Capítulo 4

2.2K 90 1
                                    


LAUREN


Me estoy perdiendo a mí misma.

Tengo que salir del auto. No puedo respirar.

Cada vez que respiro me hace temblar. Ella huele a dulces. Tan dulce e inocente. Me estoy llenando de una necesidad desesperada por ella, una que no sé si puedo controlar.

Intento mantener mis ojos en la carretera, pero es tan difícil con su joven y flexible cuerpo saltando a mi lado con cada bache en la carretera. Quiero mirarla durante horas. Quiero ponerla bajo un reflector y admirar cada pulgada, pliegue y curva de ella.

— Gracias por no estar enojada conmigo. — Dice. Su voz es dulce como el azúcar. — Me preocupaba que mi padre se enterase.

— Tu padre no se enterará de nada que ocurra entre nosotras. —

Mi voz se traba en mi garganta. No sé si lee entre líneas, pero tengo que decirle eso. No quiero que piense que voy a ir a decirle a su padre si decide cruzar alguna línea.

— Gracias. — Dice descansando su mano en la mía. — Por venir a buscarme.

Libero mi dominio sobre el volante y mi brazo cae a mi lado, descansando en la consola central. Su suave mano todavía está sobre la mía, frotándola en pequeños círculos con el dedo. Mi polla palpita con su toque. Sus ojos caen hasta mi ingle, pero ella no aparta su mano de ella.

¿Y eso qué significa?

Claramente ella vio que mi polla está dura como una piedra, y ella no está asustada o con miedo alguno. Tal vez esta obsesión mía sea compartida.

— Como dije. —Dije volteando mi mano para que la palma de su mano caiga contra la mía. Entrelazando nuestros dedos juntos y miro hacia ella con amor y deseo atascando todas las palabras que le digo.— Siempre estaré ahí para ti cuando me necesites. En cualquier momento. Para cualquier cosa.

Sus mejillas se ponen rojas y más bonitas cuando mira hacia abajo hacia nuestras manos.

— Siempre estaré aquí para protegerte.

— Lo sé. —

Dice inclinándose hacia mí. Ella abraza mi brazo y descansa la mejilla en ella. Mi polla no podría ponerse más dura. Estamos casi en casa, lo cual es bueno porque estoy completamente distraída y quiero salvarla de cualquier peligro, incluso de mi mal manejo. Solo no con la imagen de un joven punk que quiso violar a este ángel fuera de mi mente. Matt Cialdini. Es hombre muerto.

Ya estoy fantaseando sobre lo que voy a hacer con el por tener la osadía de mirar hacia mi Camila. Una cosa es segura, no volverá a mirarla cuando termine con el. Llegamos a casa y Camila se endereza en su asiento.

— ¿Esta es tu casa?

Espero que le guste. Mi estómago se revuelve mientras trato de leer su reacción. ¿Le gustaría vivir en ella?

— Es muy hermosa. — Dice mostrándome una sonrisa. — Me encanta el balcón delantero.

¿Cuántas veces me he sentado en ese balcón deseando que ella estuviera ami lado? Demasiadas veces. Pero ahora se hará realidad. Me siento como la mujer más afortunada del mundo. Las dos salimos del auto y mantengo distancia de ella, mientras caminamos hacia la puerta principal. Tocarla en el coche fue inapropiado.

Tengo que mantenerme bajo control.

Esta es la hija de mi mejor amigo. Debería estar fuera de los límites. La calle está oscura. El barrio está durmiendo. No hay nadie que la vea entraren la casa.

Daddy Best FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora