8. Barcelona ciudad

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Aquí en Barcelona ciudad

tu infancia quedó muy atrás

y tu juventud se perdió

entre canción y canción

(Loquillo y los Trogloditas - Barcelona ciudad)


- Solo aceptaré que me digas un halago escrito por otro hombre porque es Sabino - Dice ella con una sonrisa.

- Traeré una lista de halagos de mi autoría la próxima vez - Devuelve él.

- ¿Ya estamos agendando una próxima vez? - Observa ella subiendo una ceja.

Pedri baja la mirada a sus zapatos, sintiéndose extraño. Ella lo pone nervioso, pero le gusta esa sensación. Le atrae un eco de ese sentimiento antes de ir a jugar, que es de adrenalina.

Sin embargo, también se siente algo fuera de su elemento.

Nunca ha tenido una relación en su vida, por lo que solo está diciendo lo que se le viene a la mente sin pensar. Y sospecha que acaba de quedar como un idiota, así que guarda silencio.

La mano de ella está en la curva de su codo, y baja por todo el largo de su antebrazo sobre la piel de su camisa hasta que llega a su mano. Sus dedos se deslizan sobre los de él, hasta que la mano de ella envuelve la suya.

- Vamos - Le dice ella sin más, mientras da un paso adelante.

- ¿A dónde? - Pregunta él, aunque la imita.

- A mi casa -Responde ella.

Lo mira de reojo para evaluar su reacción. Pedri no está seguro exactamente de la cara que pone, pero ella se ríe.

Luego se pone en puntas de pies y deja un beso en su mejilla.

- Eres muy lindo, Pedro - Le dice simplemente. Pedri se da cuenta de que una sonrisa se le forma en el rostro, y ella vuelve a sonreír -Tengo una colección de cuadros en casa. Pensaba darte un recorrido por la galería, pero ya viste que Clara nos echó. ¿Eso está bien para ti?

Pedri se siente un poco idiota por el hecho de que ella le aclare sus intenciones de esa manera. ¿Qué cree ella que se estaba imaginando?

Bueno, ¿Qué estaba imaginando?

Su inexperiencia le juega una mala pasada.

- Solo quiero pasar tiempo contigo. No me importa dónde - Responde él, porque ya no tiene idea de cómo actuar, va a optar por ser sincero.

Ahora es ella quién sonríe nerviosamente.

Pedri se pregunta por qué.

Se da cuenta objetivamente de que es una chica muy guapa, y trabaja con gente todos los días. La lista de personas que vienen a la galería, no debe ser breve. Pedri está seguro de que él no debe ser el candidato más prometedor que se ha acercado a hablarle.

Pero por la razón que sea, es él quien está con ella esta noche, así que lo va a disfrutar.

Frota disimuladamente su mejilla donde ella lo besó, porque su piel se quedó cosquilleando de una manera extraña. Qué raro.

- No he traído mi coche hoy, así que creo que la mejor opción sería pedir un Uber. O mojarnos - Se encoge de hombros sonriendo.

- Yo he traído mi coche, venga vamos.

Pedri aprieta gentilmente su mano y tira de ella para cruzar la calle, dónde se encontraba su auto aparcado.

En ese instante, a Pedri se le cruza el pensamiento incoherente de que la llevaría a cualquier parte.

A la orilla del mar | Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora