PARVATI O3

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Mood Leah: Nada mal, me sirve.

Hoy mi pequeña luz, mejor amiga e impronta al fin cumplía sus 18 años, aunque realmente podría empezar a llamarse mayor, ella sabía que aunque tuviera esa duda nunca llegaría a ser como quisiera ser. Porque sus palabras siempre terminaban con referencia profunda hacia ella misma, todo esto tenía una harta expresión ante sus años de crecimiento, desde sus siete.

Cuando Aruna Uley cumplió sus 17 años, sabía que se estaba acercando a los famosos años adultos, pero cuando ella le preguntó:

-Ya estas cerca Runa, ¿que piensas de tus próximos 18 años?

La morena de cabellos lisos se había detenido justo a tiempo en que terminó de escalar el árbol y sentarse en una rama segura para mirarla, pero una suave sonrisa no faltó en salir a su encuentro, mientras ambas se miraban.

-Nada, son sólo números Elle(El) , tu siempre serás la adulta en esta ecuación, que lleguen los 18 años son sólo nuevos horizontes que conocer. Además, eres mi ejemplo a seguir.

A veces ella olvidaba lo relajada que era con esos asuntos, después de todo era la reencarnación de alguien a quien no conoció pero muchos sí. A sus diescisiete años su impronta sólo velaba por la salud emocional y física de su manada, como su un instinto natural saliera a flote; pero extrañamente ella no dejaba que fuera afectada por esa presión de alfa, se cuidaba a sí misma, aveces la notaba esconder sus propios malestares pero al ser su impronta, siempre sabía qué le pasaba, y está no podía evitar ser descubierta.

Aún recordaba cuando cumplió los 16 años, ese día había sido un momento que muchos esperaban al igual que la dichosa vez que ella encontró a su impronta por la mitad chupasangre, todos estaban atentos que la próxima alfa tuviera su cambio, sabían que lo tendría y no habría manera de evitarlo. El propio alfa, Sam Uley, lo sabía ya que siendo una pequeña ya lo había desafiado por sus caprichos, y manifestado su voz de alfa, era algo notable e imposible pasar por encima.

Lo recordaba como si hubiera pasado recientemente. Su hermosa niña fuerte, que siempre se mantenía con porte de realeza, leal a sus amigos y familia y sobre protectora con su alrededor, había empezado a manifestar su cambio justo en el momento más ridículo.

La pequeña niña de dieciséis años se encontraba hecha bolita en su habitación, con un dolor de cabeza intenso, la piel le quemaba en fiebre pero más que nada está empezaba y refunfuñar molesta al maldito Andrés, justo en ese día le había llegado la menstruación, odiaba la sensación que su impronta debía estar sintiendo, la horrorosa sensación de calambres dolorosos recorrer su cuerpo, el frío y calor totalmente incômodo en su ser, y por si fuera poco el cambio de humor, junto el hambre eran algo sumamente molestos. Sin embargo, Aruna parecía estar enojada por una cosa más que eso, y se había animado a preguntar mientras le acariciaba la cabellera suavemente; pudiendo percibir que esas caricias lograban ser el calmante para su impronta que empezaba a respirar ligeramente más calmada.

-¿Qué pasa Runa? ¿Porque pareces más enojada que de costumbre?

-Lobita.. Yo siempre estoy calmada, eres tu quien siempre está con cara de haber pisado estiércol. -le había dicho aquello y ya le había logrado sacar de su zona de confort con un gruñido de fastidio.

Está niña le quitaba de quicio de vez en cuando, a veces parecía que se olvidaba sus modales y parecía como una niña insolente.

-Y allí está mi niña insolente. ¿Ya me dirás porque estas molesta?

-Estoy molesta porque papá no quiere que vaya mas a buscar a Lakota, dice que no voy a estar lista cuando... Cuando vaya al cielo. Pero... ¡Joder es mi maldito hijo, soy su madre, no puede ni tiene derecho de decirme que hacer o no, es mío! ¡Si yo quiero cuidarlo por viejo y atolondrado, lo hago y punto!

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