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Higuera del infierno

El Don caminaba con naturalidad por las encrucijadas de la hacienda privada que poseía en Los Mochis, la cual utilizaba minuciosamente para sus negocios en el cartel, sin embargo, Jeon poseía cientos de propiedades por todo el país y varias en la cuna de su nacimiento, que era la mismísima Sinaloa. Pero la hacienda en Los Mochis era la única ubicación que sus socios y el gobierno tenían cómo conocimiento para contactar o caerle de visita al Don, aunque para su desgracia no aseguraba que pudieras tener la mínima oportunidad de ser bendecido con la amabilidad del capo, cómo para ser recibido sin invitación previa.

Ni rezando el padre nuestro o pidiéndole a la virgen su bendición te aseguraría no acabar siendo plomeado¹ miserablemente hasta terminar con más agujeros de los que podrías haber contado. Nunca hay que tentar la suerte con el Don, quién lo conoce sabe que es un hombre de cuidado, después de todo por ello tiene una reputación bien asegurada dentro del narcotráfrico, no sé gano esa posición haciendo nada.

El miedo siempre es un gran instintivo para infundir respeto, sin embargo, sólo necesito de un gran intelecto y una actitud humilde para conseguir crecer en sus negocios. Empezó con un favor a un amigo, después fue un gobernador y poco después un capo del narco famoso en Durango, sus favores siempre eran brindados sin pedir nada a cambio más que una sencilla petición.

No pido nada difícil a cambio del favor, sólo pido que cuando necesite un favor de tú parte, puedas brindármelo de buena gana.

Con aquello se gano una reputación en el narco y en su estado natal, lo demás fue cuestión de tiempo y alguna que otra muerte necesaria para escalar de posición. Jeon Jungkook no sólo tenía una presencia aterradora sino que también es una completa amenaza para el negocio de las drogas o al menos eso se rumoreaba entre los carteles, quienes en su mayoría habían perdido poder tanto dentro como fuera del mercado por el cabrón bastardo apodado Don Jeon.

No era para menos, no cuando hace menos de media hora su cuñado le había llamado en chinga² después de descubrir algunos datos importantes sobre el negocio con él colombiano. Samuel Jiménez no sólo tenía cinco años trabajando para un cartel en Colombia, también había sido camello durante dos años en Argentina, le apodaban el presidiario, por el mínimo detalle de que había sido detenido más de quince veces por la CIA, misteriosamente cada una de ellas había sido liberado pasando cuarenta y ocho horas.

Jungkook reconsideró el formar trato con el colombiano, no se fiaba del repentino interés del hombre por importar su droga al país, él sospechaba que todo aquello tendría una razón, una relacionada con la CIA, no se tenía que ser imbécil para darse cuenta que posiblemente le estaban viendo la cara de pendejo. Sin embargo, jugaría un tiempo con su nuevo socio, sacaría el mayor cantidad de dinero con la droga y tal vez después le daría de comer colombianito a sus perros.

Estramonio o mejor conocida como la higuera del diablo, era la dichosa droga experimental y poco sonada que quería meter Jiménez al mercado mexicano. El Don no tenía problema alguna con probar introducir aquella planta alucinógena alrededor de todo el país, tan sólo tenía que encargarse de que la producción se realizara fuera de su país, cosa de la cual hablaría con Samuel cuando tuviera la oportunidad de tener su reunión, no tenía planeado dejarlo pisar la república, por lo que ordenó que la reunión se llevara en Cali.

Si bien no hubo negación por parte del colombiano, sabía que aquella sugerencia había sido un tanto sospechosa, sin embargo, aseguró que sería un honor pisar tierras colombianas para cerrar el negocio, aquello pareció apaciguar las aguas. No sabía qué le esperaría una vez llegara a Cali, pero iría listo para cualquier posible traición o emboscada, no quería sangre innecesaria en sus manos.

Una vez llegó hasta el zaguán³ donde guardaba sus camionetas, le hizo una seña con la cabeza a tres de sus hombres más confiables para que lo siguieran. Estos entendieron la orden silenciosa y subieron cada uno a una camioneta, Jeon se subió a la troca con uno de sus hombres y cerró la puerta de jalón, dio la orden para arrancar. Los autos se movieron de manera que la troca donde iba el Don quedó al final, aquello para despistar a cualquier otro pendejo con aire de grandeza que quisiera chingarle⁴ en el camino, dado que mayormente se esperaría que el capo fuera entre medio siendo resguardado de posibles atentados.

—Quiere que me desvíe de la ruta o continuó parejo, patrón.—Murmuró el mercenario, en un acento cantado.

Jeon retiró su sombrero y lo arrojó a los asientos de atrás, antes de acomodarse en su asiento y encender un cigarro para darle una calada.

—Si sugieres ir parejo, es por qué algo sucedió con la ruta, suelta lo que sepas.—Exclamó con serenidad, soplando el humo poco después.

—Hay rumores de que el cartel jalisciense ha estado rondando la ruta,—Habló Min, antes de sonreír sórdido.—y se que cargarse⁵ a unos huercos caga palos antes de la cena no es algo que quiera hacer, patrón.

—Es una pena, me hubiera encantado cortarle la cabeza uno por uno para después enviárselas a Gilberto.—Sonrió petulante.— Le hubiera encantado el regalo al pendejo ese.

—Dele unos días felices creyendo que puede entrar a su territorio y salir en una pieza.—Min se relamió los labios.—Es un cabrón arrogante si realmente lo cree así.

—Le daré un recordatorio de cuál es su lugar en el mundo, bajo mi sombra cómo todo el puto país.—Soltó el capo, apagando el cigarro en el cenicero y finalizando la conversación.

El mercenario no discutió en lo absoluto, la palabra de su patrón no se discutía, por lo que simplemente continuó manejando y dio una señal con las luces para informar a los hombres de la orden de su Don, continuaron derecho por la carretera desolada sin mayor inconveniente. Al menos hasta que Jeon volvió a hablar y lo que dijo tomó por sorpresa al hombre en el asiento del piloto.

—Viajaré a Colombia en una semana, necesito que prepares un avión y lo cargues con armas.—Anuncio sin más.

—¿Piensa firmar contracto con los colombianos?

—Con uno en particular, estoy casi seguro que el cabrón es un infiltrado de la CIA.—Masculló.—Sin embargo, tiene un negocio que me interesa.

Yoongi zumbó en afirmación, procesando la información que acaba de recibir, sonaba de la chingada la situación pero conocía las capacidades de su Don y no temía por lo que fuera a suceder en cuanto pisara Colombia.

—Alistaré el avión patrón, ¿qué tanta gente llevará con usted?—Pregunto con interés el mercenario.

—Aún no lo decido, mandaré a Kitty para informarte de la situación en cuanto lo sepa.

—Espero que esa información llegué sin problema, tomando en cuenta que el bastardo de Park comunica lo que se le sale de los huevos.—Gruñe el pálido, irritado.

—No dejes que te caliente la mente, sabe que eres de mecha corta⁶ y se aprovecha de ello.—Alegó el capo con sorna.—Sólo procura tener lo que ordené cuando sea el momento.

El mercenario apretó los dientes y frunció el entrecejo antes de darle una afirmación a su patrón y continuar manejando. Necesitaba llegar a la hacienda para dejar al Don y regresar a Los Mochis para empezar con el cargamento de armas y tenerlo preparado con anticipación, de Park Jimin se encargaría cuando llegara el momento.












Pensé en hacerlo sin secuencia pero ya estaba escribiendo lo contrario.
Espero les guste el capítulo.<3
Aún no tengo un apodo para Yoongi, ideas.
Pd: Jungkook llévame a pasear en tu troca.

Modismos:
Plomeado: baleado/balaceado.
En chinga: rápido.
Zaguán: garaje.
Chingarle: joderle/molestarlo.
Cargarse: matar a alguien.
Mecha corta: alguien que se enoja con facilidad.

𝐃𝐎𝐍 𝐉𝐄𝐎𝐍 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora