La familia Sully tiene que irse para poder estar a salvo. En una de las aldeas deciden acogerlos ya que no son los primeros mixtos. Pero el coronel no se va a detener, a parte de su nueva ayuda.
Callate, no hables, vamos a explorar las estrellas del amor.
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Pasaron algunos días desde que Fey se despertó. Estuvo la mayor parte del tiempo con Lo'ak, hacia el idiota y ella se reía olvidando lo malo.
Ahora estaba con Kiri y Tuk haciendo brazaletes, tenían tiempo así que ayudo a la más pequeña cuando vio que se le iba a deshacer.
- Así - le explicó cerrando el nudo en su muñeca.
- Gracias - la abrazo por el cuello ya que estaba agachada.
La hermana sonrió acabando el suyo. No salió mucho desde lo sucedido, pero las pequeñas visitas de Fey're eran su momento favorito del día. Ambas se entendían.
- ¡Nuestros hermanos espirituales han vuelto! Vamos a recibirlos - oyeron el anuncio de Tsireya.
- ¿Quienes? - pregunto Tuk.
- Los tulkuns - sonrió la chica - venir, os encantará - agarró la mano de ambas chicas.
Kiri tuvo que ir obligada, prefería quedarse.
Al ver la entrada al arrecife vieron a los animales saltando de alegría por volver a ver a sus hermanos.
Ella llamo a su ilu y la hermana mayor al suyo, Tuk se fue con ella.
Por debajo del agua se podían ver los tatuajes de ellos.
Llevaban mucho tiempo fuera y era la hora de contar los nacimientos y las muertes. De recibir y escuchar.
Unos Ilus se acercaron a ellas, eran Neteyam y Lo'ak. El mayor estaba fascinado por las criaturas.
Luego vino Aonung con su cuadrilla, seguramente a molestar.
- Suerte este año primita - rieron y volvieron a la superficie.
Los Sully no entendían. Kiri apoyo una mano en su hombro cubierto por la protección.
- No he encontrado a mi hermano espiritual aún, normalmente se consigue a los diez años. - explicó a los hermanos.
Lo'ak inclinó la cabeza, si tenía, era Payakan. Pero él aún no sabía lo que le ocurrió para que estuviera solo con ella. Debía ganarse su confianza.
