieran poner en peligro todos aquellos planes.
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~°Once Minutos°~ Kookmin*°~
FanficOnce minutos es una obra de realismo social y crítico a través del erotismo y el sexo. Reclama la importancia de no negar los instintos que surgen del lado oscuro del deseo. Es la reivindicacion de la sexualidad y la explotación del miedo a la entre...