Rewind

Cartas con dirección al cielo

Yifan

Magnífico. Era magnífico. No había otra palabra para describirlo. Estábamos juntos y hacíamos cosas de pareja, hacíamos lo que antes hacíamos. Salíamos los sábados, los domingos nos quedábamos en casa a ver películas, entre semana nos esperábamos con ganas en casa... tanto que perdía la noción del tiempo. Era todo tan perfecto que me olvidaba de que todo lo que comienza, tiene un fin. Me olvidaba de que esto era una oportunidad. Me olvidaba de que él no está vivo... o al menos que murió y ahora está aquí. Su sonrisa... ¿Iban a arrebatármela de nuevo? Aunque lo intentase, no podía dejar de sentir una extraña sensación dentro. Estaba viendo María Antonieta, de Sofía Coppola, cuando Tao apareció en el salón con lágrimas en los ojos y el rostro desencajado.
-¿Pasa algo, amor mío?
Tiró un montón de hojas al suelo.
-¿Te...medicas? ¿Tienes... paranoias? O ... algo ... algún problema...
Fruncí el ceño y me levanté.
-Tao...¿Por qué preguntas eso?
-¿TE PARECE QUE ESTOY MUERTO?-preguntó sin poder evitar que las lágrimas cayeran por sus mejillas.
Me bloqueé. Las había encontrado... ¿Y ahora cómo se lo explico?
-Tao, déjame que te lo explique.
Se rió, pero de manera despectiva.
-Oh si, espero que tengas una explicación para antes de que yo me vaya a otra parte donde no hayan parejas que me imaginan muerto.

-¡Tao! Deja de tratarme así.

-¿Así? Si eres tú el que me mata en tu propia mente. -pisoteó las cartas.

-¡No hagas eso! - corrí a recogerlas.

-ESTÁS ENFERMO -gritó antes de marcharse de nuevo a la habitación, donde se encerró con llave. 

Se me aguaron los ojos mientras ordenaba las cartas por fecha y las limpiaba, aquello me había dolido, fue como si pisoteara mis sentimientos. Me sequé las lágrimas y las guardé, luego me acerqué a la puerta.

-Por favor, abre, te lo puedo explicar.

-¡NO! 

-Tao... abre... deja que ... 

Y la puerta se abrió. Entré y lo encontré apoyado en la pared, tapándose el rostro con las manos.

-Muchas veces... He soñado con mi propia muerte -me miró aterrorizado- y es... como tú la describes.

Me acerqué y lo abracé silenciosamente, escuchando sus palabras.

-¿Tienes miedo?

Tragó saliva y afirmó lentamente mientras las lágrimas continuaban cayendo.

-No quiero dejarte solo de nuevo, no quiero irme. 

-Eso no va a pasar, confía en mi.

-¿Pero y si se repite? En mitad de la noche, cuando sueño con mi muerte, me levanto con dolor y frío. ¿Y si intentan que me vaya de nuevo? Me da miedo dormir.

Lo llevé a la cama y le ayudé a sentarse.

-Esas cartas... las escribía cada día, porque me hacían sentirme más cerca de ti. Hacía como si te hubieras ido de viaje... y yo te escribía cada semana contándote qué tal me va por aquí. Me llegué a creer mi propia mentira.

Tao agarró mis manos y continuó llorando desconsoladamente. 

-No permitiré que te vayas, no lo haré, a quien me esté poniendo a prueba se lo demostraré.

Me abrazó, y al rato se tranquilizó. Solía tener ese efecto sobre él, no tenía muy claro si era mi calor corporal o mi forma física, pero algo le hacía sentir protegido. Lo abracé de vuelta y coloqué una mano en la parte trasera de su cabeza, y lo acerqué a mi pecho. Éramos como dos piezas de un puzzle que encajan a la perfección, yo le daba la protección, y él me daba el calor. Había intentado escapar de la realidad, evadirme de los hechos, intentaba vivir el momento, pero no debía olvidar lo que se acercaba. Cada segundo que pasaba era un segundo más cerca de su muerte. Pero no lo iban a conseguir, iba a luchar por él, por nosotros, por lo nuestro; por su amor. 

-¿Y si mañana te despiertas y no estoy? 

-Te buscaré.

-¿Y si he muerto?

-Moriré contigo.

Un incómodo silencio invadió la sala durante unos minutos, hasta que Tao alzó el rostro y me besó los labios.

-Gracias.

(perdón por hacerlo corto esta vez, estoy muy liada con diseño y tengo clases por la tarde... va a ser un año muy intenso y es mi prioridad, sin embargo intentaré sacar tiempo para actualizar los fics ;__;)