40-Trabajo en equipo

1.5K 136 125
                                    

*Macie POV*

Me estoy preguntando ¿Cómo estaría en este momento si no estuviera aquí en Duskwood? Seguramente dando vueltas por el salón de mí casa, sola, poniendo nerviosa a Henry con mis energías.
Me siento mejor estando con Jake. Ambos nos necesitamos en estos momentos. Él me necesita.

Esta vez no preguntaré cuánto le falta y me esperaré a que termine con el trabajo que está haciendo. Es importante.
Recibo una video llamada. Dan. Supongo que para distraerme un poco me vendrá un poco bien mientras espero.
   —Ey —saluda Dan, tranquilo.
   —Hola —me acomodo en la cama, sentándome.
   —Quería volver a hablar contigo —me mira con calma—. No nos pusimos de acuerdo antes.
   — ¿Antes?
   — —hace una pausa, con un suspiro—. Cuando estábamos hablando sobre no huir más... Estabas en contra de mi plan.
   —Porque pienso que os estáis arriesgando demasiado, ya nos ha atacado dos veces, Dan —le respondo, intentando controlarme un poco mi enfado.
   —Macie, no vengo a discutir —suspiro y dejo que continúe—. Me gustaría contarte una historia.
    Miro a Jake, parece que de momento todavía tengo que esperar un poco más.
   —Bien, ahora tengo tiempo.
   —Escucha, cuando tenía trece años, un tipo se paró de repente frente de nuestra puerta —presto atención a sus gestos. Está recordando en este momento—. Estaba sosteniendo su sombrero con ambas de sus manos y trataba de sonreír, preguntándome si mi madre estaba en casa —hace una pausa, soltando un suspiro—. Tenía una grande y blanca cicatriz en la mano izquierda —hace el gesto para describirlo—. No se presentó, pero no tenía que hacerlo.
   — ¿Un criminal buscado?
   —Bueno —tuerce el labio, mientras frunce el ceño—, algo así —noto odio en su voz. Incluso asco—. Supe inmediatamente quién era y supe cómo se hizo esa enorme cicatriz —poco a poco, me voy ablandando un poco con la situación, prestando atención más que antes—. El idiota se había resbalado en su borrachera mientras sostenía una botella de cerveza, como siempre —se lleva la mano a la cabeza, señalando—. La botella en realidad para la cabeza... Para la cabeza de mi madre —se me corta la respiración al oírle. Intenta que no me asuste con su historia o que me sienta mal—, pero probablemente fue más rápida que el bastardo borracho.
    Entiendo ya lo que me está contando.
   —Ese hombre era tu padre...
    Dan resopla, con una risa sarcástica.
   —He denominado a ese inútil con muchos nombres a lo largo de los años —veo que se intenta controlar incluso en insultarle. Se estará controlando por mí—. El de padre, definitivamente no era uno de ellos.
   — ¿Por qué había acudido a ti?
   —Esa es una buena pregunta, detective Macie —Dan se remueve en la silla, como se quisiera acomodarse—. No le pregunté —hace un gesto de desinterés—. No quería saberlo y ni me importaba —asiento, entendiéndole—. Le dije que se fuera de nuestro porche y que no puedo asegurar nada si se atreve a venir de nuevo a preguntar por ella —tensa la mandíbula—. Unos días más tarde, llegó a casa por la noche y el tipo estaba ya de nuevo en el porche —vuelve a subir un poco el tono—. Solo que esta vez, mi madre estaba con él.
    Hace una pausa, soltando un suspiro. Veo que aparta un momento la mirada, recordando aquello momento.
   —Ella estaba escondiendo su cara, escondiendo un ojo negro que él le había dado.
    Tiemblo al imaginármelo el miedo de aquella señora. Veo que Jake había dejado de escribir, prestando atención a la historia. Me pregunto cuánto tiempo ha estado así.
Ambos estamos empatizando con Dan y su historia.
   —Pero ella no escondía sus lágrimas —niega con la cabeza y veo el cariño que le tiene a su madre en sus ojos—. Cuando me acerqué a él, ese hijo de puta solo se encogió de hombros —me muerdo el interior de la mejilla, empezando a estar yo enfadada ahora con ese hombre—, como hubiera sido un accidente o hubiera querido disculparse, pero no me importó.
   —Ya puedo adivinar lo que hiciste entonces...
    Se rasca la barbilla, pasando luego la mano por la barba, de nuevo, recordando algo.
   —Mi madre ha tenido problemas extremos para caminar desde que tengo uso de razón —rabia en su voz—. Los tiene gracias a él —me mira directamente a los ojos. Ahora entiendo la preocupación de Dan por su madre—. La empujó por las escaleras porque una noche había puesto guisantes en la cazuela —suelta un gruñido—. Malditos guisantes...
   — ¿Y qué pasó después?
   —No volvió a mostrar su cara —ahora le noto una cara de alivio—. Y hasta el día de hoy no sé si sabía quién era yo —hace un gesto sin importarle—. En realidad, me importa una mierda.
   —Claro que lo sabía...
    Suelta una carcajada, pero no de felicidad.
   —El hijo de puta se parece a mí —pone cara de molestia—. Tendría que haberse bebido hasta su última neurona en licor para no haber visto eso.
   —En mi opinión, creo que tú eres mucho más guapo que él —digo, intentando animarlo un poco.
   —Gracias pequeña —hace un gesto de agradecimiento en plan caballeroso.
   —No sabía de tu padre hasta ahora.
   —Nadie más lo sabe —mira un poco hacia atrás, como si estuviera buscando a alguien a su alrededor— y como probablemente ya te habrás dado cuenta, tampoco merece la pena hablar de él.
    Lo entiendo perfectamente. Hablar de un capullo como ese solo sería darle protagonismo. Es mejor que nunca más vuelva a aparecer.
   —Para resumir la historia —Dan se muestra ya más relajado y continúa amistoso—, sé lo que se siente cuando un monstruo aparece de repente en tu puerta —dice con seriedad— y también sé exactamente cómo lidiar con este monstruo.
   —Lo sé... —asiento. Ahora entiendo más por qué se ha ofrecido a tener el arma. Es capaz de proteger a quien sea, aunque no pueda moverse, quiere intentarlo.
    Me apoyo en mis rodillas, sujetando el móvil.

¿Qué pasaría sí...? DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora