Capitulo: 8

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Abel caminó tranquilo por un pasillo lleno de niños algunos más grandes y otros más chicos que él, la maestra que venía adelante guiándose entró por una puerta blanca que tenía el dibujo de una flor amarilla en el medio.

Con duda él también entró, parándose al frente de las filas de bancos donde ya había niños sentados, que lo miraban con curiosidad.

— Niños hoy se une un nuevo compañero, el es Abel Williams tratenlo bien. Entendieron?

— si maesta Sol— dijeron en coro los cachorros.

— puedes elegir en dónde sentarte— ánimo la maestra con voz suave.

El pequeño asintió hacia ella y luego caminó mirando dudoso los lugares, algunos estaban desocupados, pero había niños que podían su mochila o sus pies impidiendo que él se sentará, Abel suspiro triste con sus ojos lagrimeando.

Ya extrañaba a sus papás.

— ¡Oieee Ven!!

Se escuchó el grito al final de la segunda fila.
Miró en esa dirección y vio al cachorro rubio que le había dado el oso panda en el centro comercial el día anterior, este sonreía en su dirección y al ver que Abel le prestaba atención señaló el lugar desocupado a su lado.

Él soltó una risita y caminando se acercó al otro niño.

— ¡Siéntate aquí, pinta juntos!

— sipi.

Ambos agarraron hojas blancas y con unos lápices de colores empezaron a pintar y dibujar.

— como llamas— murmuró distraído Abel mientras dibujaba un pato.

— Luka, Lulu, Luky— contestó diciendo su nombre y los apodos que su familia le decía.

— Luka— repitió Abel.

— si

Los minutos pasaron y a la hora del receso Luka llevó a Abel al sube y baja, jugaron un rato hasta que el hambre les llegó. Buscaron sus mochilitas, de ahí Luka sacó un sándwich de miga con una botella de jugo de naranja, Abel sacó unas galletas y un licuado de Banana que Nicolás le había preparado.

Decidieron sentarse en el pasto bajo la sombra que generaba la pared del jardín.

— qui-eres?— preguntó tendiéndole el recipiente de galletas.

— sipii, gacias.

Al regresar al aula la maestra les contó un cuento sobre dos lobos. Un rey Alfa y Un Omega, la historia decía sobre las almas gemelas, una historia que Abel no entendió.

La mañana y mediodía pasó rápido, a las dos de la tarde los cachorros ya estaban saliendo del lugar siendo recibidos por sus padres, las maestras los despedían y se quedaban esperando a que todos los niños fueran con su respectivo tutor.

Abel busco con la mirada a alguno de los alfas, su mente solo repetía los nombres de ambos, ansioso por contarles lo bien que la había pasado y lo mucho que los extraño.
Gruñó bajito al no verlos, ya casi todos los cachorros se estaban yendo, solo quedaban Luka y el.

— mi mami no ta— dijo con resignación, no era la primera vez que su madre se olvidaba de él.

— mis papis tampoco— a diferencia del otro cachorro Abel tenía la esperanza de que sus papás no lo habían olvidado.

— papis malos— bufo acariciando la cabeza de Abel.

Iba a decir algo pero sonrió al ver llegar a los alfas.

— chiquitoo!!— gritó Nicolás alzando a Abel y apretandolo en sus brazos.

— mocoso, perdón por tardar, lo sentimos mucho— lloriqueo Gael uniéndose al abrazo.

Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora