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Charla y problemas

Taehuyng terminó de un trago con su shot por haber perdido su quinto juego de cartas, sentía su cabeza más liviana y su aguante al tequila volverse más pasable con unos cuantos ya encima. Sin embargo, su cabeza no había dejado de maquinar sobre el próximo viaje de su marido y aunque él fue quién en primer lugar decidió pasar sobre el tema para hablarlo en otro momento, sencillamente no podía evitar querer enterarse bien de todo el asunto para poder aplacar sus pensamientos y asegurarse de paso que su querido marido no estuviera pensando en hacer cosas basadas en un impulso que le surgiera de momento. Ya conocía sus mañas.

Aprovechando que las dos mujeres comenzaron a discutir una vez terminó el juego, se levantó de la mesa con disimulo y se escurrió entre la gente, no sin antes escuchar a la distancia un: «Aquí nadie pasa, mija, cómale a las cartas hasta que algo le sirva."
Unos segundos y algunas encrucijadas después, se encontraba caminando por el ancho pasillo de la hacienda en dirección a la oficina de su marido. Sus botas hacían eco en las paredes al encontrarse todo completamente desolado por la fiesta que estaba dando lugar en el patio. Bastaron cinco minutos para llegar hasta las puertas de madera caoba que designaban la entrada, sin tomarse la molestia de tocar o avisar, entró con tranquilidad y cerro detrás suyo sin hacer gran alboroto.

Ahí se encontró con el narco más peligroso y temido de todo México, durmiendo en una posición incómoda y soltando ronquidos profundos, definitivamente infligía miedo e imponía respeto con toda esa baba plasmada en sus comisuras y sus cabellos todos desordenados. Tragándose una risotada, el pelirrojo se acercó cauteloso hasta el hombre dormido para poder acomodarlo en alguna otra posición que no comprometiera su cuello a sufrir una tortícolis al día siguiente.

Sin embargo, no puedo ni siquiera tocarlo antes de que él mismo azabache reaccionara y le apuntara con su arma sin dudar un sólo segundo. Taehyung brincó en su lugar un poco por el susto, pero se recompuso rápidamente y empujó lejos el arma cargada con un gesto de reproche. Él Don pareció espabilarse y guardó la pistola con lentitud en su cinturilla, tronado su cuello y dejándose caer sobre su silla de cuero para después estirar una mano hacia su esposo en una petición silenciosa.

—Eres un cabrón, casi me causas un infarto.—Se quejó el pelirrojo, acomodándose en el regazo del Capo.

—Me agarraste desprevenido y actué por instinto, mi tesoro, no fue intencional.—Excusó el azabache, besando castamente las manos del contrario con cariño. —Lo entiendes, ¿verdad?

—Estaba cargada, Jungkook, cargada.

—Lo sé, lo sé, pero no iba a tirar del gatillo.

—Sólo eso te faltaba.—Exclamó Taehyung, alejando sus manos del azabache y cruzándolas en su pecho.

El Don hizo una mueca sin saber dónde meterse ante el regaño de su ahora, enojado esposo y no sabía cómo arreglar el asunto, quiere decir; una simple disculpa después de haberle puesto una arma en la cara no era exactamente la mejor manera de resolver la situación y mucho menos lo haría sí su gran boca suelta seguía diciendo puras pendejadas. Jeon carraspeó y hizo rebotar sus piernas, llamando la atención del pelirrojo quién enarcó una ceja.

—¿Acaso estás haciéndome tilingolingo, justo ahora?—Pregunto Taehyung, incrédulo.

—Eso siempre te quita el mal humor.

Él pelirrojo cerró los ojos, suspirando pesado casi con exasperación antes de rendirse de su enojo y dejarse caer sobre el pecho de su marido.
—No sé cómo es que termine casándome contigo, pero bien dicen, el amor te hace ciego y pendejo.

Una carcajada del Capo fue exhalada contra la cabellera rojiza, en la cuál había estado recargado, disfrutando el olor a Shampoo del menor.—Te estás creyendo mucho, amor, que no se te olvide quien le rogó a quién.

— Uy, de haber sabido que ibas a tirarlo en cara en nuestro matrimonio, me hubiera quedado en mi casa y dejando que te rogara el loquito de la esquina.

—Al único loquito que necesito, es a ti.—Bromeó el pelinegro, intentando relajar la situación, nuevamente.

Pero no hubo ninguna risa.

En cambio. Taehyung se enderezó en su regazo con una expresión extraña formada en sus facciones, se rascó la nuca nervioso y después tomó aire antes de volver a hablar.
—Escúchame Jungkook, necesito que sepas la razón del por qué te estaba buscando, es algo muy importante y algo difícil de asimilar.

Ahora, el Don estaba preocupado, no comprendía que putas estaba sucediendo.
—¿De que estás hablando, cariño?

—Habló sobre nosotros, sobre este matrimonio, no está funcionando para mí.

Esas palabras golpearon al contrario con fuerza, dejándolo desestabilizado por unos segundos sin terminar de procesar lo que había salido de la boca de su esposo. Sus cejas se fruncieron y le dio una mirada asustada al pelirrojo, quién parecía escapar de sus ojos, negándose a verlo.
—Taehyung, mírame y dime qué hice mal, lo puedo arreglar si me lo pides, podemos solucionar todo lo que te esté molestando, sólo tienes hablar conmigo, mi amor.

Y ahí fue que el pelirrojo se sintió la peor persona del mundo al escuchar la voz confundida y algo baja de su marido, pidiéndole explicaciones sobre algo que no tenía explicación. Antes de que la situación escalara a un nivel más grande, tiro del Capo hacia su cuerpo, acurrucando al hombre entre sus brazos y besando cada rincón del rostro decaído de Jeon.

—Lo siento, lo siento, mi cielo, estaba jugando, jamás e pensando ni por un segundo eso sobre nuestro matrimonio, lo estás haciendo muy bien, te lo juro.—Arrulló el menor con voz melosa.

—Qué bromita culera te aventaste, eh.—Expresó con ironía el Don. sintiéndose cómo un reverendo imbécil por caer en la mentira.—Casi se me baja la presión.

—Ya, ya, chiquito, necesitaba cobrármelas de alguna forma, no te resientas conmigo.

Y así pasaron cinco minutos del pelirrojo disculpándose y apapachando al azabache, quién le seguía reprochando por jugar con algo tan serio cómo un divorcio, siendo como un huerco caprichoso y berrinchudo. Aunque aquello sólo era una faceta que su esposo y madre tenían la posibilidad de presenciar a solas. Una vez las cosas se calmaron, Taehyung creyó que era momento para hablar sobre el tema que en primer lugar lo trajo aquí.

—Mi dulce, encantador y maravilloso marido, necesito pedirte una cosita, muy pequeñita, ¿se podrá?

—Nunca te he negado nada, sólo pide lo que quieras, mi amor.—Concedió Jungkook con tranquilidad.

Taehyung sonrió en grande, mostrándole la bonita forma cuadrada de su sonrisa al Don, que lo hizo sentir un revoltijo en su pecho y en consecuencia también sonrió en menor grado al observarlo contento.
—Bien, en ese caso, quiero que me lleves contigo a Colombia.

Y la sonrisa de Jeon se borró de su cara.









Este es más corto que los otros, estuvo muy tranquilo pero espero les guste igualmente.💘

Se viene lo interesante de aquí para adelante en el fic y cualquier duda, pregunten si no entienden mis modismos mexicanos.

xx.

𝐃𝐎𝐍 𝐉𝐄𝐎𝐍 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora