3: carried by the sound

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Juliana se sentía extrañamente feliz ante esa respuesta.

—Espera, no creas que pienso meterte en mis pantalones o algo así-

—Traes falda, —interrumpió una Juliana sonriente.

Valentina suspiró, se veía tímida de repente.

—Sé que he estado- no sé, realmente no sé si te estoy mandando mixed signals, pero mi plan es lo más sano, lo juro. Ya pasó algo, soy consciente y yo no tenía idea que tú eras y no quiero crearle problemas a las chicas. Quiero que haya un buen ambiente en el rodaje, ya me caes muy bien-

—¿Cómo lo sabes? Apenas nos conocemos, —dijo Juliana mientras Valentina no dejaba de hablar.

—...  creí que podíamos estar más tranquilas y hablar sobre las cosas que pasaron. Yo no pensaba en nada más, ando con el auto y I mean, no podía beber mucho para luego conducir pero quería seguir hablando contigo-

—Entiendo. No tienes que-

—¿Eres alérgica a los gatos?— Se interrumpió a sí misma y a Juliana. —Tengo una gata en casa, —cambió de tema de repente, ambas parecían expertas en eso.

—No lo soy. —Valentina la miró consolada. —¿Cómo se llama? Tu gata.

—Perry.

—Pensé que era hembra.

—Me di cuenta después de cuatro meses, ya no podía ponerle otro nombre.

—No se iba a enterar.

—No creo que su nombre la confunda, los nombres no deberían relacionarse con un género, by the way.

Juliana decidió finalmente poner una canción. Trompetas y palmas comenzaron a sonar en un ritmo constante.

—¿Salsa? —Valentina soltó una risa, no pudo ocultar su sorpresa. —Increíble.

—También escucho otras cosas más recientes, ¿sabes?

—Pero decidiste poner salsa, es la parte de ti que me quisiste presentar.

—Bueno, supongo que sí.

Luego de un puente instrumental, comenzó una voz masculina a enunciar:

Oye cómo va, mi ritmo.
Bueno pa' gozar, mulata.

—Es con Celia Cruz, ¿no?

—También. Pero esta versión, que creo que es anterior, es solo de Tito Puente.

God! Estoy frente a una melómana. Hagamos un trato, tú pones la música por el resto de la noche. Esto me recuerda a un hermano de papá que llegaba un día antes de Navidad a pasarla con nosotros en Buenos Aires.

—¿Argentina?

—Oh, sí-

—No suenas argentina.

—Crecí en muchos lugares, —dijo distraída. Valentina giró el auto, entrando a un camino de altos arbustos para girar de nuevo y descubrir una casa de un piso rodeada de plantas. —Llegamos. —No podía ver a los vecinos, parecía encerrada en una especie de arboleda.

—De verdad podrías asesinarme y nadie se enteraría, ¿no es así? —Bromeó antes de bajarse del auto.

Juliana se quedó afuera observando el lugar, haciendo un mapa mental por si tenía que huir. Valentina guardaba el auto.

—¡Psst! —La llamó asomándose por el garaje una vez apagó el auto y se bajó de él, —la entrada es por acá.

Juliana la siguió sin pensarlo dos veces. El espacio para acceder luego de haber ocupado el parqueadero era bastante reducido.

Siento que no sientas | JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora