uno ・゚゚・。

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Hace rato que habían llegado a Qatar, lugar donde se llevaría a cabo el mundial. El equipo mexicano ya se había acomodado en las habitaciones que les correspondían y esperaban a que todos desempacaran para poder bajar a cenar juntos. 

Memo iba a buscar a su cachorro a su habitación, pues a pesar de ser su padre, su equipo técnico le había prohibido compartir habitación con él, al ser él mismo un alfa y su hijo un omega. No se quejaba tampoco, pues sabía que su cachorro siempre terminaba escabulléndose de una manera u otra para pasar algo de tiempo con su padre. 

Tocó la puerta de la habitación y solo pudo soltar un suspiro cansado cuando lo recibió Kevin, tratando de tapar lo que parecía ser una discusión a su espalda. El omega más grande solo pudo dedicarle una sonrisa nerviosa, haciéndose a un lado, permitiéndole ver mejor el alboroto que Lozano y Lainez estaban haciendo. 

—¡Ya wey! Te juro que te voy a soltar un putazo si no me devuelves mi celular —amenazó el cachorro, tirándose encima de Diego. 

—¡Ey, no mames! ¡Hueles a sobaco Hirving! —se quejó el omega, riendo a pesar de la situación, encontrándose apresado bajo el cuerpo de Lozano, quien seguía tratando de arrebatarle su celular. 

—A sobaco huele tu mamá —le sacó la lengua, aún forcejeando—. Ándale Diego, ya dámelo —trató una vez más—. Ni hubieras venido, si no vas a jugar de todos modos —mencionó rencoroso, quitándose de encima de su amigo al haberse dado por vencido. 

—Ey, ey, ey. Ya sepárense chamacos. Diego, regrésale su celular, ándale —indicó—. Y tú Hirving, discúlpate, ya dijimos que burlarse de eso no esta bonito. Y agradece que vino a echarte porras, si ya todos sabemos que no puedes vivir sin él. 

Ambos omegas hicieron lo que se les fue ordenado a regaña dientes, y Memo solo pudo suspirar; no podía creer que esos cachorros tuvieran 22 años y no 5. 

—Ya vénganse, que vamos a ir a cenar.

Los tres omegas lo siguieron obedientes, y como si nada hubiera pasado anteriormente, los tres comenzaron a hablar y reírse nuevamente entre ellos. Una vez llegaron al restaurante del hotel, buscaron con la mirada a alguno de sus compañeros de la selección para irse a sentar con ellos. Kevin inspeccionaba alrededor, quedándose atónito al ver a lo lejos a su ídolo. Inmediatamente comenzó a codear a Lozano y a Lainez, buscando desesperadamente su atención. Estos se voltearon molestos, pero cuando miraron a donde señalaba el omega mayor, simplemente quedaron boquiabiertos. 

—No chingues, es Lionel Messi —soltó Diego, completamente sorprendido.

—No mames, no mames, no mames. Es Lionel Messi, wey. Le voy a pedir su autógrafo —exclamó Kevin, la emoción siendo claramente reflejada. 

—No, no, no wey. Espérate —lo detuvo, tomando su brazo para impedir que caminara hacia el omega argentino—. Esta cenando, no puedes ir ahorita. ¿Qué tal que nos odia por interrumpirlo? Tenemos que ser más inteligentes, hablar con él después, así capaz y nos vea como más que unos mococitos emocionados —explicó Hirving, a lo que Diego y Kevin asintieron convencidos. 

—Ya vámonos a comer, que no importa si le hablan a Messi ahorita o en cien años, siguen siendo unos escuincles —dijo Memo burlón. Los tres omegas le sacaron la lengua, supuestamente ofendidos, pero haciéndole caso igualmente y siguiéndolo a la mesa donde ya se encontraban algunos de sus compañeros. 

...

En otra mesa, al fondo del mismo restaurante, se encontraban Messi y su cachorra, acompañados de Julián, a quien Messi cuidaba como si fuera su cachorro también. Los dos más jóvenes discutían levemente, tan solo causando risas o suspiros en su madre. 

❝𝐂𝐎𝐍𝐍𝐄𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍❞ ; mechoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora