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La rutina cansa, mucho. Me levanto, me ducho, voy a desayunar y comparto algo de mi comida contigo. Luego voy a trabajar y a la vuelta le hablo a tu foto. Si mi madre me viera, pensaría que no soy normal. ¿Sabes que quiso venir a vivir conmigo una temporada? Cuando pasó aquello. Pero yo quería estar solo. A veces lo que uno necesita es soledad. La considero más mi amiga que mi enemiga, cuando pasas tiempo en soledad aprendes a apreciarla. No hay ruidos, no hay problemas, y puedes escuchar tus pensamientos con claridad. En soledad también recuerdo tu voz, cuando me dabas los buenos días, o cuando me dabas las buenas noches. Quizás me torturo demasiado, pero es mi manera de vivir. Es lo que yo he escogido. Dicen que para superar una muerte, hay que guardar todo lo relacionado con la persona por un tiempo. Eso me parece egoísta, es como si quisieran borrar a sus seres queridos durante un tiempo hasta haberlo o creer haberlo superado. Hacer eso sería como rechazarte. Fuiste alguien importante en mi vida, nunca te borraría de ella, aunque fuera por un par de meses.

Me dejé caer sobre el sofá y encendí la tele. ¿Sabes? A veces me olvido de que no estás. Luego me doy cuenta y me siento un poco triste, pero es llevadero. Uno se acaba por acostumbrar a la rutina. A veces me pregunto qué haría si te volviera a ver, o si viera a una persona parecida a ti. Probablemente me derrumbaría en el interior, pero intentaría no mirar mucho e ignorar esa presencia. Sería imposible verte de nuevo, pero ver a alguien que me recuerde a ti es una posibilidad entre mil, y esa 'una' podría encontrármela.

Aún recuerdo cuando fuimos de acampada por primera vez, lo pasaste fatal con tu fobia a los insectos, pero te hiciste el valiente para no aguarme la fiesta. Sin embargo, a mi me gustaba protegerte de los mosquitos y todo aquello de lo que te asustases. Aquella sonrisita que sacabas cuando agitaba las manos en el aire para espantarlas me daba la vida, el cómo te acercabas 'estilo gusanito' para dormir pegado a mi, para dormir abrazado a mi.

Sin darme cuenta los ojos se me fueron llenando de lágrimas. He pasado años llorando por ti y aún me quedan lágrimas, nunca pararán. Me las sequé con el dorso de la manos y miré al frente. Recuerdo también que me dijiste que el día que nos conocimos fue el más feliz de tu vida. ¿Te cuento un secreto? Aún conservo la camisa que me manchaste con tu helado. Era un día muy caluroso en Qingdao, yo estaba de vacaciones con mi madre. Fuimos a por un helado y tú estabas a mi lado, nos giramos a la vez y nos chocamos, la bola de tu helado quedó aplastada contra mi camisa. Me miraste y me pediste perdón mil veces, yo intentaba limpiar la mancha con una servilleta, como si fuera a conseguir algo.

Echo tanto de menos esos tiempos, que daría cualquier cosa por volver a vivir aquello.

Volví a la habitación y me tumbé, era mi día libre, ¿pero qué iba a hacer? Si estuvieras aquí, iría contigo al cine, de pic-nic, o nos quedaríamos en casa haciéndonos carantoñas mutuamente. Cerré los ojos y dejé que el sueño me venciera. El despertador sonó a las 2h, me incorporé y me estiré, haciendo sonar cada vértebra de mi columna. Miré la mesilla. "Vuelvo en media hora, xo <3". Parpadeé, cogí la nota y la releí. Suspiré. Será que la cogí de donde la guardé y la dejé ahí. Volví a guardarla donde antes y fui a la cocina. Algo andaba mal. ¿Quién había cogido melocotones? Juraría que compré doce, o quizás tengo lagunas mentales. Preparé té y me tumbé en el sofá mientras se infusionaba. Escuché unas llaves en la puerta. ¿El vecino estaba borracho y pensaba que era su puerta? Suspiré y me levanté, y fui a abrirle para decirle que esta no era su casa. Pero cuando fui a abrir, la puerta se había abierto.

Miré al frente.

Y ahí estabas tú.


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