Saint Laurent

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Yifan

Ahí estabas, frente a la puerta, con tu maletín y una gran sonrisa. Me sonreíste y dejaste el maletín a un lado, para venir a abrazarme. "Te eché de menos en el trabajo" me dijiste. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. ¿Era esto real? Te abracé con fuerza, con todas las ganas acumuladas de abrazarte durante estos años. Hundí mi cara en tu cuello y mojé tu camisa.

Llevabas el abrigo de Saint Laurent que te regalé por nuestro aniversario.

Abrigo que aún conservo.

—¿Qué... tal el día? —pregunté con un hilo de voz.

—¡Muy bien! Hoy trajeron bombones a la empresa, Li fue de viaje a Berlín y trajo chocolate belga, ¡está delicioso! Mira, te traje un bombón —sacaste una bolita de platina de su abrigo y la desenvuelve— cierra los ojos, ¿vale?

Cerré los ojos y abrí la boca un poco. Esto era... increíble. Estás ahí. Delante.

Noté algo frío en mis labios, algo que entraba a mi boca. Mordí y una crema de chocolate inundó mi boca. Abrí los ojos y te sonreí.

—Está delicioso, pero no más que tú.

—¿Intenta cortejarme, señorito Wu? Ou ou ou...

—Quizás quiero llevarle a mi alcoba —te besé, lento pero con ganas. Echaba de menos esos labios. Introduje mi lengua poco a poco y te agarré de la nuca para tomar el control del beso. Con la mano libre comencé a sacar tu camisa del pantalón, y te acaricié el vientre. Te reíste bajito y me besaste de vuelta.

No sabes cuanto echaba esto de men... MIERDA. TU FOTO Y LAS VELAS. Me separé corriendo y fui al rincón, pero no había nada. Suspiré y me senté en el suelo.

—¿Ocurre algo, amor? —preguntaste preocupado mientras te acercabas.

—Nada, tranquilo, sólo tuve una pesadilla y quería verificar que era sólo una pesadilla.

Te sentaste detrás y me abrazarte.

—Mmmh mi dragoncito, no vuelvas a dormir la siesta, que si tienes una pesadilla y yo no estoy para abrazarte luego me siento mal.

—Idiota -me reí, pero también se me humedecieron los ojos. Si esto es un sueño, no quiero despertar.

—¿Tienes hambre? ¿Quieres un sándwich o algo para picar?

Te acaricié las manos y sonreí al notar tu nariz rozar contra mi cuello.

—¿Estás en el menú?

Estallaste en carcajadas y me besaste el cuello.

—Señorito Wu, me asombra que aún no sepa que yo soy el postre.

—¿No te puedo tomar antes?

Escuché tu risa, tu adorable y musical risa.

—Le puedo dejar probar, pero no me sea de manos largas.

Asentí y me di la vuelta, me fui acercando a ti. Rocé mi boca con la tuya y deposité un casto beso sobre tus labios. Comenzaste a tumbarte, y yo aproveché para ponerme encima tuya, sin separar nuestras bocas. Abriste un poco tu boca y yo la acaparé, introduje mi lengua y volví a sentir la calidez de tus besos una vez más. Rodeaste mi cuello con tus brazos y ladeaste la cabeza para dejarme mejor acceso.

—Te eché mucho de menos.—Susurraste a cm de mi boca.

—Seguro que yo más. —Sonreí y volví a besarte. Podría pasarme vidas haciendo esto, con tal de que fuera contigo.

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