2-''Profesionales''

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Quería ser un poco amable y calmar la tensión que había sucedido entre ambos.
Así que, había decidido comprarle un café a modo de compañerismo. Si vamos a trabajar juntos, creo que es deber de que nos llevemos bien.
Ya iba con otra mentalidad. El encuentro que tuvimos no volverá a pasar. Seguramente quiso ''seducirme'' como parte de que confiara en él. Típico de que si quieres que confíen en ti, usa tus armas más poderosas: La manipulación de la seducción.
Esta vez no iba a dejarme.

Salgo del coche, aparcado en el callejón, con una sudadera y capucha, algo que ni recuerdo cuánto hace que me ponía, pero oye... Bastante cómoda. Como siempre, el horario de trabajo hacía que casi no hubiera nadie en las calles. Había tenido una buena idea de salir antes de la hora de descanso. Total: Ninguno me echa de menos y hago el trabajo rápido como para dejárselo todo hecho.
Llego al edificio y lo miro. Tenía algunas pintadas y parecía abandonado. Aunque tampoco muy viejo.
   —El último piso dijo ¿no? —murmuro, soltando un suspiro al final.
    Antes de entrar, miro por si alguien me sigue. Sabiendo el secretismo que Mister Hacker había tenido, ahora yo era la paranoica ¿Y si estaba metido en alguna mafia y por eso me estaba usando para encontrar a Hannah? Tenía que seguir con esto para averiguarlo.

Subo silenciosa las escaleras, evitando hacer un mínimo de ruido.
El polvo del aire me molesta la nariz y evito que me entre en la boca tapándome con el brazo. Si al menos no tuviera las dos manos ocupadas...

Llamo a la puerta con mi pie y en segundos, MH —Oye, no suena mal como apodo—, abre deprisa, mirándome nervioso.
   —Hola Miste- ¡Ey! —me mete dentro del apartamento tirando de mí por la cintura, para luego cerrar la puerta con fuerza— Hola a ti también.
   — ¡¿Qué haces aquí?! —me pregunta y noto en su voz lo nervioso que está.
    Lleva otra sudadera negra con las cintas esta vez del mismo color.
Sus ojos verdes me escanean y mira por la ventana después.
Cuanto más le miro, más preguntas me vienen a la cabeza sobre él. Hace que sienta más curiosidad de la que pensaba.

Normalmente, si te pones nervioso de esa forma, es porque has hecho algo. Su mandíbula está tensa, como todo el resto de su cuerpo. Puedo notar lo nervioso que está, como si esperase a que alguien viniera a por él. Listo para marcharse. Lo sé porque su mochila y su bolsa de viaje están al lado de la puerta, listo en caso de emergencia
   —Quedamos en que vendría aquí a investigar —le contesto, dejando los cafés en el escritorio grande que había.
    Examino el apartamento. No era muy grande, parecía más bien de esos pisos estudiantes que no necesitabas mucho para vivir. Prácticamente, el escritorio ocupaba casi todo el salón, con dos grandes monitores de ordenador.
Los cables estaban unidos para que no estuvieran esparcidos por el suelo. Para no tropezarse, seguramente.
   —Sí, pero no puedes venir aquí sin avisar —me dice autoritario—. Tenemos que marcar las normas para poder llevarnos bien.
   —Bueno, tú eres el jefe.
   —Primero: Nada de venir sin avisar antes.
   —Vale.
   —Segundo: Si no avisas tú, lo haré yo para que lo investiguemos. —va marcando las normas con los dedos, como si le hablase a una niña pequeña— y tercero: Siempre ir con cuidado ¿Queda claro?
   —Sí, muy claro —Bueno, parece que ya no más 'Modo seductor', lo aprecio, supongo. Asiento con calma, no queriendo enfadarle sabiendo que hice mal por mi parte haber venido sin avisar—. Por cierto, te he traído café —le doy el suyo y me mira a mí, arqueando una ceja, después al café—. Pensé que esta vez podría invitar yo. Y... supongo que tuvimos un encuentro muy tenso, así que con esto es para firmar la paz.
   — ¿Normalmente hablas mucho? —me pregunta, mirando su café como si no se fiase de mí.
   —No, normalmente no hablo tanto —contesto sincera—. Soy más bien de observar y poder hablar cuando se me pregunta — <<Odio mi trabajo más todavía cuando he dicho eso... >> Suelto aire cargado, lamiéndome los labios—. Supongo que es porque estoy nerviosa. No todos los días pasas por situaciones como estas, ¿sabes?
   —Entiendo —da por fin un sorbo y hace un sonido de que está bueno—. Gracias.
   —De nada —tomo el mío y de pronto me acuerdo también a lo que había venido— ¡Oh! Tienes que ayudarme. He traído algo que nos vendrá bien.
   — ¿Y es?
   —Es un pizarrón, la compré ayer y necesito ayuda para subirla. Es que es grande.
   —Vale.
   — ¿Hoy no quieres hablar?
   —No.
    Suspiro y abre la puerta mientras hace un gesto con la mano para que salga.
Me subo la capucha y él hace lo mismo.
Quiero que confíe en mí.

¿Qué pasaría sí...? DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora