J̶e̶n̶n̶i̶e̶
DollyBizqueando contra el brillante sol, incliné la cabeza hacia atrás y miré al cielo. Era tan azul. Tan despejado — nunca antes había visto colores tan vívidos. En la habitación de las puertas, habité en un mundo de sombras. Sombras hilvanadas danzaban amenazadoramente en las paredes, sus tentáculos alargándose para alcanzarme en la esquina, donde me agachaba temblando por su toque. Si me alcanzaban, instintivamente sabía que todo estaba perdido. Conejo nunca, jamás me encontraría. Así que las bloqueaba, cerrando los ojos y viviendo en la oscuridad.
Noche. Eterna noche.
Bajando por el hoyo del conejo, había tanta luz. Tantísimo color, como si un arcoíris hubiera bañado al mundo con sus hermosos rayos. Corrí las manos por mi vestido. Mi vestido azul, tan llamativo y bonito.
El vestido más bonito que jamás verás.
Inclinando la cabeza hacia atrás otra vez, miré las nubes blancas gordas y esponjosas mientras iban a la deriva a través del cielo, y permití que la excitación llenara mi corazón.
Estaba latiendo tan rápido.
Bajé la cabeza y miré fuera de la ventana, hacia la larga carretera. Las llantas del auto molieron el camino debajo de nosotras.
Después miré hacia Conejo.
Mi aliento se trabó en mi garganta. Ella miraba directo hacia el camino, una mano en el volante y la otra descansando en la puerta del auto. El techo estaba bajado, y el viento soplaba sobre nosotras como un edredón de plumas. A diferencia del resto del mundo, Conejo no estaba bañada en color. Estaba vestida en oscuridad... salvo sus ojos.
Orbes plateados... igual como la luna.
Traía un extraño dedal en el dedo índice de su mano izquierda. Era dorado y destellaba con la luz. Curiosamente, no era como los dedales tradicionales, sino afilado, como una garra. No tenía idea de por qué lo llevaba.
Conejo volteó la cabeza, y esos ojos plateados aterrizaron en mí.
—¿Estás bien, cariño? —me estremecí al sonido de su voz. Era más profunda de lo que recordaba. Más áspera y baja.
Sentí mis mejillas ruborizarse. Ella enarcó una ceja.
—Suenas diferente —dije— Tu voz es más profunda —mi mirada cayó a su cuerpo. También era más grande, más alta pero seguía teniendo un aire delicado. Su ropa era similar, pero las mangas de su camisa estaban enrolladas hasta los codos y la piel debajo estaba marcada con dibujos. Relojes blancos y negros. Relojes de todos los tipos cubrían cada centímetro de su piel, estaban por todo el camino de sus brazos e iban hacia arriba, hasta el cuello. En su mejilla, justo al lado del ojo izquierdo, había un solo dibujo negro.
Una espada, de un mazo de cartas.
—Luces diferente —toqué mi cabeza— Aquí, te recuerdo diferente —sonreí cuando miré hacia su cabello— Pero tu cabello aún es el mismo... y tus ojos. Nunca podría olvidar esos ojos —sonreí y susurré— Mi Conejo... —no estaba segura si me escuchó o el viento se había llevado mi susurro lejos hacia el cielo.
No dijo nada por un tiempo, después se arriesgó.
—Tú también luces igual. Pero diferente. Adulta —corrió los dientes por su labio inferior y su nariz se ensanchó— Como una muñeca viviente —su labio se torció. Su mano se apretó en el volante— Mi pequeña Dolly ya creció —por alguna razón, la voz de Conejo era más rasposa que hace un minuto. Confundida, estaba a punto de preguntarle por qué, cuando detuvo el auto y tomó una profunda respiración— Mira hacia allá, cariño —apuntó a través del parabrisas.
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Tea Time! ❥ ᴊᴇɴʟɪsᴀ
FanfictionNunca fue la luz en mi vida, sino un fuerte eclipse, borrando el sol y cualquier cosa brillante, trayendo consigo una noche interminable. Sino un alma no destinada a la paz, sino hecha a mano para la muerte, el asesinato, la sangre y los huesos... A...